La Franja De Gaso

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El editorial falso que dijo la verdad

Muchas de las noticias falsas, sobre todo las que más excitan las redes sociales, se hospedan en el internet como lapas y se quedan viviendo del candor de los usuarios, que generalmente es desmedido. Estas falsedades suelen nacer de intereses retorcidos, ser diseñadas con fines a veces criminales y se difunden por Bots o personas de carne y hueso que, a manera de mercenarios virtuales, cobran simplemente por dispararlas todas las veces que se lo ordenen.

En esta década, las falsas noticias son otro virus pandémico y letal, que arrincona la democracia de los países más poderosos y los emergentes; que acaba reputaciones en un santiamén, sin derecho a pataleo después de que una calumnia es repetida millones de veces en pocas horas. Antes crecimos aterrorizados porque dos hombres en el mundo tenían cada uno un botón que desataría la última guerra de la humanidad, y hoy las noticias falsas, el arma más cruel y genocida en manos de los más cobardes, puede ser disparada en cualquier momento, por un Estado, un código, o por un niño, y destruir personas, empresas o gobiernos en minutos. En esas manos estamos: en las manos de nadie. Muchos veteranos de las guerras de flores de los 60 y 70 ahora añoramos el pavor surrealista del botón rojo junto a la mano ensangrentada de Breznev o Reagan.

Pero, paradójicamente un falso editorial del Washington Post es el que ronda las redes, a pesar de que nunca fue publicado en este diario, y cuenta inobjetables verdades, todas apuntando a que el capitalismo salvaje es sobre todo eso: salvaje, como una bestia lujuriosa, esquizofrénica y codiciosa, imposible de complacer ni aún cuando ya se le ha dado todo lo que teníamos, el aire, el agua, la tierra, el fuego, las selvas, los mares, los árboles, las montañas, los páramos, el día, la noche, los animales, desde los que surcan los cielos más altos, hasta los que viven y mueren sin despegarse del fondo helado y tenebroso del mar.

“O muere el capitalismo salvaje o muere la civilización humana” es la verdad más contundente que dice el editorial ficticio que cada tanto resucita para amargarle el desayuno a una derecha que es diestra en avaricia y siniestra en intención, una máquina de muerte que no llega al dos por ciento de la especie y se engulle al resto de los mortales sin piedad y sin descanso, hasta el día que tenga que tragarse a sí misma y acabar con el último vaho de humanidad que nos quede.

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