Las Ciencias Sociales Hoy

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La Constitución de Cúcuta de 1821. Bolívar y Santander y la construcción de Nación

“No se puede negar que, con frecuencia, Historia y Sociología se
reúnen, se identifican, se confunden (…). Las razones de ello son
simples (…) una identidad de naturaleza: Historia y Sociología
son las únicas ciencias globales capaces de extender su curiosidad
a cualquier aspecto de lo social. La Historia en la medida que es
todas las ciencias del hombre en el inmenso campo del pasado
(…) la Sociología (que también es síntesis por vocación) a la que
la dialéctica de la duración obliga a volverse hacia el pasado, lo
quiera o no”. Fernando Braudel, La Historia y las Ciencias Sociales (Madrid: Alianza Editorial, 1970), 116 (citado por Blas de Zubiría. “Convergencias y divergencias entre Sociología e Historia”. Revista Historia Caribe, Vol. X, No. 27. 2015.)

Por: Víctor Reyes Morris.
Doctor en Sociología.

No pretendo ser historiador, aunque esa disciplina es básica para comprender muchas cosas de nuestra actual realidad, le dejo el manejo de sus fuentes, métodos y análisis, a los juiciosos cultores del estudio histórico. Lo que pretendo es entender, con las herramientas que las ciencias sociales nos proveen, una hipótesis interpretativa del origen de nuestra formación como Nación y Estado, pero especialmente aclarar una versión de esa condena a la que hemos estado abocados, respecto al papel de los fundadores de la Nación y del Estado colombiano, como se concibe en la modernidad. Ha habido, a mi manera de ver una incomprensión básica del papel que cada uno de ellos jugó en ese proceso y me refiero a Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, cuyas reivindicaciones y execraciones han alternado momentos de nuestra historia republicana.

Estamos celebrando los 200 años de la Constitución de Cúcuta de 1821, que nos consagró como república independiente. Antes y en el proceso independentista se habían dado constituciones regionales (de los Estados y provincias) y fue, ese Congreso de Cúcuta, redactor de la Constitución, escenario de una cierta confrontación entre los partidarios (digámoslo así) de Bolívar y Santander. Dos concepciones sobre la construcción de Nación y Estado. O mejor dos estrategias distintas para consolidar una naciente república. Se ha especulado mucho sobre la opción política que representaba cada uno, e inclusive si se trataba no más de ambiciones de poder. Algunos partidarios de la tradición bolivariana se proclamaban amigos del poder fuerte y de la autoridad por encima de todo, luego la reinterpretación del pensamiento bolivariano cambió de rumbo y entonces Bolívar fue reclamado como padre de las corrientes que impulsaban el socialismo del siglo XXI, conservando el culto por el autoritarismo y la denostación de la democracia burguesa. Otros partidarios de la corriente santanderista, se proclamaban más bien liberales e institucionalistas y eso valió el remoquete para ellos de legalistas o cultores de un aberrante formalismo jurídico. La famosa conspiración septembrina (atentado contra la vida de Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia) de 1828 llevó al punto más alto la pugna entre bolivarianos y santanderistas, quizás la corriente que se proclamaba más anti-Bolívar que organizó la conspiración de la cual se salvó Bolívar y que llevó al patíbulo a la mayor parte de sus organizadores. Santander considerado, el inspirador de la misma, mas no su autor, fue condenado a muerte y luego conmutada su pena por el destierro (siendo el vicepresidente de la República) pero luego regresaría al país y sería Presidente de la República. Independientemente de las razones de época para caracterizar a unos y otros (bolivarianos y santanderistas) la hipótesis interpretativa que quiero plantear es que si había dos concepciones distintas de construcción de Nación y Estado.

La naciente república de Colombia, en aquella época considerada la Gran Colombia (porque la integraba además de Colombia -La Nueva Granada- ,  Venezuela y Ecuador –Antigua Audiencia de Quito), después de la independencia de España, no tenían claro sus habitantes, de dónde eran o qué eran (un país?, una colonia, una excolonia?) de tal manera que la dirigencia de la época expresaba su gran preocupación por la falta de conciencia de sus ciudadanos potenciales, sobre qué era una república y una ciudadanía. Construir la nación y el Estado era el fondo de la discusión entre la élite y la jefatura que había logrado la independencia de España. Y entonces aquí surgían las grandes discrepancias sobre el camino a seguir para alcanzar esa conciencia de nación libre, independiente, soberana, etc. Aquí surgió la gran división entre bolivarianos y santanderistas. Los primeros, más leales a Bolívar en su condición de Libertador y gran general y secundando su amplio liderazgo, consideraban la necesidad de un gobierno fuerte bajo la figura de un dictador supremo (Bolívar) como se expresa tanto en la carta de Jamaica (1815) y en el famoso discurso de Angostura (1819) y se materializa en la constitución boliviana (1825). Precisamente, la Constitución Fundacional de Cúcuta se convirtió en punto de discusión y división entre Santanderistas (que la defendían) y Bolivarianos (que preferían el modelo boliviano). Santander tenía más la visión de construir la Nación y la ciudadanía por la vía de la educación y así fundó las universidades centrales de los 3 países integrantes de la Gran Colombia y numerosos colegios; la separación de poderes y el desarrollo de la institucionalidad. Los santanderistas, más que Santander, veían al gobierno fuerte bolivariano como una odiosa dictadura personalista que se acercaba más a la tiranía que a la democracia. Quizás el énfasis de Bolívar en su pensamiento era el de una transición hacia una democracia fuerte, que la veía lejana, pero pasando primero por un gobierno fuerte y estable (Hay que recordar que, a comienzos del siglo XIX, pocas democracias existían). Admiraba la estabilidad de las monarquías, pero desde luego era un republicano. Y talvez quiso introducir ese elemento de estabilidad, que le valió la calificación de autoritario y defensor de la figura del dictador.

No se trata de apostar por una figura u otra, ni de argumentar en pro y contra, el pleito es viejo y no sé si se ha subsanado o aclarado. ¿Entonces de que se trata hoy en día, al menos en mi pretensión? Sencillamente (si acaso lo es) en entender que la nación se sigue construyendo, que podríamos decir que todos los días se construye nación, que tenemos que seguir pensando en lo que nos une o identifica como nación y cómo sentirse parte de un territorio y más aún si éste brinda las condiciones para sentirse parte de…

Hace poco el presidente de la República, Iván Duque, aparecía en los noticieros entregando unos títulos de usos de tierra por 10 años para campesinos cuidadores de entornos de protección ambiental. Una de las líderes que habló en el acto, le decía al presidente que está muy bien entregarles tierra a los campesinos, aunque sea en la condición de uso, pero que el asunto con los campesinos no era sólo producir sino como sacar sus productos, colocarlos en el mercado y que les pagaran bien, lo que no estaba ocurriendo. Todavía tenemos un país por armar, parodiando al escritor argentino Julio Cortázar, y construir o armar país, ante todo, es inclusión, es incluir territorio, incluir grupos sociales históricamente marginados, es dar oportunidades, es reparar víctimas. Se lo seguimos debiendo a los colombianos (as). –

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