Mitchel Resnick, espigado, con su barba canosa, discreto y amable, dirige un grupo de investigación en el Media Lab del MIT que bautizó Lifelong Kindergarten (algo así como Preescolar para toda la vida).
El laboratorio de Resnick está dedicado a explorar caminos en los que la tecnología sirva para que los niños aprendan de forma más fácil y de paso se diviertan (o al revés). El lugar es encantador: poblado de títeres conectados a circuitos integrados, paredes transparentes, bloques de Lego decorando los rincones y en medio de las oficinas una ballena de plástico encallada sobre una estructura metálica (no pregunté para qué). Él dice que es “un ecosistema de aprendizaje”.
De aquí han salido buenas ideas. Pero vale la pena mencionar una: Scratch. Para los que como yo no tenían ni idea que Scratch existía, se trata de un lenguaje de programación diseñado para niños (y para todos los demás que jamás hablaremos en lenguaje Java o C++ con las máquinas).
Scratch es un lenguaje amigable y también una comunidad virtual. Si uno visita http://scratch.mit.edu/ puede crear videojuegos y animaciones como si estuviera jugando un juego de mesa y además compartir el resultado con el mundo entero. Desde que se creo Scrach ha sido utilizado para crear 2,796,420 programas.
Resnick dice que con este y otros proyectos quieren “cambiar la forma como las personas y niños perciben la programación”. Mientras lo escuchaba hablar me preguntaba en cuántas escuelas de Colombia los rectores y maestros estarán intentando que el verdadero recreo sea dentro del salón de clases.