Puede considerarse idiota el que a sabiendas de una canallada, la acepta y se adapta a ella, pues ¿quién cree en lo que le hace daño? ¿quién persiste en el error? ¿quién acepta la equivocación como forma de existencia? Pues sólo los idiotas, es decir, nosotros, ciudadanos sin notificación de espabilo, que convivimos, casi desde la complicidad, con los más canallas errores culturales.
Y es que el autor de estas palabras escribe bajo la naturaleza de una coyuntura histórica colombiana que debería dejar dos ideas claras: la izquierda del país es un desastre administrativo y político, y el corazón grande de la mano firme debería dejarnos la paz, en lugar de la seguridad democrática.
Pero en lugar de estar construyendo esas dos ideas, la opinión pública, a 14 días de las comicios, está concentrada en verificar los resultados que ejerce la presión de un orden mal diseñado, es decir, muchos de los errores fatales de los ciudadanos son producto de una consabida acepción equívoca del orden de las cosas. Las ideologías, las nuevas tendencias empresariales aplicadas a contextos educativos y la corrupción, están generando un orden equívoco que presiona a los ciudadanos a cometer estupideces.
La base de este pensamiento son los falsos positivos, pues, ¿por qué ocurrieron? no sólo por la barbarie connatural a los espíritus castrenses, sino por una inadecuada motivación: «muestre resultados y obtenga beneficios», es decir, “vuélvase asesino para poder ver a su familia y reciba un incentivo económico”, garrafal resultado de una incorrecta motivación, gestada por un error cultural llamado «seguridad democrática».
Y mientras ello, los idiotas ciudadanos eclipsándose en condenas a coroneles implicados, madres de hijos discapacitados reclamando derechos y una irracional diferencia de 59 procesos abiertos contra 5200 presuntos casos.
Todos acusan a los mandos medios, pero nadie demanda la idea que hay detrás de todo ello: soldados cansados, al borde de la estupidez, por un orden erróneamente establecido.
Por otra parte, desde otro ámbito, la idea de la presión que ejercen los errores culturales se evidencia ahora desde la educación, casi como quien comete imprudencias por culpa de la necesidad.
La Secretaría de Educación Distrital autorizará para el próximo año el aumento de los precios educativos según la clasificación que tuvieron las instituciones en los resultados de la prueba Saber 11, en otras palabras, “falso positivo educativo” e incorrecta motivación, pues ello hará que los colegios olviden otras tantas dimensiones pedagógicas por enfocarse en preparar, únicamente, el examen, olvidando que los más preocupados por los resultados siempre serán las directivas y los padres de familia, y nunca, nunca,los directos implicados, es decir, los estudiantes.
Tal paradoja esboza un negocio redondo por fuera del alance de los idiotas, quienes presentan un examen sin convicción, con la presión de obtener buenos resultados, pero sin haberse detenido a preguntarse si lo recibido en educación hasta el momento da para pensar en su futuro: error cultural imperdonable, sometemos a nuestros estudiantes a escrutinios que no les pertenecen, sin haberles dado la oportunidad de plantear sus decisiones y de contar con las herramientas que ellos necesitan para su idea de futuro.
Todos dicen que la prueba Saber 11 es la máxima expresión del nivel académico pero nadie se ha preguntado si tal examen sirve para el futuro de quien lo presenta, so pena de que existan otros muchos mejores exámenes, los cuales, de repente, no solo sirven, sino que catapultan el futuro de los estudiantes.
Y hay un tercer ejemplo electoral, compás negro entre democracia y vileza, porque ¿cuál es la motivación para mover las ideas políticas en el país del sagrado corazón? pues el tener el poder para administrar el erario público, tan sólo uno de los aspectos de la administración pública, dejando de lado el universo que por mandato y juramento se le designa a todo servidor público: defender la Constitución, hacerla cumplir.
Y mientras ello, los idiotas ciudadanos eclipsados por millones de cédulas inhabilitadas para votar, escándalos de fraude electoral, amenazas y asesinatos de periodistas y candidatos inocentes, quienes son los que ponen la sangre del más cínico de los errores culturales: la violencia política.
Todos creen que está bien pensar en los alcaldes, los concejales o los ediles de nuestras ciudades y pueblos como administradores del dinero del Estado, sin darnos cuenta que ese rótulo los convierte en asesinos en potencia, en matones de la diferencia, en enfermos por el poder. En otras palabras, la democracia misma genera en el ser humano lo que ella misma combate: el creer que todo vale para conseguir una curul.
La seguridad democrática, la lógica del manejo empresarial en las instituciones educativas y la corrupción detrás de las elecciones son errores culturales que se convierten en la sarna de una sociedad compleja, convulsionada, maltratada, que motiva a sus ciudadanos de forma equívoca, y perpetúa los errores, generando una cultura insostenible.
Los que vimos el eclipse de hace algunas semanas supimos que el pequeño astro, “conquistado por el ser humano”, tomó todas las hermosas tonalidades del rojo. Eclipsados por tan magna belleza, fuimos a descansar al compás de tan tremenda armonía. Esa clase de eclipses son los que deberían nublar nuestra mente y no los tan sonados y torpes eclipses, los de los idiotas.
@exaudiocerros
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