Las reglas del juego cambiaron, los jugadores también. Ya nada es como lo conocíamos antes y todo aquello que vivimos ahora es fruto de años siendo los mismo, siendo los mismos (y hasta de estar esperando en este justo instante, que nada cambie «cuando todo esto termine»).
La soberbia con la que veíamos al mundo y a sus seres, no nos sirve más; la mirada cerrada con la que se construyeron fronteras, no nos funciona más; la soberbia con la que dábamos por sentada a la naturaleza que «debe darnos todo lo que necesitemos de ella» sin retribuírle y agradecerle; el sentido del privilegio o de la diferencia de clase, no es relevante ya; la mirada soberbia a la vida de otros, a la sociedad, al «deber ser» no nos es útil ya. Toda esa soberbia frente a las creaciones divinas y frente al plan divino, es la que nos tiene vibrando miedo ahora, es la que nos ha alimentado la carencia, la que nos convierte en parte de la guerra, la que alimenta el odio y el rechazo a lo diferente, la que nos mantiene el ego de salvador y de víctima, la que ahoga y abruma a quienes se ven distinto y ven distinto todo lo que nos rodea.
Estamos al límite de la soberbia, viendo el mundo por la ventana tratando de «cambiarlo» con las palabras, viendo el mundo por las redes tratando de «venderle la veracidad» de nuestros juicios a otros, estamos viendo el mundo por las noticias convenciéndonos que afuera todo anda mal y agradeciendo desde el miedo, la abundancia que somos o «lo afortunados que podemos ser» (porque aún no nos lo creemos). Estamos al límite de la soberbia viendo aún al mundo distante, a quienes nos rodean como extraños y a nosotros mismos como ajenos.
Estamos frente a la ventana de oportunidad que es nuestro paso por este plano, estamos frente al desbordar de la vida que se equilibra y que nos pide estar más atentos a lo que somos y a lo que deseamos, estamos frente a la posibilidad de hacer pequeños cambios que nos ayuden a transformar poco a poco la realidad que vivimos, estamos frente al momento que más asusta… ese momento en el que los juicios dejan de tener el peso de antes y se nos pide acción. Estamos frente a lo que más atemoriza: actuar.
«Sólo quien se reconoce como aprendiz se entrega de una forma diferente al mundo que lo rodea, sólo quien se reconoce como aprendiz se da cuenta de que no se necesitan razones para vivir porque el milagro de la vida misma de cada ser en este plano es más que suficiente, sólo quien se reconoce como aprendiz se da cuenta de que ha hecho las elecciones correctas y ve lo divino en todo lo que experimenta; y se lleva a vivir de la forma más honesta consigo mismo y comparte desde un lugar más sano con los demás».
Ser aprendiz para no sufrir, ser aprendiz para no alejarse de uno mismo y de los demás, ser aprendiz para conectar con el «lado bueno» de lo que sucede… sin obligarse a verle el lado bueno a las situaciones
Si te dijera que vinimos a este plano a descubrirnos, a aprender que somos parte de un todo en constate cambio y movimiento; que vinimos a experimentar el goce que trae ser lo que somos, que estamos en esta experiencia de vida para sumarle aprendizajes al alma y al colectivo en el que elegimos estar (familia, amigos, relaciones, colegas, ciudad, país, etc) y que dentro de lo que somos: el juicio, las creencias, los dilemas y todo aquello que experimentamos son sólo una porción de eso que hace parte de nuestro aprendizaje y de lo que somos como personas, pero no nos define ni nos marca… ¿cambiaría algo en tu percepción de tu realidad en este momento?
Si te dijera que vinimos a vivir de una forma más fluída, sin tanto rollo y sin divisiones ni fronteras; si te dijera que muchas veces nuestro papel es ser espectadores y ver la vida como una película en la que eliges tomar las lecciones que más necesites o que estén acordes a lo que sabes que puedes (y te permites) aprender… ¿te llevarías a ver lo que te sucede como algo malo es en realidad algo que necesitas aprender? ¿Podrías darte cuenta de que mucho de lo que juzgas no tiene validez ni peso en la realidad misma que ves ante tus ojos? ¿Podrías quitarle al otro el peso de tus expectativas y ver que está en este mundo en la misma condición que tu?
Si te dijera que las acciones, los pensamientos y las palabras, le dan forma a la realidad que vives y que muchas veces con sólo hacer cambios pequeños haces más que cuando te inquietas porque lo que haces no es suficientemente grande o poderoso; y que muchas de las veces en las que hasta por chiste has criticado, ofendido o atacado a alguien (o hasta a tu propio país) ¿Seguirías alimentando el odio con tus opiniones y juicios? ¿Seguirías «mirando la paja en el ojo ajeno? ¿Te sentirías bien al usar los «lugares comunes» con los que nos referimos a otros y a sus acciones?
La divinidad desea que des una mirada más amplia y compasiva al entorno, que te permitas ser aprendiz y des trámite dentro de tí a todo aquello que hace que en este momento de unidad, estés manteniendo tu relación contigo y con los demás desde el «juicio» y desde «las emociones que te nublan la vista»
La vida fluye en formas diferentes ahora, mucho de lo que conocías ya no es como era antes, mucho de lo que vivías no será como antes, muchas cosas que te eran familiares, no serán como antes… salvo tú si eliges no permitirte el cambio, si te entregas a cuestionar lo externo sobre el cuestionarte en lo interno, si te entregas a generar juicios que te desconecten de la realidad que vives, de la persona que eres o de quienes te rodean. Sólo tu puedes intentar quedarte igual mientras la vida misma va hallando la forma, mientras la vida misma va dándote nueva información para tu evolución y tu bienestar; sólo tu puedes intentar elegir desde el miedo que has sido y desde la desconexión contigo que te mantienen al márgen de tu propia vida, deseando más de lo mismo, evadiendo el aprendizaje que viene con tu día a día.
¡Baja la guardia y sé un aprendiz, baja la guardia y entrégate a aprender de lo que vives, baja la guardia y permite que la vida te sorprenda!
Si quieres conectar con la potencialidad de este momento para tí y para lo que vives y deseas que te acompañe a verlo y trabajarlo desde la energía del amor incondicional de la divinidad en sesiones de mensajes de ángeles personalizadas, escríbeme a: [email protected], estoy a tu servicio.