Para alguien que no está inmerso en la práctica del ciclismo aficionado, todo lo relacionado a este mundo le puede sonar exagerado. Con razón, porque en muchos casos este deporte transforma profundamente el círculo social, los hábitos, la apariencia física y las actitudes de sus devotos, como si de una doctrina se tratara.

Bogotá, 11 de abril de 2025. Casi siempre es el mismo camino: se empieza sin querer la cosa, de repente nace un gran interés, luego, viene un periodo de pasión o militancia casi ciega, seguido de una estabilización o consolidación del hábito o de su renuncia.

Alejandra Cadena es un ejemplo de esa metamorfosis. Su cotidianidad pasa por una disciplina ‘balanceada’: cuida con esmero su alimentación, atesora las horas de buen sueño y lleva a cabalidad las sesiones de entrenamiento.

En sus días de descanso o recuperación, Alejandra suele realizar caminatas por la montaña, con las que tiene una gran conexión, o se regala un recorrido distendido en su cicla de gravel, porque para ella, en sus tiernos 30 años, estar en continuo movimiento, es una manera de honrar el cuerpo.

Muy contrario a la imagen que Alejandra dejó en el colegio, donde se destacó por ser la menos deportiva, la que nadie quería en su equipo, porque les ‘dañaba el parche’, sin contar que su padre falló en múltiples intentos por motivarla hacia la actividad física y sacarla de sus profundidades oníricas.

Estos años alrededor de la bicicleta han sido tan intensos, que sus familiares y todo el entorno ha terminado adaptándose a su manera de vivir, incluso ‘Fito’ y ‘Tizón’, sus gatos, que pasan días en casa de sus ‘abuelos’ y ‘tíos’, esperando el pronto regreso de su ama.

Alguien que no la haya tratado durante cierto tiempo y se la encuentre de repente, le parecerá increíble enterarse sobre esa nueva persona: es deportista y gana competencias.

No es que ya no tenga vida social, sino que, para esta bogotana, esos planes comunes de salir con amigos pasan primero por una negociación en la que se deben equilibrar ambos mundos, el deportivo y el social, pues, hoy, dedica entre 12 y 15 horas de entrenamiento semanal, que incluye ejercicios de fortalecimiento y el senderismo.

“Al que empieza a ganar se le vuelve una escalera, comienza a ver un buen resultado y eso incentiva a querer seguir explorando ese potencial descubierto sobre la bici; sí genera un hambre explorar terrenos que me generan más dificultad”, confiesa Alejandra, campeona de varias de las más conocidas carreras para ciclistas aficionados en Colombia.


Gregarios del amor

Alejandra habla en plural “hemos”, “somos”, “vamos”, porque su vida no solamente está influenciada por la bicicleta, sino también por Lucas, su pareja, el mismo que la motivó a transportarse en bici y a sumarse a las caravanas de pedalistas que llenan las carreteras los fines de semana.

“Yo disfrutaba la bici, pero no a esa intensidad, porque en ese momento no rendía, varias veces tuvimos disgustos. Yo lo único que hacía era aguantar y aguantar para que no me dejaran botada”, recuerda Alejandra entre sonrisas y destellos en sus ojos que delatan el gusto con el que recuerda su historia reciente.

Como la gran mayoría de aficionados, ambos iniciaron en bicicletas de acero, con vestimenta sencilla, réplicas de esta o aquella marca de gafas y entre la ausencia de accesorios que hoy se consideran esenciales para alcanzar un nivel ‘leñero’; era la auténtica etapa patacona, en la que la fiebre por salir a rodar es lo más importante.

Por esos días, Alejandra había terminado la universidad, es psicóloga de profesión, pero su vida laboral no arrancaba, así que ambos decidieron ‘escamparse’ en trabajos que les permitieran llevar media vida de ciclistas y otra media vida para ganar dinero y sostener los gastos del ciclismo.

“En mi caso trabajo como intérprete, o traductora como se conoce más popularmente, y Lucas trabaja como mecánico de bicis. Nos gusta mucho lo que hacemos laboralmente, y más por el hecho de que nos permite disponer de tiempo para entrenar y descansar”, agrega.

La transformación

Alejandra incursionó en el mundo del ciclismo en el 2016, un año de florecimiento de este deporte, cuando las continuas victorias de los ciclistas profesionales colombianos en el World Tour cambiaban el carácter de este pasatiempo en las esferas aficionadas. Vivíamos el cenit de la más reciente época dorada del ciclismo colombiano.

No sólo crecía el número de nuevas ciclistas, sino que había ropa y accesorios para mujeres, algo poco común algunos años atrás. En ese momento, Alejandra encontró un nivel alto en la categoría femenina, difícil de igualar, pero ante el cual no se doblegó, sino que lo asumió como un reto.

