Con Mónica Castillo, voz de La Mojarra Eléctrica; Absalón Sinisterra, director de AfroPacífico, y Éibar Gutiérrez, actor y juglar urbano vallenato, con la conducción del productor general de El Espectador, Élber Gutiérrez.

En la 35 Feria del Libro de Bogotá, como cierre de la agenda de afrocolombianidad, de alianza entre El Espectador y Fundación Color de Colombia.

Por Daniela Castillo* @castilloparradani

El episodio comenzó de modo inmejorable.  Con Éibar Gutiérrez en su acordeón y el acompañamiento de Absalón y Mónica Castillo cantando La Gota Fría.

La primera pregunta giró en torno a sugerencias o consejos que los panelistas consideran importantes compartir con las personas que desean hacer parte de la industria independiente de la música. Ahí el llamado fue a investigar, a trabajar y a sentir la música, como lo expresó Éibar Gutiérrez: “La música es el oficio, pero también es el deleite del alma”.

Élber Gutiérrez (izq), productor general de El Espectador, anfitrión de la charla con Mónica Castillo, Absalón Sinisterra y Éibar Gutiérrez. 30/abril/2023.

Una segunda pregunta clave apuntó a las barreras raciales que pueden existir en esta industria. Dos de los panelistas concuerdan  en que  en Colombia sí existen dificultades raciales y es más fuerte y visible para los músicos que se dedican a los ritmos del Pacífico y el Caribe.

“Ustedes escuchan los discos, pero el agua que ha corrido debajo del puente es bastante tormentosa”, afirmó Absalón.

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Se abrió el micrófono para que el público realizara preguntas a los invitados y una de ellas versó sobre las estrategias que se pueden aplicar para que estos ritmos tradicionales luzcan “atractivos” para la industria musical.

Los tres músicos coincidieron en que existe una línea y un equilibrio entre los ritmos tradicionales y los que han evolucionado y se mezclan con los ritmos modernos, es decir, respetar que existe un lugar de partida, en ese caso, los ritmos y su instrumentaría tradicional, y que esto permite que se puedan hacer cosas nuevas.  Una “música fusión”, como lo nombró Mónica Castillo.

Para este punto del conversatorio, con el público entusiasmado y pidiendo más interpretaciones por parte de los músicos, Absalón nos deleitó con una canción que cuenta partes de la historia de sus antepasados que en definitiva nos conmovió y tocó fibras en él y dijo: “cualquier cosa que me pasa, voy a la música”.

Por último, una pregunta proveniente del público dio paso a que los invitados dieran sus puntos de vista y estrategias que implementarían, para no dejar que los ritmos tradicionales afrocolombianos mueran y, además, para darles visibilidad, apreciarlos y admirarlos en la educación primaria y secundaria.

Éibar Gutiérrez expresó que “a los niños, se les debe aclarar que la música y el arte son el tesoro más grande que tiene Colombia”.

Por otra parte, Mónica y Absalón compartieron la opinión de que a los colegios se les debe regresar la música, el baile, el arte y desde ahí, empezar a darle visibilidad a los ritmos afrocolombianos.

Seguida de otra interpretación por parte de los invitados, se le dio el cierre a este conversatorio para la trigésima quinta edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

Si bien este conversatorio fue muy alegre, debido a la música que pudimos escuchar en vivo, también fue un momento en el que se pudo reflexionar de manera más consciente lo mucho que significan estos ritmos afrocolombianos para nuestro país y nuestra historia.

Lo más emotivo de todo el conversatorio fue ver cómo los músicos plasman en sus letras y en estos ritmos, sus experiencias más personales, refugiándose en la música y así mismo permitiéndose hacer catarsis. Esto es un ejemplo de que la música es una vía que refleja historia y acontecimientos que no se encuentran en libros de historia.

La música y el arte son patrimonios inmateriales de Colombia.  Ahí está la razón por la cual es considerado como uno de los países más alegres, y no hay que permitir que se olvide, se guarde en un baúl y no se vuelva a usar más.

Lo justo para estos ritmos tradicionales es admirarlos por viajar a través del tiempo, contarnos historias y regalarnos parrandas inolvidables. Sin duda este conversatorio fue un gran homenaje al currulao, a la champeta, al mapalé, al vallenato y a todos los demás ritmos que conforman estas hermosas regiones de nuestro país.

*Estudiante de la Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Santiago de Cali, en acuerdo de prácticas de Redacción con Fundación Color de Colombia. 

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