Fotografía: Andrés Reina

Sello Pablo

Hace unas semanas hablé con Carolina Montoya, una comunicadora, empresaria y mamá azul que transformó su vida por completo, convirtiendo su experiencia personal en una oportunidad para mejorar la realidad de las personas que habitan el mundo desde las neurodiversidades. La historia que me compartió sobre su hijo Pablo me confrontó, no como un cuento de superación, sino como un punto de partida para mi propia lucha y resistencia. La suya es una “causa azul” que, a través de su relato, me llevó a reflexionar profundamente, pues como mujer neurodivergente y autista, su experiencia me interpela de manera personal.


A partir de su historia, que narra cómo el diagnóstico de Pablo la motivó a crear el “Sello Pablo”, me surgieron preguntas que me invitan a un análisis más profundo. Mis reflexiones se centraron en la visión estereotipada e infantilizada del autismo en nuestra sociedad. Pensé en la necesidad urgente de una visión neuroafirmativa que nos permita dejar de ver la neurodivergencia como una patología y abrazarla como una parte natural de la diversidad humana. También me cuestioné: ¿qué pasa con esas familias que no tienen los recursos para brindarles a sus hijos neurodivergentes la atención que necesitan? ¿Dónde están las políticas públicas inclusivas y la flexibilidad curricular que tanto necesita la educación?


Carolina me miró a los ojos con una sinceridad que me conmovió y me dijo que todo nació por una situación personal que la atravesó. No se trató de una elección para ayudar a una causa abstracta, sino de una respuesta nacida desde su propia realidad. Y esa es la consciencia de la que quiero hablar. Ella nos muestra cómo ha evolucionado en su conocimiento y autorreconocimiento de esta realidad, y a través de sus redes sociales, nos invita a celebrar los logros de su hijo, recordándonos que la valía no se mide por neurotipos.

Le expresé mi admiración, mi respeto y mi gratitud por su valentía. El testimonio de Carolina es un espejo que nos muestra las grietas de una sociedad que aún falla a las personas más vulnerables. Ella, una comunicadora que se convirtió en una voz líder, me permitió, a través de su experiencia, ver con aún más urgencia la necesidad de construir un PEI (Proyecto Educativo Institucional) que proponga un lenguaje neuroafirmativo y un enfoque que deje de ver la neurodivergencia como un déficit.


La invitación a reflexionar juntas

Si esta columna ha despertado tu curiosidad, te invito a ver el diálogo que sostuvimos. Este texto es solo el abrebocas de una conversación que nos lleva por la reflexión y el peso de la exclusión. Su historia no solo me inspiró. Es un faro de esperanza que invita a la acción. Su capacidad para transformar su vida en una causa, su resiliencia y su lucha por un mundo más justo, nos recuerda a todas las personas que el camino hacia la inclusión es un deber.

Te invito a ver la entrevista completa aquí:

Te invito a seguir a Caro Montoya, a conocer de primera mano su trabajo y a unirte a su causa. Busca ahora mismo su cuenta de Instagram @caromontoyamz. Su causa es la de todas las personas.


Colofón

Agradezco de corazón a mis compañeras de este viaje educativo por su tiempo y a cada persona que lea esta columna.Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a la Fundación Bio Entorno por brindarnos su valiosa locación para llevar a cabo este evento. Su compromiso con la comunidad y su apoyo incondicional han sido fundamentales para el éxito de nuestra iniciativa Educomunicativo desde Feminismo Artesanal.

Un agradecimiento muy especial a su presidenta, Silvana Mojica, cuyo liderazgo y dedicación han hecho posible que esta colaboración florezca. Gracias por creer en nuestra causa y por su incansable esfuerzo en promover un entorno más sostenible y solidario. Esta es la perspectiva de una escribidora Educomunicadora y feminista Artesanal. Fotografía: Andrés Reina

Con cariño para una audiencia sentipensante.

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