
La imaginación no requiere apelar a elementos demasiado sofisticados para escapar de la realidad cotidiana y acceder a otros mundos o a este mismo, pero en diferentes momentos, le basta con objetos domésticos. La Biblia, ese compendio escrito de la vida, ya nos trae escaleras que comunican con otras dimensiones; en la literatura hay espejos como el que habita el primer jurado de un concurso de belleza, o el que le permite a Alicia entrar a conocer maravillas; clósets de los cuales no se sale para reconocer verdades individuales, sino para conocer a un león que sí es rey; aunque los árabes lo resumieron todo en una lámpara genial…y claro, está la puerta.
La puerta, ese invento que permite o niega el acceso, que fija la frontera entre el hogar y el mundo exterior, la cual puede ser objeto de deseo cuando resguarda tesoros, pero también símbolo de la opresión cuando se acompaña de barrotes y grilletes. La puerta cerrada siempre es sinónimo de secreto, de algo oculto y si queremos creerlo franquea el ingreso a tiempos remotos, como lo veremos a continuación.
Posiblemente el tema más trillado en la ciencia-ficción es el de los viajes en el tiempo. Uno pensaría que sobre ese particular asunto no hay nada nuevo, pero la imaginación humana es tan infinita como el universo y de vez en cuando descubrimos agradables sorpresas en la pantalla de televisión, renovados aires tanto para la ciencia-ficción como para la fantasía especulativa. Ahora bien, resulta mucho mejor la sorpresa cuando la buena noticia viene de la mano de una serie en idioma español.
En efecto, desde hace algunos meses está al aire por RTVE (Radio Televisión Española), “El Ministerio del Tiempo”, una serie que aunque no sea de ciencia-ficción propiamente dicha sino más bien de lo que llamaría “fantasía histórica”, tiene relación con el género que fundaron Verne y Wells, no solo por la posibilidad de viajar en el tiempo (eso sí, solo hacia el pasado no hacia el futuro), sino por las ucronías, aquellas historias que juegan con lo que pudo haber pasado y no ocurrió, en otras palabras, lo que pudo haber sido y no fue. El sistema de viaje resulta de una compleja sencillez, una serie de puertas que conducen a diferentes años del pasado, que llevan a los protagonistas a hechos históricos importantes en España. Estas puertas son resguardadas por una estructura burocrática oficial, un Ministerio con un grupo especial de funcionarios, reclutados en diversas épocas, cuya misión es preservar que la historia no cambie.
La serie ha sido un éxito inmediato en España y se fundamenta en el guión, la dirección, la realización en general y las actuaciones. La idea original es de los hermanos Pablo y Javier Olivares. Después de la lamentable muerte de Pablo, Javier ha asumido la responsabilidad con un equipo de guionistas. Marc Vigil es el director general y cada capítulo cuenta con un realizador diferente como Abigail Schaaff o Jorge Dorado, lo que brinda permanente frescura. En la realización, los efectos digitales por computador, son componente esencial para recrear las diferentes épocas a las que se desplaza la patrulla, acompañados por el vestuario y maquillaje adecuados.

Finalmente, las actuaciones son el broche final a todo el trabajo en equipo. Subrayo a los tres protagonistas principales, Alonso un soldado del Siglo XVI, Amelia una chica rebelde e intelectual de 1880 y Julián un paramédico del 2015 quien ha sufrido recientemente la pérdida de su pareja. Personajes desarraigados y desgarrados, que cuentan con el carisma y el profesionalismo de sus respectivos intérpretes, Nacho Fresneda, Aura Garrido y Rodolfo Sancho. Debe destacarse la dirección de casting que ha seleccionado actores de gran parecido físico con los personajes históricos, y convicción a la hora de encarnarlos, así hemos visto desfilar a nombres como Lope de Vega, Hitler, Franco, Diego Velásquez, Federico García Lorca, entre otros.

La receta del éxito radica en la importancia que se le confiere a la historia, presente en la fenomenal producción Isabel, también creación de los hermanos Olivares y que aquí calificamos como una magistral clase en clave de drama (https://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/2014/11/28/isabel-catedra-de-historia-en-clave-de-drama/ ). Otro ingrediente de El Ministerio del Tiempo es el buen humor. Historia y humor, que a veces se mezclan como cuando los protagonistas tienen un encuentro con la Reina Católica, quien estuvo nuevamente caracterizada por la entrañable Michelle Jenner y el personaje de Julián de forma espontánea comenta que le parece conocida, lo cual es cierto pues el actor Rodolfo Sancho encarnó al Rey Fernando, el esposo de Isabel.

El Ministerio… es una road movie del tiempo en televisión, cada capítulo de la serie, es un viaje entretenido al pasado al que no le falta la tragedia ni la comedia. Aunque la trama se desenvuelve en buena parte en el pasado, se hace crítica a situaciones actuales que indignan y se demuestra que los seres humanos más allá de los adelantos tecnológicos, nos mantenemos fieles a las mismas pasiones y contradicciones que desde el comienzo de los tiempos nos mueven. No extraña que productores norteamericanos y de otras latitudes, quieran hacer sus propias versiones de esta particular serie.
Quienes hemos trabajado en algún Ministerio, nos sentimos además reivindicados, la historia nos salva de las críticas cotidianas. En fin, mi opinión es la de un televidente agradecido, lo mejor es que cada uno se forme su propio criterio por lo cual dejo una puerta abierta, en donde si el lector lo desea puede viajar al pasado, para entretenerse y aprender:
http://www.rtve.es/television/ministerio-del-tiempo/
Dixon Acosta Medellín
En Twitter en el pasado y a ratos en el presente: @dixonmedellin