Glen Albert Larson, productor estadounidense de televisión quien murió hace pocos días, se convirtió para los televidentes del mundo en un nombre muy familiar, pues aparecía al inicio y final de algunas de las series que entretuvieron a varias generaciones desde finales de los años sesenta hasta el inicio del actual siglo. Sin embargo, estoy seguro que de haber visto la foto que encabeza esta nota, nadie lo habría reconocido. Era un desconocido muy popular.
Para el joven televidente, Glen A. Larson era una línea constante, no era un rostro como el de los famosos actores que aparecían en sus producciones, no se sabía exactamente si era una empresa o una persona, pero instintivamente los niños y jóvenes de esa época sabíamos que era garantía de disfrute. La verdad se trataba de un señor quien resultó polifacético en la industria de la televisión, escritor, compositor y productor. Los más adultos recordarán títulos de su creativo trabajo como “El Virginiano”, “El Hombre Nuclear”, “Dr. Quincy”, “Las aventuras de los chicos Hardy”, “Manimal”, “El doble” y la exitosísima “Magnum, investigador privado”.
Si bien Larson abordó varios géneros, se le recordará por su predilección por la ciencia-ficción, como el ya mencionado “Hombre Nuclear” (el hombre de los seis millones de dólares, en su original título), primera realización audiovisual de una historia cyborg (subgénero que explora la posibilidad de fusionar organismos biológicos con artefactos mecánicos, electrónicos o virtuales), algunos recuerdan todavía en la presentación la frase: «poseemos la tecnología…».
Llegarían títulos que han pasado a ser legendarios como “Galáctica, nave de combate”, “Buck Rogers en el Siglo XXV”, “El Auto Fantástico”.
Especial resulta el caso de “Galáctica”, que narra el drama de unos humanos (que no eran originarios de la Tierra, aunque esperaban encontrarla) en un interminable éxodo por el universo luchando contra los “cylones”, una raza de robots guerreros empeñados en eliminar a la humanidad. A pesar que la serie fue interrumpida a los dos años de su inicio, ha sido uno de los fenómenos más fuertes de seguidores en el mundo, lo cual obligó con el paso de los años a revivir la franquicia con varias series y alguna proyectada película.
Es difícil agregar adjetivos a cada una de estas producciones que nos mantuvieron amarrados frente a la pantalla chica, cuando éramos igualmente chicos. Especialmente recuerdo a Buck Rogers, quien le agregó buen humor a la ópera espacial, en donde se destacaba un pequeño robot llamado “Twiki” y se vivía un triángulo sentimental entre el protagonista, una Coronel y una fatal pero atractiva emperatriz enemiga.
En cuanto al formidable carro que hablaba y se manejaba solo, era el sueño de quienes nunca hemos podido descubrir los entrañables secretos de los automóviles. Resulta interesante que varios de los desarrollos tecnológicos que se planteaban en el programa, poco a poco se van convirtiendo en realidad.
Recuerdo con aprecio una de las series menos exitosas de Glen A. Larson, “Automan”, en la cual esbozaba un ultra desarrollo de los computadores y la realidad virtual. Un personaje de inteligencia artificial desarrollado por un oficial de policía, quien combate el crimen con su particular amigo y “Cursor”, primera vez que este apuntador del computador aparece como personaje en la televisión.
Si bien a Glen A. Larson no le faltaron críticas de algunos que lo señalaban por su poca originalidad, por caer en los clichés fáciles e incluso acusaciones de haberse apropiado ideas ajenas a la hora de escribir sus historias, indudablemente este productor debe ser el desconocido más famoso de nuestra generación televisiva, a quien le agradecemos por las horas gratas de la infancia y temprana juventud.
Dixon Acosta Medellín
A ratos en @dixonmedellin