¿El gran Transmilenio, o un bus común y corriente?
A riesgo de que algún señor misógino me escriba al e-mail para decirme que soy mujer y que ¡Cómo se me ocurre opinar! Voy a hablar sobre el sistema de transporte de Bogotá, porque para eso estamos los caricaturistas, seamos hombres o mujeres. Lo siento señor troglodita, pero me salto sus normas de hace 500 años.
Hace unos años cuando visité Bogotá y estaba despegando el proyecto del Transmilenio, no pude opinar abiertamente sobre lo que pensaba al respecto, al menos no, con mis amigos y familiares que viven en Bogotá, porque todo el mundo estaba convencido de que era una maravilla. Hablar mal en ese momento, o mejor dicho, decir la verdad sobre el Transmilenio, se consideraba una afrenta a la patria, un alarde de superioridad gratuito por vivir afuera, una falta de respeto con el progreso del país. Después de todo, los buses ya paraban en puntos definidos y eso era todo un adelanto.
Sin embargo, si lo hablé con otros colombianos afincados en el exterior, y todos coincidíamos en que las estaciones de latón parecían en obra negra, en que se veían peligrosas, con filos y pobres. En que los buses eran los normales que circulan por cualquier ciudad del mundo, y en dónde se usan como un medio de transporte más, adjunto al gran sistema que necesita en realidad una ciudad de más de 5 millones de habitantes. En que se invirtió mucho dinero en las vías y se vendió la idea de que estos súper buses necesitan un asfalto especial para moverse, mientras en otras ciudades utilizan la misma calzada que usan todos los demás automóviles.
Todo nos olía a chamusquina, pero la gente estaba tan contenta que ni modo de decir ni pío al respecto, además, ¿De qué hubiera servido? Nadie nos habría hecho caso.
Cuesta creer que el personal encargado de diseñar las soluciones de movilidad para Bogotá no hayan pasado por ciudades como París, Londres, Madrid o incluso Estambul.
¡Estambul! Que suena mucho mas tercer mundista que Bogotá y que de hecho lo es, tiene un metro fantástico de superficie (Ver foto) también tiene los famosos buses articulados y también tiene tren.
Qué le pasa a esos hijos de «papi y mami» que estudian fuera y que luego vuelven a Colombia supuestamente a aplicar lo que han aprendido y visto en el exterior ¿Se hacen los de la vista gorda? Parece que piensan: “Como la mayoría de los habitantes de Bogotá no ha visto un metro en su vida, vamos a descrestarlos con los buses articulados”. Y sí, así fue, nos descrestaron, hasta que el mismo sistema de lo malo que es, reventó. Para lo único que sirvió fue para llenarle los bolsillos a unos cuantos y para darle largas a un sistema real de movilidad para Bogotá.
Ahora se habla de metro, ojala por fin consigamos dar el salto y hablar de sistema de transporte en Bogotá y no de un paño de agua tibia. Pero por favor, no se vuelvan locos, apliquen lo que han visto afuera, aunque tengamos metro, vamos a seguir necesitando los buses articulados, porque somos muchos, si los quitan, dentro de unos años el metro también colapsará y no habrá sistema capaz de soportar una ciudad como Bogotá.
Y eso que ya todo está hecho, todo está inventado en otras ciudades, pero se tergiversa al pasarlo al estilo criollo. Vamos a ver con qué nos salen.
Para finalizar les comparto algunas tiras que publique 2 o 3 años atrás, porque el tema era y es evidente.
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