Las palabras y las cosas

Publicado el Diego Aretz

“Mientras haya hambre en Colombia nunca va a haber Paz” senador Rodolfo Hernandez.

El 3 de agosto de 2022 tuvo lugar en Bogotá el « Encuentro por La Paz », organizado por el Instituto de la Paz de los Estados Unidos, y por Defendamos la Paz. La reunión tenía como objetivo discutir la paz en el país con la diversas guerrillas, y se reunieron muchas personalidades, como el ex ministro Juan Fernando Cristo, el Alto Comisionado para la Paz Danilo Rueda, representantes de asociaciones de paz y activistas indígenas. 

La reunión se produjo en el contexto de la investidura inminente del presidente electo Gustavo Petro, que quiere reanudar el diálogo con los grupos armados activos en el país, para reducir la violencia que sufre Colombia. De hecho, todavía hay unos « 10.000 combatientes ilegales en el país » dice Le Figaro, repartidos entre los diferentes grupos armados. Se escucharon varias voces para debatir las posibilidades de diálogo con estos grupos, incluidos antiguos negociadores de paz que compartieron su experiencia. Mientras que algunos oradores destacaron el progreso que podría representar dicho proyecto, otros subrayan los daños, la violencia y los asesinatos causados por estos grupos armados, expresando así su desconfianza hacia ellos. 

Se debatió especialmente la posibilidad de tender la mano al ELN, el mayor grupo armado del país que ha manifestado su voluntad para negociar, sobre todo porque las conversaciones con ellos ya habían fracasado. Asimismo, muchos oradores señalaron la posibilidad de que los grupos armados no respeten los acuerdos o de que queden disidentes, como es el caso de las antiguas FARC. No obstante, todos coincidieron en señalar la búsqueda de la paz como el objetivo último de la reunión. También hay consenso en que este proceso de paz es indispensable para que Colombia se convierta en una democracia plena. Se mencionó el narcotráfico, en parte gestionado por grupos armados, para destacar la corrupción que también es un obstáculo para la democracia. De hecho, según algunos, existe una forma de impunidad para los combatientes de los grupos armados, una teoría apoyada por los numerosos asesinatos impunes (especialmente de indígenas). Además, si había representantes de las poblaciones indígenas, se les escuchaba poco. 

Aunque hubo una gran diversidad fue evidente la ausencia  de jóvenes (los grandes movilizadores de la sociedad colombiana actual) y la predominancia de hombres políticos, solamente el 10% de las personas que intervinieron fueron mujeres. 

En cuanto a la corrupción, la elección de Petro parece suscitar muchas esperanzas entre los interesados, aunque muchos sigan desconfiando, temerosos de una posible falta de firmeza frente a los grupos armados. 

Las partes interesadas son conscientes de que Colombia ha heredado una historia difícil, con una violencia y una guerrilla que han estado en las noticias y han sido temidas durante décadas. Esto hace que las conversaciones sean especialmente difíciles y complejas, ya que la división y el daño son muy grandes. No se trata sólo de cómo llegar a acuerdos de paz, sino también del perdón y la reconciliación. Del mismo modo, los acuerdos deben abordar las cuestiones relativas a la distribución de la tierra. De hecho, algunos territorios son en la práctica casi totalmente propiedad de los distintos grupos ilegales del país. 

También a resaltar la deuda moral que el Estado Colombiano tiene con Cuba, irrespetada y afectada tras ser garante con Noruega como casa de la negociación con el  Ejército de Liberación Nacional.

Aunque hubo sendas intervenciones como la del director del instituto de paz del congreso de Estados Unidos Steve Hege, o del ministro Canciller Álvaro Leyva, o el presidente de la Andi Bruce Mcallister señalando el papel de las empresas en la construcción de paz. La intervención que mayor tensión causó y la que considero esencial fue la del senador e ingeniero Rodolfo Hernandez, quien advirtió los robos a los recursos de la paz, el incumplimiento a los ex combatientes, y una frase que es el título irrevocable de esta columna “mientras haya hambre en Colombia,  nunca va a haber paz”. 

Así, mientras Gustavo Petro se prepara para convertirse en presidente de Colombia el domingo, los acuerdos de paz parecen estar más de actualidad que nunca, y parece ser el tema central del próximo mandato.

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Diego Aretz es un periodista y activista Colombiano, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal, colaborador de El Espectador, . Así mismo es jefe de comunicaciones del Consejo Nacional de Bioética y consultor de Terre Des Hommes Alemania. Director de la ONG Por la Frontiere.

Ines Louelh  es periodista e investigadora de Por la Frontiere

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