Comparto con ustedes una reflexión personal acerca de la serie “Dr. Muerte” (también conocida como “Dr. Death”).
Comparto con ustedes una reflexión personal acerca de la serie “Dr. Muerte” (también conocida como “Dr. Death”).
Comparto con ustedes una reflexión personal acerca de la serie “Dr. Muerte” (también conocida como “Dr. Death”).
La serie “Dr. Muerte” en su primera temporada resalta cómo la ambición económica prevalece sobre la ética profesional en el ámbito de la salud en Estados Unidos.
En mi opinión, la ambición empresarial afecta la práctica profesional en todas las disciplinas.
Esta serie, basada en hechos reales, narra la historia del neurocirujano estadounidense Christopher Duntsch. Joshua Jackson interpreta a Duntsch, quien fue una promesa en la comunidad médica de Dallas. Sin embargo, su trayectoria tomó un rumbo tenebroso al mutilar de manera irreversible a sus pacientes y provocar la muerte de dos de ellos
A través de la trama, se evidencia cómo individuos sin las capacidades idóneas para ejercer la cirugía obtienen licencias en varios Estados debido a los intereses económicos de los empresarios del sector médico.
Según afirmaron en la serie, este fenómeno persistirá.
Antes de entrar en materia para mejor comprensión de la temática que estoy tratando debo poner sobre la mesa tres conceptos . Neurodiversidad, neurotípico y neurodivergente
- Neurodiversidad: Se refiere a la variabilidad natural en el funcionamiento cerebral y las diferencias neurológicas entre las personas. Reconoce que no hay un “cableado” cerebral estándar y valora la diversidad de habilidades y perspectivas.
- Neurotípico: Describe a las personas cuyo funcionamiento cerebral se ajusta a las normas sociales y cognitivas predominantes. Son quienes viven sin condiciones neurológicas atípicas.
- Neurodivergente: Hace referencia a las personas con diferencias neurológicas, como autismo, TDAH, dislexia o trastornos del ánimo, entre otros diagnósticos. Estas diferencias no son patologías, sino parte de la riqueza de la neurodiversidad humana.
El personaje principal, es neurodivergente, y un profesional incompetente, es relevante señalar que esto pudo haber ocurrido también con una persona neurotípica.
La realidad de este médico nos trae a colación el cuestionamiento sobre los derechos de las personas nuerodivergentes a su desarrollo humano integral y la tanto necesaria como obligada eficiencia profesional.
Es crucial recordar que no todas las personas nuerodivergentes son óptimas en todo, al igual que las neurotípicas.
Ninguna persona es eficiente en todas las disciplinas del conocimiento.
Debemos evitar los prejuicios que limitan el desarrollo pleno de las personas nuero divergentes en la educación superior ,en cualquier ámbito formativo y laboral.
En este contexto, es esencial hallar un balance entre asegurar los derechos de las personas neuro divergentes al mismo tiempo que se mantiene la seguridad y eficacia en todas las profesiones .
Especialmente aquellas en las que una falla podría acabar con la vida de alguien.
Ser neurodivergente no significa ser mediocre o carecer de principios éticos.
Es crucial ser conscientes, tener control sobre nuestras habilidades y proyectos, igualmente que actuar con responsabilidad.
Al luchar por nuestros espacios y herramientas adaptativas, defendemos el derecho a una educación diseñada para nuestras necesidades específicas de aprendizaje.
No obstante, también debemos aceptar que desear algo no siempre equivale a poder realizarlo. La ética debe ser la guía en nuestro proceso educativo.
Mi dedicación a la investigación sobre la neuro divergencia es profunda.
Como periodista y comunicadora, mi objetivo es contribuir con aportes significativos que fomenten el desarrollo pleno de las personas neuro divergentes.
Cada día me enfrento a nuevos temas de debate y dudas. Mi anhelo es que cada pequeña contribución genere un impacto positivo.
La historia de Duntsch es alarmante y nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad y la ética en la medicina.
En todas las disciplinas profesionales
En la actualidad, contamos con ejemplos inspiradores, aprovecho para hablarles de alguien a quien admiro profundamente por representar un triunfo para la justicia social y los derechos humanos, en especial para el feminismo y las personas neuro divergentes.
Me refiero a Mar Galcerán, la primera diputada con síndrome de Down. Como miembro del Partido Popular, Mar hizo historia al ser la primera persona y mujer con síndrome de Down en ser elegida diputada para un parlamento regional en Europa.
Representa una silla en el parlamento de la Comunidad Valenciana y su misión es transformar la percepción sobre las personas con capacidades diferentes.
La diputada española con síndrome de Down es un ejemplo de que cada individuo es único y posee habilidades distintas.
La inclusión y el respeto deben ser nuestro norte, independientemente de si somos neurotípicos o neuro atípicos.
Debemos luchar por nuestros derechos, pero también ser responsables al ejercerlos para contribuir a una sociedad justa, algo esencial en estos tiempos posmodernos que demandan nuestra integridad.
En una era donde coexistimos con la estupidez humana y la inteligencia artificial, tenemos el deber ético de reafirmarnos como especie siendo personas íntegras.
No puedo ocultar lo difícil que ha sido para mí reconocerme abiertamente como neurodivergente.
Vivimos en un mundo donde los derechos humanos, lamentablemente, siguen siendo un privilegio en lugar de una norma.
Desde el momento en que me identifiqué y comencé a comprender mejor mi vida, mi activismo tomó un nuevo significado.
Me di cuenta de que los temas relacionados con la cognición son tan políticos y sociales como los de clase, raza o género. Así que decidí desnudar mis propias luchas para dejar de sentirme miserable. Aquí estoy ahora, enfrentando dificultades pero manteniendo mi dignidad intelectual.
Hablar sobre las neurodivergencia se ha convertido en una parte crucial de mi compromiso con las transformaciones sociales.
Observé a personas mucho más jóvenes que yo lidiando con exigencias académicas que no se alineaban con sus capacidades cognitivas. Esto sucedía tanto en instituciones educativas privadas como públicas.
Pese a las dificultades, logré “el milagro” de acceder a la educación superior, a pesar de provenir de una situación de pobreza extrema y ser hija de la violencia intrafamiliar.
Tardé más de dos décadas en lograrlo.
No comparto mi historia en busca de lástima, sino para arrojar luz sobre las condiciones que perpetúan la desigualdad y niegan derechos fundamentales.
Para concluir, les recomiendo ver la serie. La primera temporada, que se centra en la vida de Duntsch, ofrece valiosas lecciones sobre la neurodivergencia y la ética médica. A veces, las historias nos conmueven y nos motivan a luchar por un mundo más justo y solidario
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