LA CASA ENCENDIDA

Publicado el Marco Antonio Valencia

Debate: identidad de los payaneses 29

 

por CARLOS E. CAÑAR SARRIA

 

Del desarrollo urbano

Las ciudades modernas no pueden mantenerse ajenas a los procesos de desarrollo económico. Si por un lado -cuando las circunstancias lo ameriten- deben conservar su patrimonio arquitectónico tradicional, por otro parte, no pueden menospreciar el cambio social que permita resolver y satisfacer las necesidades de la población. Proceso que no puede estar exento de innovaciones tecnológicas, de apertura de industrias y de empresas que garanticen incentivar el empleo, el comercio, en fin, no se puede descartar la idea de un progreso gradual y seguro como resultado de una efectiva planificación y de concertación de objetivos comunes urbanos.

El municipio colombiano como unidad administrativo-territorial es el escenario donde los habitantes realizan sus actividades cotidianas y en donde mediante la participación activa expresan su dimensión polìtica. En las ciudades modernas la gran mayoría de habitantes se encuentra marginada de los procesos de gestión y toma de decisiones, no obstante existir mecanismos legales o constitucionales de participación.

El ciudadano en estas condiciones, termina convertido en una abstracción. A los mandatarios locales les corresponde velar para que la vida de sus habitantes sea halagadora. Y para que lo sea, deben responder a las reales demandas y expectativas de la población. La ciudad está considerada como la casa del hombre, a los habitantes y ciudadanos hay que hacerles atractiva la existencia para que no se torne miserable, estéril, aburrida o tediosa. Amar, cuidar y luchar por la ciudad produce un ambiente de compromiso y compenetración con ella. Políticas públicas de empleo con una relativa estabilidad y en condiciones de remuneración justa que le permita a la gente de manera paulatina hacerle el quite al marginamiento económico y a la pobreza. Empresas, microempresas, instituciones educativas, centros de salud, espacios abiertos para el deporte y para las actividades lúdicas, bibliotecas, parques, etc. resultan reconfortantes para los citadinos.

Si algo tiene de ventajoso los gobiernos municipales es la proximidad con la población pero esta en pocas localidades se manifiesta. A los habitantes hay que escucharles sus demandas y necesidades y comprometerles en sus soluciones. Saber qué quieren y qué pueden hacer. Desafortunadamente no pocos mandatarios gobiernan a espaldas de la población, peor aun si no cuenta con concejos que ejerzan verdadero control político y que se abanderen de los intereses de quienes dicen representar. En muchas ciudades no se sienten los concejos y es estéril su paso por los municipios. El alcalde moderno permanece poco tiempo en su despacho, prefiere estar con las comunidades para darles la cara, analizar los problemas y concertar y concretar soluciones. Delega lo necesario. Sabe prever, porque la previsión conduce a la acción, tal como sostiene el sociólogo Augusto Comte.

Los procesos de modernización implican cambios sustanciales en la dinámica económica y en el comportamiento ciudadano. La congestión del tráfico vehicular, el problema de las basuras, el mal estado de las calles que da la impresión de ciudades bombardeadas, la inseguridad desbocada ante la indefensión de los habitantes y la incompetencia de las autoridades para contenerla; las obras de infraestructura que se hacen eternas y que demuestran improvisación. El déficit de viviendas en condiciones de dignidad, la violación del espacio público, el desplazamiento forzado o voluntario, el crecimiento demográfico que multiplica la pobreza y la desatención estatal, el alza frecuente y la mala calidad de los servicios públicos, el ruido y la contaminación ambiental, entre otros indicadores, impiden la felicidad de los habitantes. Felicidad que puede lograrse si hay liderazgo de las autoridades, compromiso ciudadano y voluntad política de todos los actores sociales. Una política urbana puede tener su origen en distintos puntos de la sociedad, de ahí que hay que atender todos los sectores. Aquí no se concibe la política en términos partidistas o electoreros, sino que tiene que ver- tal como lo plantea Curtis Robert Glick- “con la formulación e institucionalización de los lineamientos conceptuales y programáticos mediante los cuales se pretende orientar las actividades pertinentes al desarrollo urbano”.

La ciudad moderna debe convertirse en un mundo de oportunidades y posibilidades. El sitio donde la gente quiere estar. Hay que procurar también, la estética de las ciudades para hacerlas atractivas y estimulantes psicológicamente a propios y extraños. Una ciudad bien presentada es una ciudad decente que llama al amaño; ciudades convertidas en ‘despelotes’ desdicen mucho de gobernantes y ciudadanos. La estética urbana es una prioridad que no se puede menospreciar. Las ciudades modernas tienen la tarea de construir tejido social que sólo es posible mediante la construcción de ciudadanía. Primero, construir ciudadanos, después bienvenidas las obras de concreto y cemento.

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