Hace un par de años me encontraba en la ciudad de Glasgow en Escocia, durante la COP26 (conferencia de las partes de las Naciones Unidas para enfrentar el cambio climático y los retos planetarios), asistía a una conferencia de Barack Obama para las potencias del mundo sobre la urgencia ambiental, Colombia se había esforzado mucho…
Hace un par de años me encontraba en la ciudad de Glasgow en Escocia, durante la COP26 (conferencia de las partes de las Naciones Unidas para enfrentar el cambio climático y los retos planetarios), asistía a una conferencia de Barack Obama para las potencias del mundo sobre la urgencia ambiental, Colombia se había esforzado mucho en realizar una participación importante en ese evento, una participación no exenta de polémica por el roce entre el ex presidente Iván Duque y grupos de ambientalistas.
En aquella ocasión era evidente que las cosas para Colombia habían cambiado, era evidente en la agenda internacional que los ojos comenzaban a mirar a Colombia no como un país sumido en la guerra, pobre, distante de los centros de poder y aislado del mundo. Pero comenzaban a mirarlo como un país con mucho futuro, un aliado estratégico a la lucha ambiental, un país guardado, con territorios vírgenes, preservados por la suma irónica de carencia de industria, guerra y abandono estatal.
Ecuaciones que durante el siglo XX significaron pobreza pero que hoy en día significan preservación y riqueza, “la riqueza Humboldtiana” de la que hablaba Malcolm Deas, esa famosa riqueza que Humboldt pudo apreciar y que inspiro a muchos de nuestros independentistas incluido a Bolívar. Una riqueza natural sin precedentes, una riqueza “donde el verde es de todos los colores” como diría el poeta Aurelio Arturo en su “Morada al sur”.
A diferencia de esos tiempos, del siglo XIX, en los que esa riqueza significaba asombro, poesía y belleza. Hoy esa riqueza Humboldtiana comienza a volverse riqueza cierta, riqueza posible.
Para nadie debería ser un secreto que uno de los ministerios más importantes en la actualidad es el de medio ambiente, paso de ser la cenicienta de los ministerios a ser un ministerio con una proyección importantísima y de una importancia fundamental en nuestra relación regional global.
No quisiera des-romantizar la idea de nuestra belleza natural y del enorme potencial del país, pero tenemos que aprovechar estos momentos de “efervescencia” verde, para pensar los caminos que este país deberá asumir en materia ambiental las próximas décadas.
Los enormes recursos que pueden devenir de la economía verde, la relación que esto tendrá con las ciudades grandes que suman más del 70% de la población del país, un país de una baja tasa de natalidad. Debemos pensar el rezago de nuestro sistema educativo tanto en bachillerato como universitario para apropiar esta quimera verde; parecida a la quimera del oro a principios del siglo XX en California.
Para poner un ejemplo concreto de esto es la realización de la COP16, que se dará en Colombia entre el 21 de octubre y el 01 de noviembre de 2024, los países participantes trabajarán en el diseño de acciones que permitan la detención de la extinción de las especies y el uso sostenible de la biodiversidad. Todos los ojos de la inversión ambiental en el mundo estarán aquí.
Las preguntas sobre la abundancia y la repartición de la misma tienen que comenzar a ambientarse* en todos los círculos del país, la discusión política, económica y cultural debe ir transformando nuestra manera de entender el contexto cambiante pero también la falta de comprensión de un país que nos fue negado conocer en la guerra, y que hoy sigue siendo desconocido para la mayoría de los Colombianos.
Tanto las personas que se dedican a pensar las políticas del país, como las personas que están al frente de las agendas importantes en lo público y privado, deben entender que asumir nuestra riqueza, nuestro potencial y nuestra diversidad no puede ser un proceso de espaldas al país, el costo puede ser un desarrollo que dejé por fuera a muchas poblaciones y comunidades, de unos recursos de todos.
El reto es asumir el momento histórico, comprendiendo que en efecto somos un país de una riqueza verde importante, que debemos cuidar, comprender y entender. Un país de un verde, que afortunadamente sigue siendo; de todos los colores.♦
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Diego Aretz es un periodista y activista Colombiano, candidato a master en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal, colaborador de El Espectador. Así mismo es asesor de comunicaciones de la Unidad de Búsqueda.
Diego Aretz
Diego Aretz es un periodista, investigador y documentalista colombiano, máster en reconciliación y estudios de paz de la Universidad de Winchester, ha sido columnista de medios como Revista Semana, Nodal, El Universal y colaborador de El Espectador. Ha trabajado con la Unidad de Búsqueda y con numerosas organizaciones defensoras de DDHH.
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