La Franja De Gaso

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Seguiremos siendo los mismos

Filósofos, advenedizos, psicoanalistas, pitonisos, astrólogos, anacoretas, masones, arzobispos, alquimistas, científicos, todos a una han tratado de establecer y regalarnos con su privilegiada visión, a qué mundo vamos a salir cuando dejemos de ver la silueta retorcida de la parca pasearse frente a nuestras ventanas y decidamos reabrir la puerta y la esperanza, para lanzarnos otra vez a un siglo nuevo, pero moribundo.

Algunos nos auguran la muerte, temprana o tardía pero la muerte, el único final posible que consideran quienes agotan el concepto de vida en la extinción del cuerpo y la cesación de sus funciones orgánicas; es decir, en el mero acontecimiento físico, que para los positivistas es el punto muerto en el que dejamos de ser esa prodigiosa mezcla de existencia y pensamiento, para convertirnos en tierra o ceniza. Esa tendencia, cínica en su esencia, nos dice que quienes sobrevivan al virus tendrán la muerte a la vuelta de la esquina, por una gran explosión nuclear o por el impacto personalizado de un tiro. Los catastrofistas nos dicen que vamos a morir de todos modos, ahora o a deshoras y con esa aparente objetividad limpian su conciencia y disimulan su ignorancia.

Otros nos llenan de esperanza, nos describen después del virus apocalíptico el mundo de la luz, el reencuentro de los cuerpos fundidos en abrazos, eternos besos y una especie de frenético renacer sexual. El mundo aprenderá la lección y se sentará en largas noches astrales a recomponer con hilo de plata y aguja espiritual el desleído tejido social, descosido por el abandono que causó el encierro. Los optimistas irredentos ven pasar la  parca pero no se espantan, saben que no va a volver a mirarlos porque su ingenuidad es una especie de armadura impenetrable, han comprobado en sus arrebatos poéticos que son capaces de convocar a la muerte en un verso sinuoso, para enredarla y desterrarla de su vida.

La pandemia pasará. Dejará su rastro de muerte, de miseria, y el mundo, de ahí en adelante seguirá siendo el mismo, porque lo que vivimos fue otro momento de destrucción, no de evolución. El hombre seguirá siendo el mismo y todo seguirá en lo mismo. Lo que estaba hundido seguirá en el abismo y lo que estaba elevado, seguirá embriagado de ambición, codicia y arrogancia. El mundo seguirá siendo el que es y ha sido; después de la pandemia solo resucitarán los que perezcan, los demás se reencontrarán en el mismo mundo medio muerto, lleno de ‘vivos’. En fin, no hay noticia buena ni mala: seguiremos siendo los mismos.

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