Con esa perspectiva, y siempre en compañía de Lucas, hizo algunos cambios fundamentales: consiguió una mejor bicicleta, entrenó a otro nivel, planeó mejor las salidas, cuidó la alimentación, y así, por esa vía, en esa etapa, se vio pedaleando a las 4:00 de la mañana en la sabana de Bogotá.

Tal vez esa es una de las imágenes más inverosímiles para los que no están metidos en este mundo: ciclistas pedaleando como fantasmas en pena, en la oscuridad y entre la niebla de la sabana. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué ganan con eso? ¡Están locos!

El encuentro con el podio

“Yo entré el mundo competitivo sin tener buenas expectativas, porque sabía que me enfrentaba a personas con una gran experiencia en este deporte”, comparte Alejandra, de 48 kilos, 1.62 metros de altura y muchos vatios de poder.

En sus recuerdos resalta la participación en el Giro de Rigo del 2019, cuando fue campeona y del 2021, edición en la que se ubicó segunda, moviendo casi cinco vatios por kilo de peso. ¡Alcanzar esos valores toma mucho tiempo!

VIDEO: Giro de Rigo desde adentro

En su victoria contundente del 2019 se llevó el botín completo: una bicicleta por haber ganado la general, otra bicicleta por haber ganado el premio de montaña y cinco millones de pesos por haber arrasado en su categoría. ¡Una auténtica moñona ciclística!

“La competencia me ha permitido explorar límites, a desprenderme de la idea de que no voy a ser capaz, de que hay terrenos que no se sienten como mi terreno, pero de repente yo me puedo esforzar por mejorar y apuntarle a ser estratégica, a aprender de otras personas; el mundo de la competencia me ha ayudado a crecer”, reflexiona Alejandra, mientras sonríe y juega con su larga y hermosa cabellera de Rapunzel.

La ‘Moto Cadena’, como algunos la llaman con cariño, por su poderoso pedaleo, tiene en su palmarés una larga lista de podios en carreras para aficionados de toda índole: competencias punto a punto, segmentadas, sólo mujeres, mixtas; locales, regionales, nacionales e internacionales.

VIDEO: Gran Fondo Boyacá

En esa escalera en la que se convierte del deporte competitivo profesional y no profesional, Alejandra clasificó para participar en la L’Ariegeoise 2022, una carrera que se realiza anualmente en los pirineos franceses, donde quedó subcampeona, en representación de Colombia.

Palmarés:
  • 1er lugar Gran Fondo de Boyacá 2018/19/21/22/2324
  • 1er lugar Gran Fondo Ejeciclismo 2018/19
  • 1er lugar Reto Wahoo 14 OCHOMILES 2018
  • 2do lugar GFNY Colombia 2018/1922
  • 1er lugar La Ruta Medellín 2019/22/23
  • 3er lugar Gran Fondo de Panamá 2019
  • 1er lugar Gran Fondo del Huila 2019
  • 1er lugar L’Étape Colombia 2019
  • 3er lugar L’Etape Colombia 2022
  • 1er lugar Giro de Rigo 2019
  • 2do lugar Giro de Rigo 2021
  • 2do lugar L’Ariegeoise 2022
  • 1er lugar Pájara Race 2022
  • 2do lugar Pájara Race 2023
  • 1 lugar Gran Fondo Boyacá 2023
  • 1er lugar Challenge TNC Picacho 2023
  • 3er lugar Gran Fondo de Bogotá 2024
  • 1er lugar Reto Movistar Sabana 2025
La rivalidad y el control del ego

El listado anterior es enorme, sin nombrar los QOM (Queen of the Mountain), es decir, los mejores tiempos que ha impuesto en varios puertos icónicos, de acuerdo con las mediciones de la aplicación Strava.

Sin embargo, a pesar de sus éxitos, Alejandra considera que hay cosas más importantes que ganar, porque la obsesión por ganar puede desviar el pensamiento exclusivamente hacia el resultado y no hacia el proceso.  

“Considero que el resultado no siempre corresponde al esfuerzo invertido. También estamos sujetos a la suerte. Podemos tener una preparación excepcional y un pinchazo o un día de malas sensaciones nos puede alejar del objetivo. Darle valor al proceso y disfrutarlo es una buena base para seguirlo intentando”, profundiza.

En ese sentido, en sus redes sociales Alejandra ha hecho referencia a otros aspectos, como a la comunidad de mujeres que son grandes competidoras y aliadas que se cuidan y se apoyan a pesar de los resultados, porque, incluso a nivel amateur, no todo es color de rosa.

“He encontrado competidores que se obsesionan por ganar y están dispuestos a hacer trampa, o de hacer lo que sea con tal de ganar. Hay personas que llevan la rivalidad dentro y fuera de carreras”, señala.

En la confrontación tanto femenina como masculina amateur hay un aspecto no reglamentado, causa de muchos malentendidos. Se trata de la compañía o ayuda de ‘gregarios’ que ponen ritmo, auxilian con la comida, la hidratación y cortan el viento.

