”Hagas lo que hagas, siempre habrá alguien a quien no le parece lo que haces. Suena trillado, pero es una realidad; pues estamos rodeados de seres que por naturaleza tienden a ver la paja en el ojo ajeno».
Es sabido que Dios nos creó tan minuciosamente; que nos hizo distintos en nuestra forma de ser, actuar y pensar. Por ello es que en muchas ocasiones diferimos con otras personas, incluso sin ni siquiera conocernos. A tal punto que podemos despertar sentimientos que enferman el alma como la envidia; una sensación o estado mental en el cual existe dolor y desdicha por no tener lo que el otro tiene. Quizás esto sucede por cuestiones de ‘feeling’ y ‘energías’, o a lo mejor es por culpa del diablo.
Es sensato decir que en algún momento de nuestra vida hemos tenido esa sensación por alguien o que otra persona la haya tenido hacia nosotros. Todo ello es producto de la inconformidad del hombre que hace que continuamente esté buscando a quién seguir, a quién juzgar o criticar, y qué tener para sentirse superior a los demás. Lo que hace que sea incapaz de medir el daño que puede causarle a alguien con un mal comentario o actitud.
Definitivamente no somos “monedita de oro” para caerle bien a todo el mundo. Y aunque creamos estar haciendo lo mejor; siempre nos criticarán, hablarán mal de nosotros y será difícil que todos los que nos rodean estén de acuerdo con nuestra forma de actuar.
En la cotidianidad mujeres y hombres podemos encontrarnos en estas situaciones en las que hagamos lo que hagamos, siempre encontramos a alguien al que no le parece lo que estamos haciendo. Eso queda claro en el siguiente ejemplo:
Una mujer:
Si no tiene curvas, es gorda.
Si adelgaza, se ve enferma.
Si se maquilla, no es natural.
Si no lo hace, es dejada.
Si dice lo que piensa, es una grosera.
Si no lo dice, es hipócrita.
Si se defiende, es peleona.
Si no se defiende, no tiene carácter.
Si se ríe, no es seria.
Y si no, es una amargada.
O
Un Hombre:
Si va al gimnasio, es un metrosexual.
Si no va, es un flojo.
Si gasta mucho dinero, es un despilfarrador.
Si no lo gasta, es un tacaño.
Si tiene varias mujeres, es un perro.
Si no, está quedado.
Si vive en la calle, es un vago.
Si pasa en su casa, es un bobo.
Si es chistoso, es inmaduro.
Y si no lo es, es un aburrido.
Pero, ¿Quién entiende a la gente? Por algo el genial Maxwell dice: “Cuando quieres emprender algo, habrá mucha gente que te dirá que no lo hagas; cuando vean que no te pueden detener y lo estás haciendo de la forma correcta, te dirán cómo lo tienes que hacer; cuando finalmente vean que lo has logrado, dirán que siempre creyeron en ti”.
Es por eso que los comentarios de los demás no deben ser tu punto de apoyo principal. Lo realmente importante es hacer las cosas bien, de la manera correcta, fundamentados en un carácter construido con principios de vida; cuando ello es así, lo último que debes tener es miedo a la crítica, a la murmuración o a la burla. Por eso vive como creas. Haz lo que te dicte el corazón. Haz lo que sientas e díle: “Olé“ de forma elegante a todo aquel que con sus criticas destructivas intente hacerte daño.
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Alvaro J Tirado R.
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