En la nota de hoy, lo confieso, haré publicidad descarada de un producto comercial, eso sí, aclaro que por ello no voy a recibir ningún tipo de pago en dinero o en especie (aunque esto último, lo de la especie, lo lamento profundamente). Este publi-comentario obedece a razones de corazón y estómago, de gusto y…
En la nota de hoy, lo confieso, haré publicidad descarada de un producto comercial, eso sí, aclaro que por ello no voy a recibir ningún tipo de pago en dinero o en especie (aunque esto último, lo de la especie, lo lamento profundamente). Este publi-comentario obedece a razones de corazón y estómago, de gusto y de sentimiento.
En días pasados, falleció don Rafael Molano Olarte, creador de Ramo, una de las marcas comerciales más entrañables para los colombianos, porque su razón social representa el sabor de ponqués, galletas y otras delicias que nos llevan al territorio de la niñez.
El acrónimo Ramo se convierte en otro nombre de cumpleaños, sobretodo por un programa de televisión que se pierde entre los primeros recuerdos, cuando Gloria Valencia de Castaño nos hacía cantar a los niños un coro que decía: “Feliz cumpleaños amiguito, te desea ponqué Ramo, que el recuerdo de este día…” . Aquí va la canción que encontré en Youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=SWRlr4GtgEk
Recuerdo en el colegio San Luis, en décimo grado, cuando un compañero nos convirtió a los estudiantes del curso en jóvenes adictos a una colección de galletas de Ramo (“limoncitas”, “lecheritas”, “carmelitas” y las inigualables “cucas”), mientras él se consagraba como próspero comerciante a pequeña escala. El muchacho lo que hacía era comprar las galletas al por mayor en bolsas grandes y luego a la hora del descanso las vendía por paqueticos al menudeo.
Quién no se ha deleitado con un producto Ramo? Una muy querida amiga diplomática, en sus destinos en el exterior, cuando sabe que alguien la visita desde Colombia, lo único que pide es un Chocoramo, no desea más, es su más ferviente deseo. Las navidades serían acaso lo mismo sin las colaciones Ramo? Estas galletas surtidas también eran infaltables en las visitas a las abuelas, tías o vecinas, resultaban ideales para las “onces”, el refrigerio bogotano de media tarde.
Pero además esta compañía representa una historia portentosa de emprendimiento que se inició cuando un joven trabajador compartió con sus colegas de labores, la torta casera preparada por su esposa, con la fórmula hogareña de su señora madre. Una empresa con sello familiar, pues motiva un sentimiento de cercanía a empleados y consumidores. Un laboratorio, en donde se dieron inventos gastronómicos como el ya mencionado Chocoramo, creación de Olimpo López, panadero oficial de la marca colombiana. Pero esa historia ya fue escrita, así que no repetiré lo que otros han mencionado, como por ejemplo, esta bonita crónica publicada en El Espectador:
Por tantos motivos bonitos y razones deliciosas, ramos y flores para Ramo, así como para su eximio fundador, que Dios lo tenga en un muy dulce paraíso. Escribir esta nota, me dio antojos de un ponqué “Gala de vino”, mi favorito.
Advenedizo extraviado en la dimensión desconocida. Alguna vez aspirante a diletante cronopio y decantado en aceptable fama. De los pecados, errores y calamidades cotidianas me rescata Patricia, incondicional compañera. Cuando salgo del espejo de Alicia, me pongo corbata, apellidos de pila e intento aplicar lo aprendido en la Universidad Nacional de Colombia y otros gratos centros de estudio, en la diplomacia. Estuve en el desierto y ojalá pudiera dejar huella.
En horario no laboral me pueden ubicar en Twitter:
@dixonmedellin
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