Fue obrero de construcción, boxeador, operador de sonido, militar consagrado, héroe discreto (que evitó un secuestro), y empleado de Transmilenio. Chocoano, hombre de hogar, dejó dos hijos oficiales del Ejército Nacional.
Por: Carolina García*
El actual enemigo invisible de la humanidad causó el fallecimiento del Sargento Primero del Ejército Leovan Valoyes Ramírez a sus 62 años.
El hijo de Leoncia Ramírez y Juan Francisco Valoyes, campesinos humildes y luchadores del Chocó, único varón entre 12 hermanas, había nacido en Puerto Echeverry, corregimiento del Alto Baudó, el 05 de junio de 1959.
Desde los nueve hasta los 11 años fue obrero en un colegio cerca al barrio Niño de Jesús de Quibdó, donde residía. Su jornada laboral empezaba justo cuando apenas el sol se asomaba.
Le tocaba cargar y descargar materiales de construcción y moverlos a las áreas de trabajo. Sirvió de apoyo durante dos años en varias obras de su barrio, bajo muchos soles encendidos y picantes. Allí aprendió el valor y el esfuerzo que debía hacer para salir adelante.
Entre los 15 y los 16 años fue boxeador en Quibdó, pues era un joven fornido y lleno de vitalidad. Sus vecinos decían: “pegaba duro, eso era como si le pasara un camión por encima. Leovan era de respeto y tan niñito que era”.
En el año de 1976 y con tan solo 17 años trabajó como operador de sonido empírico en la Emisora Brisas del Citará en la capital del Chocó. Su excompañero de trabajo en cabina, Aldemar Valencia Murillo, dice que «se fue mi amigo de juventud; siempre lo recordaré”.
Vida militar
A los 19 años inició su carrera militar en la Escuela de Suboficiales Sargento Inocencio Chincá de Popayán, el 15 de agosto de 1978. Duró un año y la pudo costear con los ahorros que con mucho esfuerzo había guardado cuando trabajó como operador de sonido.
Su motivación para ingresar a la vida militar nació cuando presenció casualmente un desfile de la Escuela Militar de Suboficiales en Cali, a donde había ido a realizar un entrenamiento de boxeador.
Centró sus ojos en los distinguidos hombres que portaban un uniforme beige y les preguntó a qué fuerza pertenecían. Se propuso trabajar día y noche para conseguir unirse a esa fuerza militar y algún día poder portar ese uniforme.
Lo logró y entró al curso 22, donde se destacó por su disciplina, orden y buen comportamiento. Se sostuvo allí lavando y planchando los uniformes de sus compañeros los días domingos y festivos, sacrificando su descanso.
Su mente le mostraba una y otra vez que el camino para llegar a la meta estaba cerca. Se esforzó tanto por sobresalir que fue nombrado el mejor cornetista por sus capacidades y porque su presentación personal era impecable.
“Era el mejor tocando la corneta. Yo pertenecía al curso 23, pero Dios nos dio la fortuna de conocernos y ser amigos”: lo recuerda Tomás Ojeda.
En la parte deportiva fue pentatlón militar por su buena condición física y de dragoneante fue seleccionado para pertenecer al Arma de Caballería. Realizó su fase de mando en el Grupo de Caballería en Ipiales, Nariño, y en 1979 fue trasladado, ya siendo Cabo Segundo, al Grupo Rincón Quiñónez, que en ese momento estaba en Bogotá.
Su compañero y amigo, el Sargento Mayor Esteban Godoy, quien además escogió al Sargento Leovan como padrino de su hija Carolina por la cercanía que tuvieron, pues el destino los mantuvo unidos desde que estudiaron en la Escuela de Suboficiales, lo recuerda:
“Él era buen amigo; fue mi compañero en el grado de Cabo Segundo en el Ejército. Nos encontramos nuevamente en los cursos para ascenso de Sargento Segundo a Sargento Viceprimero y a Primero, y así sucesivamente. Siempre me lo encontraba y nunca cambió esa actitud de líder, de buena persona y su manera de impactar con su sonrisa“.
