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Publicado el MisterTirado

Dilemas de una primera vez

amorrrrrr

«En estos momentos me imagino que no sobrará el desubicado(a) que pensará que este articulo es de contenido 100% sexual. Déjeme decirle que está en el lugar equivocado. O bueno, quizás más adelante encuentre un poco de eso que esperaba leer aquí».

Entrando en la temática, el estar expuestos a ‘X’ situación por primera vez, es algo capaz de llevarnos a experimentar infinidad de sensaciones desconocidas. Es que en verdad ninguno de nosotros nació sabiendo todo, afortunado Jesucristo que sí. Definitivamente no nos podemos igualar jamás con él. Es que imagínense a uno de nosotros intentando en una boda convertir el agua en vino, o en guaro, en ron o en whisky; simplemente pasaríamos el ridículo. En cambio, la primera vez que él lo hizo, le quedó de maravilla.

Para no alejarnos del tema, abramos el telón para esas circunstancias que a todos en algún momento nos ha tocado experimentar. En las que por más que nos sentíamos preparados, hayamos leído o nos hayan contado. Sucedieron y no sabíamos qué hacer. O pasaron contrario a como imaginábamos.

Por eso querido(a) lector(a) le pido que abra su mente y intente recordar mientras lee, cómo le pasaron a usted algunas de las situaciones que a continuación explicaré. O también identifique algún grado de similitud con ellas aunque parezcan exageradas, y si no le han sucedido aún, tome nota:

La primera tusa

La primera tusa llega tarde o temprano. Aunque las mujeres digan que son las que siempre sufren, les digo que los hombres también tenemos nuestro corazoncito y nos lo rompen. De una u otra forma los fracasos amorosos siempre nos toman por sorpresa. Por lo general de la nada nos enteramos que nos estaban metiendo cachos o sin explicación nos terminan; también existen los casos en los que uno se siente súper tragado de alguien y le pide el cuadre, pero esa persona le dice que no.

La primera vez que esto te pasa es complicado. Es que uno nunca está preparado para que le rompan el corazón y menos cuando lo agarran sin experiencia. Definitivamente cuando se está entusado por primera vez, uno siempre dice que no volverá a creer en el amor, que más nunca se volverá a enamorar, sólo quiere emborracharse y hasta meterse a un monasterio. Algunos les da tan duro que se deprimen, bajan de peso y se alejan del mundo. Afortunadamente un clavo saca otro clavo, al final uno conoce a otra persona y se da cuenta que sí pudo superar aquello que en esos momentos pensabas que nunca lograría.

Por primera vez pierdes una materia

Todo aquel que estudió o se encuentra estudiando, sabe como se siente estar expuesto a que lo evalúen. Lo cual es supremamente estresante, ya que nunca hace falta el tema que no nos entra en la cabeza, también el profesor que nos la tiene montada o el santo que no nos hizo el milagro; total es que a causa de ello perdemos por primera vez una materia, que nos lleva a perder directamente el semestre o hasta el año.

Lo cruel aparte de sentirte el más bruto del planeta, es decírselo a tus padres (partiendo del punto en que eres un buen estudiante, porque el que es bruto es bruto y los papás saben cuando sus hijos lo son). Por eso cuando eres el/la típico(a) aplicado(a), dar la noticia se convierte en toda una novela, en la que crees que tus padres te terminarán crucificando o mínimo botando de la casa. Lo típico en estos casos es que uno se llena de valor y prepara un buen show de dignidad; que incluye sus buenas excusas, promesas y lágrimas en los ojos. Al final los padres siempre terminan creyendo todo lo que se les dice y te perdonan. Resultado opuesto a la novela que uno se crea usualmente en la cabeza.

El primer día de trabajo

Encuestas afirman que el 67% de las personas manifiestan que le tienen más temor al primer día de trabajo que a la entrevista de selección para el mismo. Y es verdad en las universidades los docentes se encargan de sembrarnos ese miedo frente al mercado laborar, quizás cuando uno les escucha las historias siente que lo hacen para meter terror. Pero cuando sales al mundo laboral te das cuenta que en sus relatos tenían cierta razón.

Cuando consigues tu primer puesto pasa algo curioso, obviamente estás contento pero a la vez sientes una incertidumbre al ir por primera vez a tu lugar de empleo. Quizás cuando estabas en plena carrera sentías que te las sabías todas, pero esa fecha en que llega tu primer día de trabajo sientes que no sabes nada, que se te olvidó todo y que no lo vas hacer bien. La noche anterior intentas repasar todos los temas que viste durante los años que te gastaste estudiando, incluso llegas hasta con la agenda que usabas en la universidad.  Cuando entras a la empresa quieres pasar desapercibido pero sientes que todos te miran. Y ni hablar cuando tu jefe inmediato te manda a presentarte con tus nuevos compañeros. En ese primer día de trabajo el reloj avanza muchísimo más lento que lo habitual, y tú sólo quieres salir corriendo de ahí.

