Líneas de arena

Publicado el Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)

Mi vida en 140 caracteres

Twitter, mensaje en botella a través de la ventana
Twitter, mensajes en botella a través de la ventana (montaje, Dixon Acosta Medellín)

Dedicado a los amigos invisibles

El ocasional y gentil lector adivinará que voy a referirme a la experiencia personal en Twitter, la red social en donde se pueden enviar mensajes que no sobrepasen 140 caracteres o símbolos, pero que tienen capacidad para transmitir imágenes, videos y textos más extensos. Como las nuevas cosas de la vida, hay términos que hacen carrera en la calle y en Internet como tuitero. Sea lo que fuere tuitero, a ratos lo soy.

No vivo metido en Twitter, mejor dicho no vivo en Twitter, pues afortunadamente hay vida fuera de las redes sociales. Ahora bien, si debo escoger entre los remedos virtuales de las sociedades humanas, prefiero Twitter sobre Facebook, por la clara tendencia al exhibicionismo de esta última, aunque seguramente eso depende como cada uno la utilice. En todo caso, creo que hay demasiadas vitrinas y pasarelas en la feria de vanidades, para agregar otra alegoría al ego, aparte del riesgo evidente que información y fotos personales estén en poder de medio mundo, comenzando por los servicios de inteligencia y delincuencia organizada, que en ocasiones suelen confundirse. En últimas porque es demasiado Face y poco Book, como alguien trinó o tuiteó, según apetezca. Pero la intención no es hablar de Facebook sino de Twitter.

Twitter, en mi caso es un reto de concreción. Para quien gusta de regodearse en la escritura, intentar ser sintético no es fácil. Tengo entendido que los ingenieros e ingeniosos crearon el límite de los 140 caracteres porque inicialmente se pensaba como una forma de mensajería para celulares, tipo SMS.  El trino o gorjeo, como quieran llamar en español a este corto mensaje, es en cierta forma heredero del telégrafo, pero también de los aforismos, proverbios, greguerías, escolios, glosas, sentencias y el refranero español o el refranero paisa en Colombia.

Twitter es primo hermano del grafiti urbano, en cierta forma se convierte en el muro que algunos no quisimos o no pudimos manchar en la juventud, así creyéramos que nuestras necias palabras lo iluminarían. Aunque hubo grafitis geniales y ajenos que podrían ser clásicos en Twitter, como uno visto en la Universidad Nacional de Bogotá que siempre repito, “me piensas, luego existo”.

En ese sentido, es clara la búsqueda de la frase inteligente, o al menos graciosa. Si no se puede elaborar un pensamiento que aspire a “cita citable”, como dirían algunos cazadores de trinos como el periodista colombiano Félix de Bedout, personalmente aspiro que el mensaje lleve algo de interés, sea ilustrativo en algún sentido o que deje una sonrisa, aunque el terreno del humor es resbaladizo, pues lo cómico no pocas veces encierra un drama ajeno.

Intento que Twitter sea una experiencia agradable, pues suficientes problemas hay en la vida real como para llevarlos a esa pantalla, por lo cual, suelo no referirme a política, religión y otros temas espinosos. La única excepción es quizás el fútbol y mi referencia al equipo del alma, Millonarios, aunque en lo posible trato de ser respetuoso con los amigos santafereños y de otros equipos que me siguen, ellos lo saben y creo que por eso me aguantan. Al final, todos nos hermanamos cuando hablamos de la Selección Colombia. Por algo dijo Galeano, el fútbol “es la única religión que no tiene ateos”.

No pretendo que mis opiniones sean compartidas por los demás, así que cuando hay críticas con argumentos, me gusta debatir y agradezco el disenso. Cuando aparece la grosería, la ofensa gratuita, no me desgasto controvirtiendo, no creo necesario rebajarme, simplemente ignoro la bazofia. Filosofía comunicacional que aplico a este blog. Sin ser experto en nada, trato de opinar de todo un poco, pero especialmente de literatura, arte, cine, televisión, cultura en general y curiosidades.

No deja de ser interesante lo de los seguidores. Que haya personas, que sin ser familiares ni amigos directos, sean tan generosos de seguir a un perfecto desconocido resulta de una generosidad impresionante. Prefiero utilizar la denominación “amigos invisibles” a seguidores, porque en principio mi intención no es llevar a nadie a ninguna parte. Suelo ser mal guía y me pierdo en las calles, mi esposa Patricia es quien cuenta con brújula incorporada y su sentido de orientación, siempre me rescata. De todas formas, es una gran responsabilidad, porque saber que hay 400 personas siguiendo la cuenta de uno, equivale a estar frente a un auditorio lleno, y alguna gracia habrá que tener o realizar, para no defraudar al público.

Mentiría si dijera que no resulta halagador ver que la cifra de amigos invisibles aumenta, pero sinceramente no es algo que me obsesione. Prefiero la calidad a la cantidad y como no persigo ambiciones políticas, no me interesan masas indescifrables. En ese sentido, trato de devolver el favor, que no necesariamente significa seguir por seguir. Cuando noto que comienzo a disfrutar las ocurrencias ajenas creo que lo más decente es retuitear (dar RT) con el crédito respectivo y seguir una determinada cuenta.

Creo que Twitter tiene un valor agregado y es que lo convierte en vehículo de la experiencia literaria o artística. Sin detallar los movimientos particulares que se han creado en la red social tanto en lo literario como artístico, es interesante ver que los jóvenes se atrevan a escribir esos pequeños textos y puede que alguno en el futuro quiera liberarse de los 140 caracteres y navegar en el ancho y proceloso mar de la escritura.

En resumen, hasta el momento la experiencia en Twitter, vista como herramienta de comunicación, información inmediata y de cultura general ha sido positiva y grata. Además de experimento social, pues se trata de espejo de las grandezas y miserias de los seres humanos. Como ese mundo de los trinos puede volverse adictivo, personalmente he tomado la decisión de tomarlo en dosis como las de las prescripciones médicas, una en la mañana y otra en la noche, aumentando la dosis los fines de semana. Es una ventana que abro y cierro regularmente, porque como dije al inicio, hay vida sin Twitter.

El tuitero es como el náufrago que envía notas encerradas en botellas al mar. Seres abandonados que vivimos en nuestras pequeñas islas virtuales enviando mensajes a otros deseosos de ser rescatados. A todos los náufragos y rescatistas, muchas gracias por el melodioso trinar.

Dixon Acosta Medellín

Trinos intermitentes en @dixonmedellin

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