Solteras DeBotas

Publicado el Solteras DeBotas

El éxito está en aprender de tus fracasos

Nos enseñaron que a cierta edad debemos tener esto o aquello, como si fuera una lista de mercado que hacemos de todas las cosas materiales y externas que en teoría ya tendríamos que estar disfrutando, entonces nos sentimos mal y nos achicamos porque nuestra imagen actual no encaja con las expectativas propias y ajenas.

Estamos tan preocupadas buscando el éxito que se nos olvidan las lecciones importantes que dan las frustraciones.

Celebramos cuando nuestros deportistas meten un gol o ganan una carrera pero no nos preguntamos cuantas veces tuvieron que perder y caerse para llegar hasta donde están.  Así mismo, detrás de varios descubrimientos de la humanidad hay cantidad de ensayos y errores, sin embargo no hemos sido capaces de entender que en la vida ocurre lo mismo.

Nos da miedo perder o cometer un error, siendo que es algo natural que hace parte del crecimiento personal. El miedo a fallar nos lleva a forzar las cosas, así que presionamos aquí y allá, entonces las vainas no fluyen porque no aceptamos la realidad de una situación.

Y aceptar un fracaso no está mal, al contrario, es un punto de partida para analizar que pasó y reconocer que cosas pueden hacerse mejor en una próxima vez.

Si emprendemos y no nos va bien, nos rendimos y buscamos empleo porque esto de hacer empresa no es para nosotras. Si nos fue mal en una relación afectiva, elegimos odiar a los tipos y perdemos la fe en el amor.  Nos llenamos de dudas y dejamos que nuestras creencias limitantes nos apabullen.

Una quiebra o un divorcio solo serán fracasos cuando no aprendemos las lecciones que nos dejan, o cuando no somos lo suficientemente flexibles para entender las señales y cambiar de estrategia.

Y la verdad es que no es fácil perder, a nadie le gusta llevar esa etiqueta, ni sentir aquella impotencia maluca de cuando las cosas no salen como se esperaba. A nadie le gusta comer mierda, llorar, tener el corazón roto o ver la cuenta en ceros. Solo pónganse a pensar en cómo nos tratamos cuando nos equivocarnos, la cantidad de látigo mental que nos damos, por no ser perfectas.

No obstante, al enfocarnos en el dolor y la lástima nos volvemos víctimas en vez de vernos como sobrevivientes. Al tenerle pánico a la incertidumbre, nos llenamos de velos que nos impiden ver todas las posibilidades que hay detrás del supuesto desplome.

Personas que hoy tienen grandes empresas o lideran importantes proyectos, recibieron bastantes portazos en la cara y hasta burlas, pero supieron convertir esa mierda en combustible para seguir adelante.

Obvio que no se trata de continuar tercas como una mula y aguantar los golpes de la vida sin un mínimo de sabiduría, porque a veces nos aferramos a una idea/gente/negocio que en definitiva no funciona… también hay que saber cuándo soltar.

Luego del respectivo totazo hay que hacer la pausa correspondiente, darse el tiempo para sentir cansancio, para llorar y quejarse. Luego perdonarse y sanar, y así con la cabeza más fría y el mar de emociones en calma, analizar las fallas, buscar alternativas, o empezar de nuevo. Recuerden, no hay un límite de edad para reinventarse.

El fracaso nos puede hundir, pero si desarrollamos la suficiente intuición podremos salir a la superficie. Si cultivamos el sentido del humor, sabremos reírnos de la adversidad y le quitaremos algo de poder a la tragedia.

El fracaso nos enseña a tener paciencia pues todo proceso toma su tiempo, también nos ayuda a enfocarnos más en el bienestar que en el éxito, porque si estamos siendo infelices en el camino entonces el fruto de la meta no será tan dulce, hay que aprender a saborear las diferentes etapas. Fluir si, forzar no.

Finalmente el fracaso nos enseña a ser fuertes, a perder el miedo a caer 100 veces porque nos levantaremos 101 vez más.

Hagamos las paces con el fracaso y por supuesto con nosotras mismas.

Valeria DeBotas

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