Desde los lejanos días de la primera juventud, no tenía un programa doble de cine, cuando los teatros (no decíamos salas de cine en la Bogotá de aquellos días), proyectaban dos películas por el valor de una, en rotativa permanente. Generalmente eran cintas de acción. Esta es la doble reseña de dos crónicas solitarias cinematográficas que resultan la mejor compañía.

El sábado pasado, con mi esposa Patricia, en el centro comercial Avenida Chile, que siempre ha pasado buen cine en Bogotá, desde los tiempos en que se llamaba Granahorrar, nos percatamos que pasaban Robot Dreams (aquí voy a utilizar el título original, porque tiene mucho más sentido que el escogido en español, Mi amigo el Robot) a las 10:00 y a mediodía Días Perfectos, dos películas que deseábamos ver y ahora teníamos la oportunidad de verlas una detrás de la otra.

Robot Dreams (2023), escrita y dirigida por el español Pablo Berger, adaptación de la novela gráfica de la autora estadounidense Sara Varon, es encantadora, con esa Nueva York ochentera habitada por animales que reflejan las vidas de los neoyorkinos, con sus ilusiones y frustraciones. El protagonista que simplemente se llama Dog, un día se da cuenta en su sofá que no tiene compañía, así que decide comprar un robot que resulta el mejor amigo, hasta el día en que la vida los separa. El título en inglés es más evocador, la posibilidad de que un robot pueda soñar, una de esas preguntas que siempre se han hecho tanto científicos como escritores de ciencia-ficción. Mientras que Mi amigo el Robot, automáticamente lleva implícita la idea que se trata de una película para niños y nada más alejado de la realidad, es un filme mucho más complejo, que los adultos que han pasado por uniones y separaciones, podrán entender o quizás identificarse mejor.

Días Perfectos (2023), cinta japonesa dirigida por el alemán Wim Wenders, nos presenta a otro solitario, el señor Hirayama quien gana su sustento como limpiador de baños, un personaje económico en palabras, pero generoso en miradas, en gestos, en silencios entrañables, quien aparece en cada plano de la película (portentoso el actor Köji Yakusho), un hombre sencillo y complejo al mismo tiempo, que cada jornada repite la misma rutina, pero escapa de su particular día de la marmota, cuando intenta sacar la mejor fotografía a las hojas de un árbol en aquel parque, en donde religiosamente se sienta a tomar su ligero almuerzo en medio del trabajo. Consagrado a una labor, que seguramente para muchos pareciera deshonrosa, limpiar baños públicos, es decir, limpiar los espacios de los desechos de otros seres humanos. Aunque no hay una explicación detallada, se evidencia que Hirayama procede de una familia de elevada posición social y él ha caído en desgracia, con su padre y hermana. La única familiar que le admira y profesa cariño es una sobrina.

Los sueños aparecen en las dos películas y en la primera, hay una suerte de respuesta a la pregunta planteada por el gran escritor Philip K. Dick, ¿sueñan los androides con ovejas eléctricas?, pues el director nos deja su respuesta, los robots sueñan efectivamente con volver a reunirse con sus amigos, así tengan sueños locos. En la segunda, nuestro protagonista no sueña a color, sino en blanco y negro, como las fotografías que toma, pero son sueños en donde las sombras se sobreponen e ignoramos si rememora una mejor vida en el pasado o se plantea algo diferente en el futuro.

Otra característica común de las dos películas, son sus extraordinarias bandas sonoras, porque la música es buena compañía para los solitarios, pero además coinciden en un objeto, el casete, como medio ideal para escuchar las canciones. En el caso de Robot Dreams, porque está ambientada en los años ochenta y en cuanto a Días Perfectos, porque el protagonista es lo que llamarían ahora un amante de lo vintage o para otros, un anticuado, que le gustan los libros en papel, las cámaras fotográficas con rollo en blanco y negro o las caseteras para escuchar buena música.

A pesar del tono melancólico, son películas optimistas que admiran y muestran las cosas bellas de la vida, la importancia de caminar de la mano con alguien que te quiere, de cultivar y cuidar pequeñas plantas, de tomar una bocanada de aire, previo al café mañanero. Al final, una inquietud personal, cuando se sobrepone una sombra sobre otra, ¿el resultado es más oscuro o no?

Así que muy recomendables estas dos películas que pueden tomar en sesión doble o por separado, especialmente para solitarios soñadores, que al final somos todos, pues es bien sabido que a este planeta, llegamos y nos vamos solos, en medio de algo parecido a un sueño.

Dixon Acosta Medellín

En lo que antes se llamaba Twitter, me encuentran a la hora del recreo como @dixonmedellin

 

 

 

 

 

 

 

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