Tolima-Tolimán

Publicado el FabiolaH

Patriotismo y el paisito de m…

patriotismo

Mucho tiempo me llevó darme cuenta de lo vacío y bobo que resulta el concepto de patriotismo que nos inyectaron desde pequeños. Nos educaron para “sentir orgullo” por un paquete de cosas que supuestamente nos representan.

Un himno, una bandera, un pájaro, unos colores, una flor, un juramento, entre otros, forman ese extraño listado de “joyas”. Además, como pueblo creativo que somos, se le van agregando a la lista otras variantes todavía más vacías: La marca de una cerveza, un cantante, una cadena nacional de restaurantes, lo que sea.

Busco, pregunto, escarbo y no logro averiguar, para qué era que necesitábamos de ese simbolismo que no expresa nada, ni en mi espacio individual, ni como sociedad.

Irónicamente y como perfecto país de inconsistencias, la violencia, el crimen, el racismo, el abuso, pueden perfectamente ser parte del paisaje. Pero Dios no quiera que alguien hable mal del himno o peor aún de “nuestra” cerveza porque aparecerán personas dispuestas a matar por ello. Y lo ve uno en las redes sociales,cuando un incauto se atreve a «ofender» cualquiera de todas estas estampas en cuestión, aparecen niveles increíbles de violencia «en defensa de la patria», que llegan incluso a convertirse en amenazas de muerte.

Somos comunidad y no me parece que un canto, un rezo o un logotipo es lo que nos haga serlo. Son las características comunes las que nos unen, el espacio geográfico, las circunstancias, la participación que tenemos dentro de ella, el sentido de pertenencia, nuestra contribución individual y colectiva, la familia, los amigos, la solidaridad, las responsabilidades, el compromiso, el cumplimiento de las leyes, las causas comunes y las no tan comunes y el rol que individualmente jugamos ahí adentro, los que realmente nos hacen ser comunidad y país.

Hablaba hace unos días con Víctor, un colombiano de Cúcuta que vive aquí en Guatemala desde hace 8 años. Víctor trabaja en una empresa nacional, es miembro de la asociación de vecinos de su colonia y muy activo en un proyecto que reúne fondos para niños que han sufrido violencia. Tiene una hija nacida aquí y además participa en todas las carreras y maratones que se le ponen enfrente. Víctor se quejaba ese día porque, debido al amargo tráfico de los viernes, no llegó a tiempo para encontrar abierto el comercial donde tenía que comprar algo que le urgía. “Paisito de mierda, tan pequeño que es y uno no logra llegar a los lugares” dijo.

Me quedé pensando que Víctor no es ajeno a esta sociedad, vive aquí en Guatemala por decisión propia y no como muchos de nosotros, que nacimos acá por accidente.

Seguramente Víctor no se sabe el himno, no identifica una Monja Blanca y el quetzal le suena a un ave que vio en una reserva de Costa Rica. No le jura a ninguna bandera y le resulta empalagosa la marimba. De pronto odia la música de Arjona y mantiene una reserva de cerveza extranjera en su casa porque la nacional le da agruras. Aun así, sigue siendo miembro de esta comunidad. Porque no es el patriotismo el que lo hace parte sino su involucramiento y sentido de pertenencia. Y sí, Víctor al igual que yo, podemos llamarle “paisito de mierda” a más de una de nuestras frustraciones sin que sea este motivo de lapidación.

Dice Oscar Wilde que el patriotismo es la virtud de los depravados y yo estoy de acuerdo.

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