
Aquí en Guatemala, hasta hace poco tiempo se escuchaba a algunos de los que buscan eco y aplausos para sus discursos decir «Cuidado porque Guatemala se está colombianizando» y ponían música de suspenso al fondo. Lo decían como si el narcotráfico y la violencia fueran producción y exportación exclusiva de Colombia.
Resulta que la colombianización llegó a Guatemala sí, pero no con el rostro del diablo que nos advertían.
Llegó cubierta de hermosa literatura, música contagiosa, acompañada de un tratado de libre comercio, cubrió franjas de telenovelas, con olor a café (pronto se va a inaugurar la primera tienda Juan Valdez en estas tierras que también son cafeteras), de fútbol que celebramos, industria energética y hasta publicistas de todos colores. Incluso nos mandó los jeans levanta cola porque esas curvas a lo Sofía Vergara en tiendas de pantalones con nalgas colombianas, también las queremos aquí. Colombianizar parece haber dejado de ser una mala palabra.
Y hoy se me antoja pensar positivo ¿Qué pasaría si nos proponemos colombianizar también la paz?
twitter @Tolima_Toliman