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Cartas desde París desconfinada. Día 01 (Día 58)

Cartas desde París Desconfinada. Día 1 (Día 58)

Salir a la calle.

Celular. Cargador. Llaves. Chaqueta. Gel desinfectacnte. Guantes. Máscara.

La nueva rutina.

El olor de azufre se ha disipado. Desde hoy no es necesario llenar un papel para mostrárselo a la policía en la calle. De todas maneras nunca lo pidieron. Ana, la del otro lado del balcón, se ha vuelto amiga de Leo durante el confinamiento. Los dos intercambiaron dibujos inspirados de « Alicia en el país de las maravillas ». En los últimos días, Ana había terminado por retirar una de las barras que separan los dos balcones creando así un pasaje secreto para que pudiéramos hablar sin tener que mirarnos a través de una reja. Con el tiempo Leonardo descubrió que podía pasar. Ahora casi tenemos un balcón común.

Jamás en la historia de París se había visto tal grado de fraternidad entre vecinos.

Ana, la del otro lado del balcón, tenía que entregar unas llaves cerca a la Plaza de la Nación. Un kilómetro de viaje. En dos meses no había estado tan lejos.

Dice que para nada fue agradable.

Hay que salir.

Celular. Llaves. Billetera. Papeles. Cargador. Guantes.

Máscara.

Al principio uno se dice, no paila, no hay manera de respirar con esto.

Al principio uno dice, al diablo lo que piensen de mí, voy a mostrar mi nariz al viento y si la sociedad quiere juzgarme que me juzgue

Y si traigo el pelo de alguna manera es porque me gusta traerlo así.

No, mentiras. Es porque hasta hoy abren las peluquerías.

La cita del once con el peluquero era un chiste y no lo era. Era una de esas cosas que uno haría pero no hará.

Salir a la calle, respirar a través de filtros el aire que todo mundo respira a través de filtros.

Estrellarse de frente con el vacío de la ciudad llena.

Las filas frente a los grandes almacenes. Ver cómo todo mundo trata de recuperar, yendo de compras, el tiempo perdido.

(Todo mundo está en la calle, por supuesto, pero mucha gente regresa rápido a casa. Como si al final tampoco hubiera gran cosa afuera. París no era una fiesta)

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