Se conoció ayer, por la W Radio, una encuesta realizada por el Centro Nacional de Consultoría en la que se presenta un aumento en la aprobación del presidente Gustavo Petro a nivel nacional. La encuesta, contratada por el Departamento Administrativo de la Presidencia, evidencia que la aprobación del mandatario pasó de 45.2% en diciembre a 47.8% en enero, cifra que no se veía desde junio de 2023. Además de la aprobación, su imagen positiva pasó de 50.2% a 53.5% en el mismo periodo.
La mayor aprobación e imagen positiva está en el Suroccidente y el Caribe colombiano (62%), seguida del Centro del país (50%) y finalizada por la región Antioquia-Eje Cafetero y Centro Oriente (35%). El análisis del gobierno sobre la encuesta es que los resultados se comportan similares a las elecciones en la segunda vuelta presidencial y en la Zona cafetera, Aburrá y Santanderes “no existe una definición por la paz y el progresismo” porque, debido a la violencia, se tornaron en uribistas.
Si el Gobierno del Cambio quiere continuar su proyecto político otros cuatro años más, debe auscultar la encuesta, no como un triunfo mancipado, sino como un examen suspicaz de las regiones donde más trabajo debe proyectar. Es evidente que las acciones de gobierno, en año y medio que lleva de mandato, se han concentrado en regiones olvidadas de la geografía nacional como La Guajira y el Litoral Pacífico. Allí Petro desplegó su estrategia de “Gobierno con el Pueblo” en la que, junto con su gabinete, escuchan las necesidades de la población y plantean soluciones a las problemáticas. Loable labor, pues llegar a zonas que nunca habían tenido la presencia de un mandatario enorgullece a todo el pueblo colombiano; sin embargo, aunque son regiones que ocupan gran parte del territorio, no concentran población.
Justamente, la parte del territorio nacional con mayor densidad poblacional y donde están los votos se ubica principalmente en los valles interandinos de las cordilleras central y oriental. Allí están las grandes ciudades y es donde debe enfocarse gran parte del trabajo del progresismo en lo que le queda de gobierno, claro está, si quiere ganar las elecciones de 2026. Convencer al pueblo paisa (bastión del uribismo como se reflejó en las elecciones regionales de 2023), a los santanderes (en los que se evidenció el triunfo de proyectos de derecha en la gobernación y alcaldías importantes), a Bogotá (donde la propuesta del progresismo fue aniquilada en primera vuelta) y a la costa caribe (zona controlada por élites regionales) no es tarea fácil. Para gestar la continuidad del proyecto político progresista es urgente impulsar la estrategia de “Gobierno con el Pueblo” en grandes ciudades y visibilizar las problemáticas urbanas. El Valle de Aburrá, Bogotá, Bucaramanga y su área metropolitana deben ser parte de los próximos escenarios en los que el presidente solidifique su estrategia, plantee soluciones a problemáticas urbanas e incremente la popularidad de su gobierno con miras a las elecciones 2026.
A pesar de que son variadas las razones que explican el incremento en la popularidad del mandatario (nominación al Premio Nobel de Paz, solicitud de EEUU para que medie en la crisis política venezolana, entre otras), el Pacto Histórico no puede continuar con el “culto a la personalidad”. Debe, desde ya, proyectar nuevos liderazgos que se encuentran en las canteras de la izquierda. La decisión de promover la unidad del Pacto Histórico como partido para hacer “irreversible la transformación” en las elecciones nacionales de 2026 es un acierto si se quiere competir contra los candidatos del centro y la derecha que ya están haciendo sus pinitos con miras a quedarse con la presidencia.
Maylor Caicedo
Phd en Historia. Magister en Sociología y Politólogo. Autor del libro “Realidades Imaginadas. Idearios e Imaginarios Anticomunistas en Colombia. 1958-1986”. Profesor universitario. Columnista de Confidencial Colombia y Voz la Verdad del Pueblo.