Murmullo y exilio

Publicado el dlzitro

De la igualdad y otros demonios: Carta a la Senadora Viviane Morales

Bogotá DC

Febrero 2015

Senadora Morales,

Fíjese que al final de cuentas somos iguales. La semana pasada escogimos el mismo plan y por “designio divino” coincidimos en las salas de cine para ver la película nominada al Óscar: “SELMA”. Esta relata la historia de Martin Luther King y sus acciones de desobediencia civil y marchas pacíficas para lograr el derecho al voto de todos los ciudadanos, sin distinción de raza, en los estados del sur de lo que hoy es Estados Unidos.

Estoy seguro que recuerda aquél día por el  episodio en la fila de la confitería. Usted de forma decidida y temeraria optó por colarse ante la mirada del resto de los asistentes (entre ellos hetereosexuales, gais, lesbianas, óptimos y sub-óptimos que una vez más, como en su proyecto de referendo, vieron desconocido su derecho a la igualdad). Yo decidí reclamarle pero su “amiga” Pilar Castaño me increpó argumentando que “yo también habría dejado colar a un amigo”. Yo insistí  con mi reclamo, senadora, porque en aquella fila todos éramos iguales y porque evidentemente la señora Castaño y usted no venían juntas. Eso de la actuación no se le da a ninguna de las dos.

Superando su falta de respeto,  quiero centrar este pequeño escrito en la película que vimos aquél día dado que tenerla a usted como “par” dentro del auditorio me llevó a formularme algunas preguntas  a propósito del contenido que SELMA relata y del debate nacional que ha generado su propuesta de referendo.

Me interesa saber si usted y yo vimos la misma película y sí recibimos también el mismo mensaje, porque me niego a creer que entre personas como usted y yo no existan puntos coincidentes.

Quiero plantearle 3 preguntas relacionadas directamente con el debate nacional suscitado por su propuesta. ¿Entendimos de la misma manera el reclamo de Martin Luther King? ¿Le parecieron hostiles las consecuencias derivadas por el discurso del Gobernador de Alabama, sobre todo teniendo en cuenta el ejercicio de su función pública? ¿Por qué existía una resistencia al cambio de los “blancos caucásicos” que se oponían a los ideales de MLK?

Sobre el primer interrogante, considero que los afroamericanos a través de las movilizaciones no buscaban una posición ventajosa en la sociedad, la cosa, por el contrario, era más sencilla. La protesta buscaba un trato igualitario y la materialidad de un derecho que con anterioridad había sido reconocido por la Corte y estaba siendo pisoteado por interpretaciones amañadas para mantener la segregación. Siento que algo parecido nos pasa en la discusión del ejercicio del derecho a la igualdad en nuestro país porque el reconocimiento de este derecho no está en discusión, pero el ejercicio del mismo se ha traducido en un litigio constante y este no es un aspecto menor senadora Morales.

Pongo bajo su consideración estas reflexiones porque usted desde su investidura de congresista, puede hacer valiosos aportes para eliminar el erróneo imaginario de suponer que “reclamar” un trato igualitario es sinónimo de querer sacar ventaja o creerse con mejor o mayor derecho. Tal y como vi en la película, la intención de los afroamericanos al reclamar su derecho al voto no era propiamente tomarse el poder para oprimir a quienes habían desconocido sus derechos ni mucho menos, sino, de una buena vez por todas lograr el trato de iguales ante la ley.

La comunidad LGBTI en Colombia exige un trato igualitario y no pretende un irrestricto ejercicio de un tal “derecho” a adoptar. Usted lo ha dicho en distintos escenarios y tiene la razón, no es la adopción un derecho, sino una “medida de protección” para los menores. Para permitir a alguien ejercer esta medida se debe analizar la idoneidad de quien adopta; la cual no se vicia por el simple hecho de ejercer una sexualidad diversa. Partir del supuesto que una persona homosexual no es idónea exclusivamente por sus preferencias es, de plano, desconocer que es igual y por lo tanto el reclamo de un trato igualitario es completamente legal y legítimo, pues nadie aquí quiere ejercer un mejor o mayor derecho sino ejercer uno que ya existe.

