Las Ciencias Sociales Hoy

Publicado el Las Ciencias Sociales Hoy

Lo que la pandemia no acabó, lo acabará el IVA

“El señor don Juan de Robres,

con caridad sin igual,

 hizo este santo hospital para pobres,

y también hizo a los pobres”.

Obras sueltas de Don Juan de Iriarte.

 

Por Víctor Reyes Morris.

Sociólogo Ph. D.

 

La CEPAL ha señalado con gran preocupación en sus análisis de la situación de América Latina, el aumento de la brecha de desigualdad en el marco de afectación de la pandemia.  Prácticamente ha indicado un gran retroceso respecto a las ganancias de las décadas anteriores, en cuanto a disminución de la pobreza, en esta circunstancia de pandemia. Quizás las mayores vulnerabilidades y retrocesos podrían darse en quienes estarían el límite o cerca de situaciones de pobreza, pero que esfuerzos de política pública lograron rescatar a importantes sectores de la población de esa situación y llevarlos a una perspectiva diferente de oportunidades. Pero tales esfuerzos o ya se perdieron o están en riesgo de perderse. De alguna manera, se ha destacado en el marco de análisis de la situación social de América Latina, el crecimiento de sectores medios que han disminuido la brecha de desigualdad. Pero, si algunos han señalado con esperanza que la pandemia podría permitir avizorar un panorama distinto, para alcanzar un orden social más justo que lleve a disminuir brechas de ingresos, parece por otro lado que la crisis económica se quiere recargar, en otros planteamientos de política económica, en los sectores medios y asalariados, corriéndose el riesgo de devolverlos a situaciones de peligrosa vulnerabilidad.

El Impuesto de Valor Agregado (IVA), ha sido considerado un impuesto altamente regresivo, queriendo decir con esto, que no permite una de las características de las cargas impositivas estatales, y es la de reducir desigualdades, o sea redistribución de ingresos. Al cobrar a todos por igual, sin distinción de su capacidad de ingreso, castiga fuertemente a los pobres y debilita a las clases medias, quienes terminan pagando mayormente tal impuesto. Hasta ahora la parte básica de la canasta familiar, a pesar de varios intentos se ha preservada de gravarla con IVA. Como es uno de los impuestos de mayor crecimiento y de apetitosa fuente de ingresos estatales, aunque muchos productos de consumo han sido gravados ya con el alto valor del impuesto (19%), de alguna manera los más básicos se han librado del mismo. Existe ahora, en plena crisis pandémica y bajo el amparo de una comisión de “sabios” (expertos extranjeros) una propuesta de gravar toda la canasta familiar con el IVA (19%) y devolverle a los más pobres, lo que pagarían con esta nueva carga impositiva. ¡El argumento básico es que se está subsidiando a los ricos y eso no puede ser! La verdad que se oculta tras de tan peregrino argumento es que quien termina pagando el grueso de la imposición contributiva son los asalariados y la verdad es que a los ricos les afecta muy poco la existencia del impuesto sobre toda la canasta familiar, pero a todos los demás sectores si los afecta y gravemente. Es decir que para castigar a los Ricos (¡), en un arranque de “populismo inverso” se castiga a todos los demás.

Entre más represente el costo de alimentos dentro de la canasta familiar y respecto al total de ingresos de un hogar, más vulnerable es ese hogar y en buen romance y sin tener mucho caletre, es lo que se propone como solución al problema del déficit de las arcas gubernamentales. Agravar la vulnerabilidad de la mayoría de los hogares colombianos. Se ha dicho que esta operación, se palearía con devolverle a los más pobres, con un mecanismo de transferencia, lo que para ellos implicaría la expansión del IVA a toda la canasta familiar. Pero los asalariados que son la mayoría y la fuente de ingresos familiares no recibirían nada sino una significativa disminución de ingresos y un encarecimiento de la canasta de alimentos. Buena política para retroceder.

Se han planteado otras alternativas para balancear las finanzas públicas, por los menores ingresos debidos a la crisis económica producto de la parálisis productiva producida por la pandemia. Es muy fácil decir que la crisis la paguemos todos, como si todos estuviéramos en la misma situación. Hay brechas estructurales de ingresos que se aumentarían con decisiones como estas.

Más que una reforma tributaria, se requeriría una ley de recuperación económica que desde luego contemplara las finanzas públicas, pero que involucrara un recorte fuerte en el gasto público burocrático (lo que no tenga efecto ni productivo ni social), una recuperación de la pequeña y mediana empresa, una renta básica para los más pobres y desempleados, programas sociales más amplios y un préstamo del Banco de la República (como lo propuso recientemente la Alcaldesa de Bogotá) posibilidad contemplada en la Constitución Política.

Insisto en lo que señala la CEPAL, organismo que calcula que la pobreza se incrementara en América Latina, por efectos de la pandemia, en un 4,4%, cuando la tendencia era de reducción de la pobreza. Así mismo observa, en la región, una pérdida de ingresos de los hogares y disminución de los ingresos laborales. Afirma enfáticamente la CEPAL: “Este aumento de la pobreza y la pobreza extrema compromete gravemente la posibilidad de poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo en 2030 (Objetivo de Desarrollo Sostenible 1) y más ampliamente el logro de todas las metas de la dimensión social de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. (CEPAL. INFORME ESPECIAL: EL DESAFÍO SOCIAL EN TIEMPOS DE COVID 19. Mayo 2020.)

 

De tal manera que un incremento del costo de la canasta familiar, vía gravamen en un porcentaje tan alto como ya está en Colombia (19%), en esta situación de pandemia, en donde lo que ha ocurrido es una disminución de los ingresos de los asalariados y grandes pérdidas en el sector informal, sería complicar más la situación social del país, a pesar de los adornos perversos que se le quieren poner para morder el anzuelo: Ingreso solidario (cambio de nombre de Familias en Acción); devolución del IVA a los más pobres (y los nuevos vulnerables qué?); matrícula 0 en universidades públicas para estratos 1, 2 y 3 ( y las universidades públicas recibirán ingresos por ello?); pago de subsidios a quien contrate personas jóvenes (despidiendo trabajadores no jóvenes?); extensión del PAEF (subsidio a las grandes empresas?).

La Comisión de sabios que se encargó de recomendar medidas fiscales o tributarias parece que olvidó el contexto de la crisis económica producida por la pandemia y se ubicó en un plano técnico de recomendación de ajustes para administrar mejor los impuestos, pero parece no haber tenido en cuenta que esa complejidad (real o aparente) del sistema tributario colombiano, es producto de muchas vulnerabilidades de distintos sectores, que sobreviven a partir de tales exenciones y que a saco no se pueden considerar simplemente anti-técnicas, sin producir importantes afectaciones de repercusión económica y social. –

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