LA CASA ENCENDIDA

Publicado el Marco Antonio Valencia

PARA TODOS LOS FABIOS QUE NO SABEN ESCUCHAR

 

IMAGEN DE: www.cursodeguitarra.blogspot.com
IMAGEN DE: www.cursodeguitarra.blogspot.com

Apreciado Fabio:

Te escribo a petición de la familia y para expresarte un pequeño resentimiento que me quedó el viernes (que iré superando, por supuesto).  El abuelo estaba de cumpleaños, habíamos contratado a un canta-autor para una serenata, y cuando todos estábamos dispuestos a pasar un momento importante con la música, comenzaste a hablar con tu vecino.  Y hablabas y hablabas. Fue desagradable. Hablaste toda la serenata a voz en cuello. Y hablabas duro para imponer tu voz sobre la del cantante.  Todos te mirábamos feo, rayado, e intentábamos ignorarte, pero no se podía.

El canta-autor contrariado, interrumpió y con suave cortesía termino y se fue. ¡Qué vergüenza! El artista iba dispuesto esa noche a entregarnos toda su música, pero se sintió menospreciado. Con auditorio inculto, entre gente que no sabe qué es música en vivo, ni entiende el significado de una serenata, ni de los muchos años que le costó a él aprender a cantar y lo difícil que fue aprender a tocar guitarra.

Y así hay gente en todas partes. Seguro te ha pasado que vas a una sala de cine, y justo detrás de ti entran dos muchachitas tontas que charlan y charlan toda la película. Nadie les enseñó que la mayoría de personas que van al cine pagan para vivir una experiencia personal que necesita concentración.

El arte es de las cosas más excelsas del ser humano. Para atenderlo, comprenderlo y vivirlo se necesita disposición. Los padres tenemos que enseñarles a los hijos que al cine, a las obras de teatro, a los conciertos de música -entre otros-, hay que ir dispuestos a pagar un pequeño sacrificio: Escuchar con atención, no aplaudir a deshoras, no arrastrar las sillas, no comer –y menos haciendo bulla-, no hablar con otros mientras interviene el artista, apagar los celulares mientras se da la presentación.

Atender un artista demuestra cultura personal, pero también respeto al otro. A los otros.  A lo mejor no te guste esta columna y te amargue el rato; pero es que a mí, y a todos los que estábamos presentes nos pareció que tampoco hubo respeto de tu parte para con nosotros. Y quedamos todos algo ofendidos, porque no todos los días el abuelo cumple 100 años, y no todos los días se lleva serenata y no todos los días va un cantautor a tu casa y no todos los días se reúne una familia alrededor de una ceremonia tan bonita… (y porque las serenatas cuestan plata).

No vine a entender hasta muchas horas después porque la gente esa noche en público me pedía que te escribiera una columna. Entonces, a nombre de todos, envuelto y escrito en papel periódico, este regalito para recordarte que escuchar, es un asunto de elemental cortesía (por tu descortesía y la de tus contertulios).

 

Comentarios