Si las reglas del juego cambian, podemos cambiar con ellas. Si lo que nos funcionaba antes ya no nos funciona más, podemos tomar acciones correctivas. Si lo que representábamos antes ya no nos queda, podemos dejar de ser lo que éramos; si lo que creíamos antes deja de ser relevante ahora, podemos elegir creer algo diferente. Si el control a las personas que somos ya no es soportable (ni justo para con nosotros), podemos liberarnos de lo que nos ata y empezar a tomar acción sobre lo que nos oprime.
Eso que éramos ya no podemos sostenerlo y es más que justo que no lo hagamos. La información que trae cada uno de los días en cada decisión que tomamos nos lleva a conectar con eso que ha estado limitado en cada uno de nosotros, y los cambios que experimentamos son la evidencia misma de que si no nos atrevemos a dar el siguiente paso, el colectivo lo hará por nosotros. Y acá estamos, más listos de lo que creemos para dejar de ser lo que éramos, pero congelados frente a nuestra capacidad de cambio.
El cambiar la definición de los límites como el paso justo frente al “no me arriesgo por miedo a ´perderlo todo´”
Creamos el “arriesgarnos” porque hemos alimentado con el tiempo una separación entre nuestra capacidad suprema de elegir el lugar energético desde el que queremos conectar con lo que nos rodea, y la responsabilidad de “hacernos cargo” de lo que hemos creado con cada decisión que tomamos. Existe el riesgo porque existe el límite, existe el riesgo porque existe la no certeza en lo que nos habita y la desconexión con nuestra soberanía sobre nuestra propia vida.
Dejaríamos de “arriesgar” en el momento en el que empezaramos a reconocer que el plan divino nos muestra siempre aprendizajes, cuando comprendamos que somos responsables de lo que creamos (y que al serlo contamos con los recursos necesarios para ser coherentes con tal creación), que la aceptación nos da lugar en donde sea que nos encontramos y que sólo por medio de ella conectamos con la coherencia que nos permite vivir libres de temores y al servicio de nuestra propia expansión.
No hay nada que “perder” cuando nos reconocemos seres plenos en conexión con lo divino, cuando dejamos de alimentar las máscaras que nos dan seguridad o cuando dejamos de pretender ser quienes no somos… y en últimas ¿qué podemos perder si ya nos tenemos a nosotros?
No hay nada que arriesgar cuando somos soberanos de nuestra realidad (de lo que creamos y de lo que creemos), no hay nada que arriesgar cuando nos reconocemos plenos, abundantes y dueños de lo que somos en medio de todo lo que nos rodea, no hay nada que “arriesgar” cuando vivimos nuestras relaciones con la apertura del aprendiz, con la reverencia del sabio y con la ingenuidad del niño interior que nos habita; no hay que “arriesgar” cuando somos la coherencia que no se pliega ante nada o ante nadie.
Listos para dejar de arriesgar, listos para vivir
De haber sabido hace unos años que viviríamos todo lo que hemos podido experimentar hasta ahora. De haber sabido que seríamos las personas que somos hoy y que tendríamos a nuestra disposición los recursos y los aprendizajes con los que contamos ahora. De haber sabido que en este instante tenemos más información en nosotros de lo que han podido controlar, presionar o intentar cambiar… Primero, no nos hubieramos enfrascado en luchas por la “no represión” y segundo, nos hubieramos tenido más fé y nos hubieramos expandido más confiados en la contención divina (esta fuente ilimitada a la que siempre tenemos acceso).
Así que trayéndonos al momento presente, es el momento justo de experimentar la sabiduría que viene del reconocer que lo que hemos vivido da cuenta del poder inmenso que reside en cada ser (ese poder genuino entendido como energía que materializa milagros – no el poder del ego que se alimenta de la dualidad-), y que es el momento de tomar las riendas de nuestra propia vida y de empezar a decidir lo que vendrá para cada uno de nosotros desde el lugar justo que nos corresponde, desde el lugar de la grandeza y de la confianza. Es el momento de desidentificarnos del miedo y de su información de represión frente a todo lo que en esencia somos, para reconocernos tan amplios y grandes como podemos ser, para vernos de la misma manera en la que la divinidad nos ve.
Si deseas meditar para conectarte contigo y con tu sabiduría interna, tengo para ti en Youtube meditaciones para que te des la oportunidad de escucharte desde una perspectiva diferente (una más amorosa), siguiendo este link: https://www.youtube.com/playlist?list=PLj_hoX5y0THCKl7yuWDZJ-I4yz9Vsk_T5
Si quieres conectar con la energía amorosa que trae este momento para tí y para lo que vives y deseas que te acompañe a verlo y trabajarlo desde la energía del amor incondicional de la divinidad en conversaciones con tus ángeles, escríbeme a: [email protected], o en mi cuenta de instagram @unamentevariante, estoy a tu servicio.