En cuanto al discurso del gobernador Wallace de Alabama -ese viejo timorato gobernado por su temor a mezclar- jamás entendió las consecuencias de esconder sus prejuicios bajo las enaguas de su investidura. Trazó su norte desde la individualidad y se opuso rotundamente a aplicar un mandato ya existente en aquella época: dar un trato igualitario a cualquier individuo sin distinguir raza o color. Pero no solo se opuso al negar la expedición de las normas que se requerían, sino que desde sus discursos públicos llamaba al odio y vehemente escupía palabras de horror para justificar lo que él calificaba como natural, haciendo afirmaciones bizantinas como asegurar que no le era dado al hombre dar un trato igual a algo que “Dios” quiso que fuera diferente.

Senadora Morales ¿notó cómo aquellas palabras llevaban a la histeria colectiva, y como las actitudes discriminatorias que la sociedad ejercía en la cotidianidad, encontraban respaldo en el discurso de este “gobernador”?. No pretendo compararla con este personaje siniestro, pero la consecuencia de llamar sub-óptima a una persona que ejerce una sexualidad diversa, considerarla un peligro para los menores, presumir que su preferencia es indicio grave en la responsabilidad de  aberraciones no es sano y sesga el debate, potencia los odios y la ceguera, también lastima al gai y a su familia y amigos. Es legítimo su interés de garantizar la integridad de los menores, pero senadora, ¿y esos menores gais que hoy la escuchan y se preguntan cuan malos y perversos son? ¿No le interesa proteger a esos niños también? Le pido  insistentemente, así como aquel día en la fila del cine, que realice un juicioso escrutinio en su estrategia política y en su credo, que seguro podrá valerse de herramientas menos hostiles para exponer sus ideas.

Por ultimo me quiero referir al temor de los no afroamericanos (y los llamo así porque ese cuento de blancos puros y diáfanos me resulta tan incierto como la misma heterosexualidad  irrestricta) por ver a personas “distintas” ejerciendo a plenitud sus derechos.

Senadora yo creo que es tiempo de ponerle límites a los prejuicios y a las suposiciones odiosas que llevan a mantener prejuicios rezagados. No hay negros inferiores por el hecho de ser negros, no hay mujeres débiles por el hecho de ser mujeres, no hay gais aberrados por el hecho de ser gais, no hay heterosexuales impolutos por el hecho de ser heterosexuales.

A propósito quiero recordar, con mucho respeto, alguna entrevista que usted ofreció al periodista Felipe Zuleta cuando era Fiscal General de la Nación. Recuerdo esas épocas porque era emocionante ver algunos “intocables” requeridos por esa justicia que durante aquellos meses se vistió de mujer aguerrida. El periodista le preguntó si su esposo tenía que ver en las decisiones de la Fiscalía, como si usted por ser mujer no tuviera capacidad de discernimiento.

Recuerdo perfectamente su respuesta: “me sorprende que esta pregunta venga de Usted. Porque usted al igual que yo, ha vivido la discriminación, yo de género y usted la discriminación por orientación sexual”. Dese cuenta Senadora Morales, como ese tipo de “inferencias” atrevidas, al igual que las que llevan a pensar que todo gai es un aberrado sexual, son  discriminatorias, ofensivas y atentatorias de la dignidad de las personas. En derecho no es dado hacer esas “inferencias” que están encaminadas a desconocer derechos fundamentales. Lo que sí develan es un sesgo inadeacuado derivado del deseo de resistirse a las transformaciones sociales.

Y en ese tema, senadora, usted sí que tiene claros algunos preceptos, por su formación como jurista. Si nos atenemos a los antecedentes, la sociedad en su proceso evolutivo nunca ha estado preparada para los grandes cambios. Siempre surgen colectivos aguerridos que se atreven a incidir, cuestionar y a dar luchas incansables para lograr la materialización de condiciones de igualdad real. La sociedad nunca estuvo preparada para ver a los negros libres, para ver a las mujeres caminando hacia las urnas, tampoco estuvo lista para ver una pareja biracial  y tampoco hoy está preparada para ver una familia homoparental así estas ya existan.  Sin embargo, centrarse únicamente en el argumento que la sociedad no se encuentra preparada es desconocer la función transformadora del derecho y la capacidad que este debe tener para adecuarse a los contextos y para crear las condiciones necesarias que permitan la promoción y defensa de los derechos fundamentales.

Si la sociedad no está preparada, pues hay que educarla. Si algunas minorías eran, y son aún objeto de discriminación, la solución no es confinarlas, sino educar a quien discrimina. Para volver a nuestras coincidencias, es decir, a SELMA, le dejo con esta frase de MLK: “Haz una carrera de humanidad, comprométete con la noble lucha por la igualdad de derechos. Harás de ti una mayor persona, una mayor nación de tu país y un mejor mundo para vivir.”

 

DPHR

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