La Franja De Gaso

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Las impotencias mundiales

Mientras en Estados Unidos un presidente de pocos días de posesión y 78 años de nacimiento, anda sobrerrevolucionado tratando de levantar hasta la última piedra del derrumbe institucional provocado por su antecesor, convertido en el más feroz enemigo interno que haya tenido el país en toda su historia, en Rusia Vladimir Putin muestra el filo de sus colmillos a las primeras protestas callejeras significativas que ha tenido en sus dominios en respaldo al opositor Aleksei A. Navalny, porque parece que ya ni por amor, ni por temor alcanza a mantener al pueblo comiendo de su propia mano.

Las que fueran hasta Gorbachov las dos potencias mundiales, los dos polos histéricos de poder en el mundo, los que definían por capricho, vanidad u obsesión imperialista, los sistemas más ricos e intervencionistas del planeta, cuyas ambiciones y desmanes causaron millones de muertes después de las millones de muertes que causó la segunda guerra mundial, hoy hacen agua frente a un mundo que perdió la inocencia, superó el demagógico dilema entre comunismo y capitalismo, se reagrupó según intereses más concretos y redefinió los objetivos mundiales de acuerdo con los propósitos regionales.

Europa se unificó, aunque hoy amenaza con explotar en los mismos pedazos de siempre; la cortina de hierro cayó y los países sometidos bajo la égida de la antigua URSS lucharon hasta recuperar su identidad e independencia, el oriente se fortaleció económicamente y se proyecta como el posible megapoder de finales de este siglo. Los dos gigantes de entonces hoy son dos países más, con graves problemas, grandes debilidades y grietas evidentes en todos sus sistemas. Hoy no asustan a nadie, ni siquiera a Venezuela o a Afganistán, a Cuba o a Ucrania; los dos viejos mandamases andan hoy compensando su impotencia política con la exhibición de los soles oxidados en sus charreteras. Solo preocupa que recaigan en la brutalidad y el fascismo por culpa, precisamente, del vacío mental que últimamente les está nublando el juicio.

La pandemia ha hecho que la Tierra vuelva a barajar la ciencia, con la política, con la tecnología, con el armamentismo, con la ecología, con la educación, con el subdesarrollo, con la especulación, con el racismo: todas las cartas de esta baraja espeluznante con que se juegan hoy los países su suerte están por ponerse nuevamente en la mesa y nosotros, estos países de poca monta, despreciados por los poderosos y mancillados por nosotros mismos, no tenemos siquiera un lugar en la mesa para hacer una mínima apuesta.

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