Alejandro Gaviria Más allá del partidismo

Introducción

A mí, como comunicadora y como persona que hace periodismo de opinión Educomunicativo, me cuesta mucho editar el material que con tanto esfuerzo logro traer para ustedes. Por eso lo traigo casi completo.

Es un trabajo sin pensamiento estructurado, muy natural desde la otredad cognitiva. Y aunque la dictadura del clip y del algoritmo nos siga invitando a hacer videos menores de 30 segundos y entrevistas que no superen los 20 minutos, yo sigo trayendo diálogos difíciles, extensos e intensos para quien tenga oídos para oír.

Desde mi lugar, busco ofrecer una perspectiva refrescante y a contracorriente, dándole voz al subalterno: a esa ciudadanía que trata de ser agente de transformación política en medio de tanto ruido partidista y desinformación.


Las etiquetas no definen al ser

En una época polarizada donde las etiquetas y las trincheras ideológicas parecen ser la única forma de debate, resulta refrescante encontrar una conversación que se atreve a ir más allá. La charla con Alejandro Gaviria es una muestra de ello. Los opositores de Gaviria han intentado encasillarlo como un neoliberal, un ultraderechista y un facilitador del statu quo.

Sin embargo, nuestra conversación reveló una figura mucho más compleja que se resiste a ser definida por las etiquetas.

Él defiende una postura liberal, sin embargo no desde la ortodoxia económica, sino desde la importancia de la libertad individual y los límites de la intervención estatal. A mi juicio, esta visión, lejos de ser conservadora, es la base de un pensamiento progresista que busca empoderar al individuo.


La política del amor y de la vida

Un aspecto fascinante de la charla fue la forma en que abordamos temas que van más allá del debate político tradicional, demostrando que en nuestra vida todo se politiza. Gaviria defiende la idea de que lo personal no es político; yo lo contradigo. Él insiste en esa separación y sin embargo reconoce que muchas cosas personales son políticas.

Discutimos la sentencia de “El amor de mi vida”, una sentencia que continuamente hacemos. Hablamos de monogamia, de poligamia, del país y de las elecciones. La discusión sobre el amor y la erótica es fundamental, ya que mientras Gaviria defiende la separación, sin embargo la propia realidad demuestra que el amor y la erótica son un acto político.

Su perspectiva sobre el feminismo y la monogamia revela la complejidad de las relaciones humanas en un contexto donde las normas tradicionales están siendo desafiadas, mostrando una visión más abierta, dispuesta a cuestionar lo establecido sin caer en dogmas. Es una invitación a entender el amor y las relaciones como experiencias diversas que enriquecen nuestras vidas.


Posibilismo: un camino pragmático

La crisis del sistema de salud colombiano es una muestra palpable de cómo las decisiones políticas pueden afectar la vida de millones. Gaviria critica la reforma de salud del Gobierno actual, sin embargo por la falta de soluciones estructurales a problemas que han sido ignorados durante años.

Aquí radica su llamado al “posibilismo”: la necesidad de construir consensos y soluciones viables en lugar de caer en el dogmatismo. Como señaló la filósofa Hannah Arendt, “La acción es la única esfera en la que las personas pueden ser plenamente libres”.

Esta idea resuena en el pensamiento de Gaviria, que busca la acción política como una vía para la libertad, alejándose de la rigidez y el dogmatismo. Finalmente, el futuro político de Alejandro Gaviria fue un tema central. Él aclara que no se lanzará a la Cámara de Representantes, una postura que no me sorprende.

Aunque existe el rumor de que lo haría de la mano de María Paz Gaviria, honestamente me alegra que no sea así.

Yo no creo que una persona con la marca personal, trayectoria profesional, y calidad ejecutiva y operativa como la de Gaviria deba aspirar a otra cosa que al Senado de la República.


La política como extensión de la humanidad

Estoy convencida de que toda esa reputación que la oposición le ha hecho de traidor, de ambiguo, de mentiroso, y esas insinuaciones de que forma parte del entramado de corrupción son simplemente insostenibles.

No hay una sola denuncia o investigación que demuestre las cosas que dicen en los pasillos y los fantasmas que comentan en Internet.

Además, las ya reconocidas personas comprometidas laboral y políticamente con el actual Gobierno extienden un manto de dudas sobre Alejandro. El día que demuestren que Alejandro Gaviria es un corrupto, ese día vendré aquí al blog a decirlo.

Por ahora, confío en su proceso político y sinceramente me gustaría que de una vez por todas él se lanzara al agua por su cuenta, con la gente que lee sus libros, que escucha sus podcasts, que lo sigue.

Porque saben que es una persona que está comprometida con un pensamiento sobrio, que no está dispuesta a jugar el juego partidista de la política, de la mentira y el tráfico de derechos.

El partidismo en Colombia es absolutamente incómodo, mentiroso, ruidoso, lejos de la política sobria que necesitamos.

Como bien lo afirmó Emma Goldman, “La verdadera libertad no consiste en una elección entre lo correcto y lo incorrecto, sino en una elección entre lo que se desea y lo que no se desea”. Esto encapsula la visión de Gaviria de una política que no se basa en el poder, sino en la autenticidad y el deseo de construir un futuro mejor.

La política, al fin y al cabo, debe ser una celebración de la libertad y de la diversidad, un espacio donde cada voz cuente y cada historia importe. Les invito a ver el programa y me encantaría conocer sus comentarios al respecto.

No se pierdan esta conversación , es una hora de conversación “desordenada”.

“Sin ataques” aquí:


Colofón

Un agradecimiento especial a Andrés Reina, fotógrafo y videógrafo de celebridades, por el material visual y a Vanessa Balberri, maquilladora y asesora de imagen, por su profesionalismo.

Un reconocimiento muy especial a la Fundación Bio Entorno por las locaciones y un reconocimiento a Silvana Mujica, su presidenta, por su respaldo como ciudadana a Feminismo Artesanal.

Gracias a todas las personas lectoras por su tiempo y por compartir

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