Su faceta familiar

Un buen día el amor tocó a su puerta. Al Grupo Rincón Quiñonez llegó una linda joven, hermana de un compañero, que había ido a visitarlo. Leovan la miró y los latidos del corazón se empezaron a acelerar. Desde ese momento supo que Blanca Cecilia Casallas Villamil iba a ser su compañera eterna.
El 03 de julio de 1982 unieron sus vidas por medio de los votos matrimoniales. Él vestía su impecable uniforme y ella un vestido blanco muy elegante. Al poco tiempo su amor dio frutos: tuvieron tres hijos. Juan Carlos, Jhon Leovan y Francisco David, y Sofía, una niña que adoptó y quiso como suya, a la que le brindó el mismo amor y cariño que a sus hijos varones. Un padre ejemplar que tenía dos pasiones: su familia y su carrera militar.
Tuvo un matrimonio que duró 39 años porque la muerte los separó, pero se cumplió su deseo: Blanca Cecilia fue su compañera incondicional de luchas y batallas hasta el último momento.
“Una particularidad que tenía mi papá es que le gustaba vestirse bien y oler bien., De hecho, aquí en su casa dejó una colección de lociones. Era amante de los lapiceros Cheaper y Parker”, comentó su hijo Jhon Leovan Valoyes Casallas, Mayor del Ejército Nacional.
Valoyes Ramírez merece ser recordado por su alegría y su manera tan positiva de ver la vida, Era un chocoano de pura cepa al que le gustaba la salsa y la chirimía y de vez en cuando comerse un buen manjar típico del chocó: plátano con queso y, ¡por qué no!, un rico bagre en salsa.
Héroe discreto
Solo sus hijos y amigos más cercanos supieron esta historia que hoy sirve para retratar su valor y su forma de ser. En 1999, salía a hacer unas diligencias en la carrera 8va con calle 100 de Bogotá, donde hoy queda el Comando de Reclutamiento del Ejército y para esa época era el Batallón de Policía Militar número 15.
De pronto observa que sujetos armados se están intentando llevar a un hombre. Su instinto fue actuar inmediatamente y tratar de evitar que lo raptaran. El Sargento Primero se encontraba solo y en su día de descanso, y aunque no portaba su uniforme, reaccionó.
Se enfrentó contra los sujetos armados, usó su entrenamiento militar y abatió a dos de ellos, logrando evitar que se llevaran al hombre, que resultó ser el hijo de un importante empresario del país. Aunque no le otorgaron una condecoración por ello, poco tiempo después fue citado en la Alcaldía de Bogotá, donde lo felicitaron. Un héroe discreto.
Vida civil

Luego de retirarse del Ejército en el año 2001, tras 23 años de servicio militar, empezó a trabajar en el Transmilenio de Bogotá a sus 42 años, donde estuvo por 14 años. Después le surgió el deseo de seguir superándose y de que sus conocimientos pudieran aportar a construir una mejor sociedad.
Es por eso que en el 2015 decidió estudiar Administración logística en el Sena; se graduó en el 2017. Posteriormente estuvo a punto de lograr su título como Ingeniero Industrial en el Politécnico Grancolombiano, faltándole tan solo 4 meses para culminar su carrera .
Su hijo Francisco David Valoyes Casallas, también Mayor del Ejército Nacional, del Arma de Artillería define a su padre: “siempre aportó su granito de arena para ayudar a las personas y fue un ejemplo para nuestra familia. Es admirable sus ganas por sacarnos adelante”.
El Sargento Primero Leovan no exigió la carrera militar a sus hijos Jhon y Francisco. Ellos decidieron estudiar para ser oficiales porque los motivó la historia de vida de su padre y quisieron continuar con su legado.
El Sargento Primero Leovan Valoyes Ramírez recibió condecoraciones de la Policía Militar, virtudes militares: Córdoba y Nariño,Tiempo de servicio 15 y 20 años y también se hizo merecedor de la condecoración Miguel Antonio Caro.
*Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 1: Reconocimiento e integración. Iniciativa: Memoria histórica y social. Proyecto: Obituarios.