“Ha sucedido con hombres y mujeres, y en situación de carrera, de manera planeada y no planeada establecemos alianzas. Algunas veces en función de gregarios, gregarias, o a veces en función de aliados, aliadas. De todas maneras, quien mejor puede controlar ese tema es el evento que organiza”, aclara sin mencionar a nadie en concreto.

En el manejo de la rivalidad y del ego, Alejandra tiene una visión conciliadora, pues más allá de ser o no campeona, ha aprendido a disfrutar las sensaciones durante las carreras, cada vez afina más sus capacidades para leer su cuerpo y sobrellevar factores externos adversos que no están bajo su control.

Un claro ejemplo de esa actitud resiliente ocurrió en la Pájara Race 2023, evento en el que tuvo muchas dificultades en contra: llovió todo el tiempo, estaba agobiada por el frío, pinchó varias veces y Lucas había ‘besado el piso’ pasando unos reductores de velocidad. No obstante, pudo superar esa derrota parcial, recomenzar y lograr su mejor tiempo personal en la subida Choachí – El Verjón y ocupar el segundo puesto de la general.

“La parte psicológica en el área deportiva, sin duda, es fundamental, no solo se trata de entrenar el cuerpo, si no también entrenar el pensamiento y saber si mi manera de vivir el ciclismo va en coherencia con lo que quiero para mi momento de vida actual”, puntualiza la psicóloga-ciclista.

La rentabilidad

Ganar carreras para aficionados es rentable para seguir haciendo ciclismo, porque lo que ganan en ciertos eventos, sirve para cuadrar la caja, pues prepararse para una carrera y asistir a la misma, es costoso. Además, es un riesgo muy grande, porque se puede invertir bastante tiempo y dinero, y el día de la carrera tener un mal de estómago, como pasa en las grandes ligas.

Se escribe y se dice muy fácil y parece idílico todo lo dicho, pero ha sido un camino en el que las dudas también han estado presentes. Llevar una vida poco o casi nada tradicional es para espíritus elevados. Pero luego de esas tormentas tan personales e intransferibles desatadas por momentos de incertidumbre, la bicicleta vuelve y se reafirma como un estilo de vida.

“Siento que la vida, muchas veces, se nos va tras ideales que ni siquiera son propios: hay quienes piensan, yo quiero tener mucha plata para tener una casa, un carro, casarme, tener hijos, y muchas veces no somos conscientes de que no es un deseo propio. Para descubrir nuestras grandes pasiones vale la pena estar dispuestos a explorar nuevas posibilidades, y dejarnos guiar por nuestro sentir”, hila pensamientos una de las más destacadas embajadoras del ciclismo amateur en Colombia.

Las propuestas para correr como profesional no le han faltado, pero es un salto difícil de dar, pues los pagos no son atractivos, los contratos son menos que temporales y, además, al hacerlo, el ciclismo se le convertiría en una obligación laboral, un aspecto que atentaría contra el concepto de ‘diversión’ que ella ama en este deporte.

“En realidad se vale dudar, se vale cambiar de opinión: un día puedo ser una gran aficionada de las competencias, y al otro día encontrarme con que llevar un ritmo de carrera por mucho tiempo se me vuelve insostenible. Constantemente me pregunto cómo quiero vivir el ciclismo. Inicié este camino con el objetivo de combatir el sedentarismo, y con el tiempo ha adquirido distintos propósitos”, comparte.

Aquí en el ciclismo aficionado, Alejandra ha encontrado apoyos determinantes para continuar con su estilo de vida. Más allá de la permanente compañía de sus padres, de Lucas, de amigos ciclistas y no ciclistas y de Fito y Tizón, cuenta con patrocinadores que le suplen la bicicleta, uniformes, gafas, geles, entrenador, entre otros recursos tecnológicos cruciales para estar motivada y en el podio.

Si bien Lucas fue su mentor, los papeles se han invertido, pues Alejandra pasó de sufrir a su rueda, a convertirse en la protagonista de un dúo que gana amigos y apoyos con el paso de los días. Aunque gustan verse como equipo, ella es la estrella, él, su gregario.

“Una de las claves ha sido la comunicación y permitirnos entender que nuestros ritmos y motivaciones pueden ser distintos”, concluye Lucas.

En este corto periodo Alejandra ha compartido con muchos ‘colegas’ de la bici, pero Lucas es uno de los pocos que ha permanecido a su lado, en entrenamientos y competencias, para asistirla en lo que sea necesario: un cambio de rueda, un gel, una indicación técnica o un beso energizante.

Nota: En Instagram encuentran a Alejandra y a Lucas, así: @alecadena23 @MarioLucas.Cycling En Youtube, Lucas tiene un canal dedicado, básicamente, al proceso ciclístico de Alejandra, lo encuentran como @Mariolucas87

    Instragram: @la_sinfonia_del_pedal

    Mail: lasinfoniadelpedal@gmail.com

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