Las Ciencias Sociales Hoy

Publicado el Las Ciencias Sociales Hoy

La socialidad y la educación

“Adquirida la conciencia de que toda actividad humana transcurre dentro de la sociedad, sin que nadie pueda sustraerse a su influjo, todo lo que no fuera ciencia de la naturaleza exterior tenía que ser ciencia de la sociedad”. Georg Simmel (1858-1918). Sociología: estudios sobre las formas de Socialización.

Por: Víctor Reyes Morris*

El papel de los sociólogos (as) en esta arrolladora pandemia es observar y analizar sus efectos sobre las relaciones sociales, además de sobrevivir a ella. El término socialidad con que hemos nominado este escrito tiene su origen en el sociólogo alemán Georg Simmel, y lo queremos utilizar en el sentido de relacionalidad social en cuanto a la afectación que se está produciendo en ella, en el contexto de una pandemia frente a la cual, la tan aclamada e indiscutible realidad de la globalización ha expandido al globo terráqueo en mayor o menor medida, sin que todavía pueda preverse todo el daño que pueda ocurrir, además de lo ya ocurrido. La paradoja que vivimos en que esa creciente intercomunicabilidad de las sociedades ha sido el factor de expansión acelerado de la pandemia. Pero lo que, si puede observarse hasta ahora, en este primer año pandémico, es que el virus es profundamente social o “anti-social”, pero en el sentido de afectar seriamente la socialidad, o sea la relación recíproca entre individuos. Ha alterado los procesos socializadores y educativos, la frecuencia de la interacción social y la propia convivencia social. Pero quizás, lo que más y ya lo decíamos en un escrito anterior en este mismo blog, la confianza entre personas.

Vayamos por partes. La educación en sus diversos niveles se ha visto alterada en los términos en que institucionalmente la escuela la contenía. Un aspecto menos visible en el proceso educativo formal es el componente de socialización, es decir la adquisición de valores sociales y pautas de comportamiento, que junto con la educación instrumental componen tal proceso. Esa “invisible socialización” es en parte dada en el seno familiar como en la interacción con los compañeros (as) escolares y maestros, formando entonces los referentes de la socialidad y ejercitando en ella.  La pandemia al truncar la presencialidad física ha modificado ese ejercicio de socialidad y lo ha trasladado a la virtualidad en desigual manera, por cuanto no todos los escolares tienen acceso a la virtualidad. La llamada alternancia, tan incompresiblemente atacada por algunas organizaciones sindicales del magisterio, pretende remediar en algo ese necesario ejercicio de socialidad presencial.  Desde luego, y en eso si tienen razón los sindicatos magisteriales, garantizando las condiciones y protocolos de bioseguridad en tal alternancia.  El Unicef, ha señalado que en el espacio escolar no hay evidencias de situaciones de contagio del virus pandémico.

La llamada indisciplina social, que se conecta con los rebrotes pandémicos, es una situación que no puede atenderse simplemente con represión. La situación de informalidad económica de muchas familias y de sus proveedores no ha sido atendida de la mejor manera, y el obligado rebusque debe ser afrontado con ayudas sociales prontas y no con amenazas represivas. Es tan claro, que como señala un estudio de la Universidad de los Andes una persona de estrato 1 de Bogotá, tiene 10 veces más posibilidad de contagiarse que una de estrato 6 y requerir hospitalización o inclusive fallecer. Y el mismo estudio señala que no obedece a composición etaria, tal riesgo sino a desigualdad económica. Por esa razón, y así lo señala el estudio en mención, el mayor número de comparendos por incumplimiento de las medidas de cuarentena corresponde a los estratos socioeconómicos más bajos. Es cuestión de “bandera roja” enarbolada o no.

El asunto de la confianza, es un tema fundamental. La obligada distancia física, el tapabocas, para evitar la posibilidad de contagio por la proximidad física o cualquier manifestación de saludo cercano, están alterando la confianza interpersonal y casi llevando a mirar al otro, simplemente como un posible portador del nefando virus. Esto afecta la socialidad e incrementa el individualismo egoísta (sálvese quien pueda). Casi dándole razón a Hobbes, con su homo homini lupus (el hombre es lobo del hombre). En esta situación de solidaridad entre paréntesis, parece quedar solo el monstruo autoritario y los individuos sobreviviendo en sus pequeños refugios de unos cuantos metros cuadrados de morada. ¿Situación temporal?  Sí, esperamos que lo sea, aunque podrá causar daños en la condición mental de las personas y en la resquebrajada socialidad y en el capital social. Este último concepto hace referencia a la riqueza organizacional de una sociedad, que crea cuerpos intermedios y redes sociales que permiten y propician la colaboración social que deriva en sinergia social o sea en fuerza colaborativa que permite sobrepasar situaciones difíciles y construir fuertes lazos de protección, apoyo y proyección social y comunitaria.

Afrontar la situación con tanta incertidumbre ante un fenómeno muy desconocido y que parece instalarse sin tregua y con la esperanza que puede tener una vacunación masiva, nos conduce ahora a plantear en la coyuntura, el debate educativo en la condición pandémica, en razón del inicio de nuevos periodos escolares, también inciertos en su modalidad de realización.

Las consecuencias en la formación y en la relación de estudiantes entre sí y de estudiantes y profesores, y hasta en un ambiente generacional, es algo que, en un transcurso más amplio, seguramente se evaluará en cuanto a afectación positiva, negativa o neutral de la calidad formativa y socializadora. Algunos analistas y pedagogos han expresado preocupaciones, llegando a recomendar la alternancia entre presencialidad física y virtual. Pero todo ha sido hasta ahora ensayo sin que puedan establecerse consecuencias claras, que de todas maneras será un ejercicio del tiempo.

La virtualidad del campo, parece ser exaltada por quienes están vendiendo modelos formativos de ese tipo, virtuales, pero el campus físico y la interacción social, difícilmente podrán ser sustituidos. Puede ser eso sí que la pandemia haya acelerado unos procesos de virtualización, que tienen sus pros, pero también sus contras, y puede ser también que ese aceleramiento haya tomado a unos agentes sin la preparación adecuada y no me refiero únicamente a lo técnico, que como lo hemos insistido en este escrito, sino también a la interacción social, en un marco cultural que puede no tener claro ni quizás tiempo para construir unas pautas de conducta adecuadas o quizás diferentes. –

 

Sociólogo. Universidad Nacional de Colombia

 

 

 

 

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