El día en que la historia no esté en disputa, será el peor día, el día que a nadie en verdad le importe lo que sucede y lo que sucedió.
Uno de los rasgos más importantes de la cultura Colombiana, rasgos que la Comisión de la Verdad ha sacado a la luz, es nuestra enorme capacidad para negar la historia ajena, la historia de los demás, negar la voz de los demás, negar las versiones de la historia que hay y al final de cuentas negar los hechos. La tragedia de esto es tan profunda que es precisamente que otros tengan el derecho a negar nuestra propia historia.
Es lamentable el vuelco político que han tenido las declaraciones de Salvatore Mancuso, al parecer llama más la atención el uso político que se le pueden dar a sus declaraciones, que la importancia para las miles de personas que afectó durante sus años en la guerra. Al escuchar a Mancuso parece olvidarnos que estamos escuchando a uno de las personas que más daño, sevicia y crueldad trajo a la sociedad Colombiana, su vida bien puede leerse hasta ahora como la exploración del crimen y la violencia en todas sus formas.
La JEP (Justicia especial para la paz), o la Unidad de Búsqueda o la Comisión de la Verdad son instituciones necesarias pero diferentes. La JEP es una corte y debe provocar nuestro respeto y la altura moral que una corte debe tener en una democracia. Las declaraciones de Mancuso son las declaraciones de un hombre ante una corte, con la gravedad de juramento y la dignidad que eso implica.
La justicia transicional tiene una historia importante en Colombia, primero con “Justicia y Paz” en el gobierno de Uribe y luego con el “Sistema Integral de Justicia” en el de Santos. Quizás llegamos como sociedad a la Justicia Transicional porque nos damos cuenta que la magnitud y profundidad de nuestro conflicto, escapa a nuestro sistema penal. No es esto algo extraño en el mundo, viene justamente de lo que sucedió en Alemania durante el Holocausto, eran tantas las personas Alemanas involucradas en la guerra y la masacre de millones de Judios-Alemanes, homosexuales y disidentes políticos. Que un juicio colectivo era sencillamente imposible, sin cometer tragedias parecidas a las que se querían juzgar.
Colombia necesita un diálogo honesto y profundo y se tiene que hacer un llamado a leer la historia del conflicto con una capacidad reflexiva, crítica y sobre todo que escuche en pluralidad y diversidad las versiones que se encuentran, que se oponen y que se intentan desestimar mutuamente.
Mancuso está diciendo versiones y no “verdades” necesariamente, Mancuso es un hombre que asume unos crímenes y da una versión; por respeto a las víctimas, a la verdad, a la justicia y a la JEP, el país debe escuchar con profunda reflexión lo que él está diciendo.
A pesar de todo hay un mensaje que me invita a escribir esta columna, recuerdo ahora una entrevista que tuve con el padre Pacho de Roux y una pregunta que él dejó en la entrevista: “¿Cómo es posible que esto haya sucedido delante de nuestros ojos?”¿Cómo es posible que hayamos caído en la espiral del conflicto a destruirnos de una manera tan cruel?.
Deberíamos en momentos tensos y tristes como los que provocan las palabras de Mancuso, preguntarnos cómo construir un relato de país, un relato colectivo donde estas cosas NUNCA nos vuelvan a suceder, un relato donde la diferencia, el otro, su visión del mundo y sus ideas tengan pleno derecho a existir junto a las nuestras.♦
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Diego Aretz es un periodista y activista Colombiano, candidato a master en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal, colaborador de El Espectador. Director de la ONG Por la Frontiere.
Diego Aretz
Diego Aretz es un periodista, investigador y documentalista colombiano, máster en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal y colaborador de El Espectador. Ha trabajado con la Unidad de Búsqueda y con numerosas organizaciones defensoras de DDHH.