Las cosas no suceden por arte de magia, cuando una situación buena o mala aparece en nuestra vida es el resultado de lo que consciente o inconscientemente hemos sembrado, por ejemplo, si en los exámenes de sangre nos salió el colesterol alto quizás se deba a las tortas de chocolate que varias veces a la semana acompañan a nuestro café de las tardes. Y más que darse látigo o culparse, la idea es entender que en nuestras manos está la decisión de seguir con la vida que llevamos y aceptarla sin quejas, o por el contrario empezar a cambiarla para lograr los resultados que queremos.
Albert Einstein decía que es locura hacer la misma cosa una y otra vez esperando diferentes resultados, y muchos años después esta frase sigue siendo notable. A veces andamos por la vida con el piloto automático y repetimos las mismas acciones que no nos llevan a ningún lado diferente. Por tanto, los propósitos de año nuevo quedarán como bonitos deseos si no van de la mano con la creación de buenos hábitos, ya que estos influyen positivamente en nuestra productividad y bienestar.
De acuerdo a investigaciones científicas los hábitos son un conjunto de elecciones, y estos existen para ahorrarnos esfuerzos, pues al hacer algo frecuente como peinarse el cabello, nuestro cerebro puede descansar y relajarse, así que esta acción aparecerá automáticamente y será parte de nuestra cotidianidad.
Los hábitos nacen gracias a una señal de nuestro cerebro que lo selecciona como tal, luego se desarrolla una rutina y finalmente existe una recompensa por hacerlo, y esto es lo que nos recuerda que dicho hábito se debe repetir. El problema es que el cerebro no distingue cuando un hábito es bueno o es malo, así que de manera mecánica lo seguiremos perpetuando a menos que se haga un alto en el camino.
Por consiguiente, si queremos mejorar nuestra calidad de vida y ocuparnos de ciertos aspectos que se encuentran descuidados, debemos empezar a ser conscientes de los hábitos actuales y analizar que viejas mañas debemos soltar o por el contrario que nuevos hábitos debemos implementar para modificar nuestros comportamientos del presente.
No es fácil cambiar de costumbres sobre todo si llevamos mucho tiempo en dicha situación, por eso una forma de aceptar las reformas es a través de buenos argumentos, y lo primero es mirar el proceso como una muestra de amor propio y de compromiso hacia nosotras mismas. Si nos queremos lo suficiente entonces aparecerá la primera motivación y poco a poco surgirán otros argumentos importantes.
Lo segundo es ser honestas, chequear durante varios días lo que hacemos y como lo hacemos. Por ejemplo, si dentro de sus propósitos se tiene fortalecer la salud, analicen cuanto tiempo le están dedicando al descanso, si llevan trabajo a la casa, si no se alimentan bien, si no saben delegar, si se ofuscan demasiado, y luego de considerar todo eso, encontrarán las causas que las alejan de la VIDA 10, por consiguiente esto las llevará a implementar nuevos hábitos como dormir más de 6 horas, comer más verduras, aprender a meditar, tratar de ser más productivas en la oficina para salir temprano y desconectarse. Y así pueden seguir haciendo este ejercicio con los demás aspectos de su vida (familia, espiritualidad, finanzas, etc), por ejemplo, si en crecimiento personal se rajaron porque quisieran viajar más, entonces examinen si deberían crear el hábito de ahorrar, gastar menos dinero en pendejadas o empezar a buscar un nuevo trabajo en donde ganen más, lo que les permitirá tener mayores recursos para conocer nuevos lugares.
Para que cumplan sus metas deben tener un plan de acción, con pequeños propósitos realistas que las llevaran paso a paso al objetivo final, también hay que darse cuenta de la importancia de ser constante, buscarle el lado bueno a este nuevo hábito y reforzar la recompensa para que sea más sencillo convencer al cerebro y a la fuerza de voluntad. Si desean bajar de peso imagínense con ese vestido que tanto te gusta y que hace rato no se ponen porque les queda pequeño, o si desean verse más con sus amigas recuerden lo bien que la pasan juntas y saquen el tiempo para tomarse un café por lo menos una vez al mes. Si queremos que algo se concrete, hay que ponerle la energía y dedicarle ciertos minutos u horas diarias. En la búsqueda de buenos y nuevos hábitos nos vemos obligadas a administrar mejor el tiempo y dedicarnos a lo verdaderamente importante. El problema no es la falta de tiempo sino a que le estamos dando más energía en nuestro día a día.
Y no hay porque sentirse frustradas cuando las cosas no fluyen, o rendirse porque la primera vez no nos fue bien, hay que seguir y mantener el entusiasmo, y más allá de obsesionarnos con la meta hay que aprender a gozarse el camino, recuerden que el propósito no es buscar la perfección o presionarnos más de lo que ya estamos sino de disfrutar en todo momento, el aquí y el ahora.
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