Lo cierto es que yo no quería intervenir en la sección de comentarios del blog, porque estimo que ella pertenece única y exclusivamente a quienes quieren/quieran opinar acerca del correspondiente post. Pero tratándose del segundo de ellos, y valiéndome además para servir de explicación de por qué nunca más se me verá en estas latitudes del blog, diré lo siguiente:
a) Estoy seguro (pues tan inmensa mayoría contra mí es bastante probable que no la marre) de que Neruda era un gran poeta, sólo que me parece sobrevalorado, y además personalmente no me gusta. A lo peor lo expresé mal, y de ahí la virulencia de ciertos comentaristas en mi blog. Por ello, pido disculpas;
b) Con el epíteto de «sobrevalorado» quise expresar mi sentimiento de que si su garrulería se hubiese mantenido en unos ciertos límites, es decir, si hubiese publicado tan sólo el 10% de lo que escribió, no sólo sería más grande, sino que incluso a gente alérgica a la grafomanía, como yo, pudiera llegar a gustarle;
c) De que era un machista y un individuo personalmente vomitivo no queda sólo el esgrimible testimonio del verso que cité, sino sobre todo sus relaciones con las mujeres que fueron sus compañeras, y por encima de todo el comportamiento con su hija hidrocefálica, a la que jamás aceptó y de la cual se deshizo (en materia de responsabilidad paterna) apenas pudo;
d) Pero todo lo anterior (con excepción del para mí imperdonable modo de cómo se comportó con su hija) es, también para mí, peccata minuta: subrayo de este modo mi subjetividad, antes de pasar a algo inapelablemente objetivo. De lo que sí me quiero defender es de que se me acuse subrepticiamente de nacionalismo, español o no, porque en materia de nacionalismos y de patriotismos, y para decirlo mal y pronto, me cago en la tapa del órgano durante la misa de pontifical; para mí el nacionalismo es una metástasis del alma, igual de qué color se trate. Que justamente a mí se me venga a decir que (corrijo la ortografía y la sintaxis al hacer la cita) «debe [de] ser porque después del Siglo de Oro, la mejor poesía en lengua española no se ha hecho en España, la tierra de quien escribe el blog, sino en América, la tierra de Darío, Neruda, Silva, Borges»… decir de mí eso, éso, es algo que demuestra que quien lo escribió no me conoce para nada, y porque me doy cuenta de que es así, quisiera invitarle a que, con calma, me siga leyendo en posts sucesivos, para que sepa por qué una excelente escritora compatriota suya me prohibió ser español. Eso además (y no lo digo como español de pasaporte, sino como miembro de la comunidad hispanoparlante) de que coincidiendo con el tiempo en que escribieron Darío, Silva, Neruda y Borges, también lo hicieron Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Luis Cernuda y Miguel Hernández, que tampoco eran mancos. Y además, para mancos, Cervantes.
Ojalá estas letras mías dejen en claro mi manera de ser y de enfrentar los temas, y de por qué no deseo volver a aparecer en la sección de comentarios. Ella les pertenece a ustedes, pero no para pelearse conmigo (ni que decir insultarme), sino con lo que digo y pienso, y habrá quienes estén de acuerdo y quienes no, y se pongan a dialogar sobre ello, como han intentado dos corresponsales en el post anterior. A quienes les agradezco, muy expresamente, su talante conciliador.
Vale.