Putamente libre - Feminismo Artesanal

Publicado el Mar Candela

La violencia policial es sistemática

  • Tampoco podemos respirar

¿Qué clase de agente de policía se atreve a atentar contra la vida de otro ser humano indefenso “a punta” de taser? ¿Qué clase de ser humano no se detiene ante las súplicas de otras personas, ni aun sabiendo que lo están grabando?

Son preguntas que me invaden mientras me contesto otras: No, en Colombia tampoco se puede respirar. No, ni el poder de las redes sociales ni el de las cámaras omnipresentes pueden frenar la brutalidad policial alimentada, frecuentemente, por pronunciamientos deslactosados de los gobernantes alrededor del mundo. No, aunque lo deseemos con todo el alma, las vidas colombianas hoy no le importan a muchas personas.

Y surgen los “chorros de babas”. Que por unos pocos no podemos juzgarlos a todos: lógico. Que hay que darle tiempo a las investigaciones: obvio. Que son nuestros héroes: lo uno no quita lo otro. Que el llamado a la moderación, cuando un agente de la policía da ejemplo de todo lo contrario. ¿Es mucho pedir que nuestros líderes y lideresas puedan, por un día, dejar lo “políticamente correcto” y se pronuncien sobre lo que de verdad hay que decir más allá de los lugares comunes?

Que se atrevan a decir, por ejemplo, que como comandantes en jefe asumen la responsabilidad por los aciertos de su gente, pero también por las barbaridades que generan a veces. O que, yendo más allá, se atrevan a pedir perdón por algo que, prácticamente, no lo tiene.

La salida manida de comparar los “desaciertos” de la fuerza pública con las barbaridades de los grupos al margen de la ley claramente es un truco retórico. Es evidente que lo que hacen las personas que están llamadas a defender la ciudadanía y que se alimentan con los impuestos de la gente no se puede medir con el mismo racero que lo que hacen quienes, por una u otra razón, se declaran en contra del Estado.

Pero ¿Qué se les da? La salida fácil es decir que todo lo malo de la fuerza publica son casos aislados y que, en cambio, todo lo malo de otros actores sí es sistemático y no excepcional. ¡Qué más no quisiéramos! Ahí están los periódicos para sembrarnos dudas razonables al respecto.

Algo andará mal para que a alguien evidentemente inmovilizado lo maten con un taser sin contemplaciones. No todo puede ser un caso aislado. ¿Qué falló en la selección? ¿Qué en la formación? ¿Qué errores hubo en las instrucciones impartidas por superiores? ¿Qué tipo de dinámicas hacen que ni siquiera con el asesinato reciente de George Floyd en los Estados Unidos un agente se cuestione si se está sobrepasando? ¿Qué le hace sentir tan empoderado para pasar por encima de los Derechos Humanos de forma flagrante y pública?

No, Presidente Duque. Esto no se trata de deshonrar el uniforme. De todo lo grave que pasó en la muerte de Javier Ordóñez , con todo el respeto, lo del uniforme es, aunque muy doloroso, lo de menos.

Le aseguro que a la esposa y a los hijos del fallecido poco les importan en este momento esas telas. Unos hombres bajo su comando asesinaron a un ciudadano indefenso cuando de ellos se esperaba exactamente lo contrario: que cuidan y protejan con mesura y buen juicio. Se supone que para eso han sido formados. Le aseguro, Presidente, que lo que se ha deshonrado es la vida de los colombianas y colombianas, y eso, señor Duque, es muchísimo más grave.

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