Plétora

Publicado el Diana Patricia Pinto

Síndrome del Doctorismo

Un día asistí a una reunión de trabajo en la cual cada uno debía presentarse y mencionar sus funciones. Mi equipo se presentó de la siguiente manera: «Mi nombre es Fulano, mi profesión es Tal y estas son mis funciones». Fue una forma efectiva y sencilla de hacerlo.

Luego llegó el turno de presentación de otro equipo de la oficina, pero en lugar de que cada miembro se presentara, lo hizo aquel que consideraban el líder del equipo. Él comenzó diciendo: «Yo soy el doctor Mengano, dirijo tal cosa y ellas son las doctoras…».

De esta manera se presentaron ante quien sería su jefe, es decir, a quien socialmente se consideraba el verdadero doctor de la oficina. Resulta sorprendente esta forma de actuar, ¿no les parece?

Es importante aclarar que ninguno de los integrantes de ese equipo es médico ni posee un doctorado. También es necesario mencionar que todos los presentes en esa mesa (excepto el director) teníamos exactamente el mismo tipo de contrato y estábamos en el mismo nivel o rango.

¿Entonces, por qué diablos todos se autodenominan doctores? Es una pregunta un tanto complicada de responder. Uno de mis compañeros de trabajo tiene la particularidad de presentarse siempre como «Yo soy el doctor Menganito de tal…», tanto en el ámbito laboral como en el social. Exige a los demás, con su mirada y tono de voz, que se refieran a él como «El Doctor». Esto me resulta bastante gracioso. Parece que él no se da cuenta del papelón que está haciendo. Creo que este comportamiento, tanto por parte de él como de muchos otros, se debe al Síndrome del Doctorismo, que se explica de la siguiente manera:

  1. Un grave problema de autoestima:

Sienten que son inferiores a sus compañeros, menos inteligentes y con poca capacitación. Cuando los llaman doctores, su autoestima aumenta y recuperan la seguridad que tienen extraviada. Sin embargo, incluso si los llaman doctores, si ellos mismos se sienten incapaces, esa falta de confianza en sí mismos se refleja automáticamente en su desempeño profesional.

  1. Necesidad de sentirse respetados:

Esto es una consecuencia de lo anterior. Al sentirse inferiores, creen que la única forma de ser respetados es siendo llamados doctores. Sin embargo, están muy equivocados. El respeto profesional se gana por méritos propios, a través de tus conocimientos, dominio de la profesión, eficiencia y valores. Son estos aspectos los que hacen que los demás te respeten de manera espontánea.

El hecho de que te llamen doctor no significa automáticamente que te respeten. Puede suceder lo mismo que le ocurre a mi compañero de oficina, a quien le dicen doctor, pero a sus espaldas se ríen de él y lo bembean.

  1. Creen que así demandan autoridad:

Cuando son llamados doctores, sienten que tienen autoridad, se sienten los jefes. Debido a su complejo de inferioridad y la falta de respeto que perciben, exigir ser llamados doctores les hace sentir superiores y colocar a los demás por debajo de ellos.

Sin embargo, al igual que con el respeto, la autoridad no se gana simplemente exigiendo que te llamen doctor. En general, a estas personas les dicen doctor para halagarlos, para lambonear, pero en realidad no reconocen en ellos ninguna autoridad real.

Una vez ocupé un puesto en el que estuve a cargo de más de 2 mil personas, y nunca exigí que me llamaran doctora. Siempre me presenté por mi nombre y les pedía que me llamaran de esa manera.

Siempre permití que se dirigieran a mí de forma espontánea: Diana, Diani, Dianita, profe, seño, coordinadora, directora, jefa, comunicadora y algunos me llamaban doctora.

Estoy completamente convencida de que el respeto, la autoridad y el reconocimiento profesional no se logran simplemente por ser llamado doctor. Se obtienen a través de tus conocimientos, profesionalismo, excelente desempeño, buen trato hacia los demás y tus valores. No hay nada más hermoso que te llamen por tu nombre, eso es un acto de respeto genuino.

No tengo una relación muy buena con ese compañero de trabajo, y una de las razones seguramente es que no lo llamo doctor. Me dirijo a él por su nombre. No tengo nada en contra de él en ese sentido. Simplemente reservo el título de doctor para aquellos a quienes considero pertinente, como muestra de respeto laboral hacia aquellos que tienen un rango superior al mío, siguiendo las normas sociales en Colombia. También llamo doctor a quienes son médicos o tienen un doctorado.

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