La primera borrachera

Un estudio de la Universidad de Salamanca en España arrojó que la edad media de la primera borrachera se sitúa en torno a los 16 años y que los jóvenes se inician en el consumo del alcohol a los 14 años. No es ajeno a ello decir que más de uno de nosotros se emborrachó cuando tenía 15 años en algún quinceañeros. Y no sobran tampoco las mujeres que lo hicieron en su propia fiesta de quinces, ¿Se imaginan? Total es que en estas edades nuestro paladar comenzaba a degustar ciertas notas de alcohol, ya que uno empezaba a ir a fiestas. Eso sí, eramos cuidadosos de cada trago que nos tomábamos, más que todo porque uno evitaba embriagarse y ser el hazme reír de sus amigos; o que nuestros padres nos pillaran tomados y no nos dieran permiso para ir a las parrandas venideras. Lo peor es que a pesar de cuidarse tanto, uno se terminó emborrachando y ni cuenta se dio.

Al día siguiente de la primera borrachera, uno se despierta con un guayabo tenaz y sólo dice: ¡No vuelvo a tomar más en mi vida! Al darse cuenta también que tiene tufo, trata de no acercarse tanto a tus padres y persuadirlos, llega un punto en que uno cree tenerlo todo bajo control. Hasta que llama un amigo(a) a decirte: – Oye severo show el que hiciste anoche, primero comenzaste a bailar solo(a), luego te quitaste la ropa, después te pusiste a llorar; al final nos tocó llamar a tus papás para que te fueran a recoger porque nadie te soportaba y tampoco podías ponerte de pie. Y uno como que: ¿Quién?¿Yo?¿Qué?¿Cómo?¿Cuándo?, ¡¡¡Qué vergüenza!!!

La primera relación sexual

No podemos generalizar, este es un suceso que para hombres y mujeres resulta en dos polos opuestos. Es por ello que para describirlo es mejor diferenciar y de esta manera mencionar como lo toma la gente de acuerdo a su género.

La forma en cómo una mujer toma la primera relación sexual definitivamente es culpa de Disney. Ellas a diferencia de los hombres intentan prolongar este momento lo más que puedan porque quieren que sea mágico, claro está que el mundo ha cambiado tanto que actualmente existen niñas de 15 años que sienten quedadas porque aún son vírgenes. Pero la típica mujer inocente piensa que su primera vez será un cuento de hadas, se esmera por no dárselo al primero que se lo pida y se guardan hasta que llega el «indicado».

A muchas mujeres les pasa que tuvieron un novio con quien duraron tres años, pero con el que nunca estuvieron porque aún no se sentían preparadas. Luego de que terminaron con el tipo, se enredaron con otro y se lo dieron en menos de un mes, y sin ser nada. Quizá porque en el momento se dejan seducir y se dieron las cosas; o porque se cansan de escucharle los cuentos a las amigas y las mata la curiosidad. Pero lo cierto es que cuando les llega la hora del primer contacto sexual, las mujeres le prestan poca atención al desempeño de su verdugo. Ya que entre la mezcla de susto y dolor, sienten que quedarán embarazadas y que se les notará en el caminado que ya no son señoritas. No es ajeno decir que muchas de ellas llegan a sentirse sucias, arrepentidas y deprimidas por no habérselo dado al que era o haberlo dado tan rápido.

Por otro lado a los hombres se nos convierte en un karma ser vírgenes desde que cumplimos los 12 años. Las hormonas, el escucharle las aventuras a los amigos y tener que inventarnos las nuestras. Nos hacen desear con ansias ese momento en que se siente ese «calientico» en el miembro reproductor. Para un hombre perder la virginidad es más una obligación que una historia romántica. Por lo general cuando por fin llega el día y se consigue con quien. Se intenta camuflar el susto y fingir experiencia, pero todo lo traiciona. Se le hace tortuoso ponerse el condón, los brazos se le ponen temblorosos, no encuentra dónde es que se penetra a la mujer y al final termina la faena como el mero gallo. Contra todo pronóstico el hombre pese a los percances, termina sintiéndose airoso, feliz, con ganas de gritarle al mundo que ya no es virgen.

Cuando nos enfrenamos por primera vez a situaciones como estas o a cualquier otras, no sabemos cómo actuar o se nos olvida qué hacer. Es claro que son experiencias que a todos nos toca vivir en algún momento. Es gracioso cuando uno mire al pasado y recuerde cómo se comportó ante tal situación, y por lo general termine diciéndose:¡Pero qué tonto fui!, incluso sienta vergüenza. Al final esos momentos embarazosos que pasamos por culpa de ser primíparos, son de las mejores anécdotas que podemos contar en una tertulia de amigos, asegurándonos un grato momento de diversión. O si fueron traumáticas nos enseñan a qué actitud tomar la próxima vez que toque enfrentarse a una similar. A la final nadie nació sabiendo todo, por algo se dice que ‘más sabe el diablo por viejo, que por ser diablo’.

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 Alvaro J Tirado R.

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