Tracy Kidder, ganador del Premio Pulitzer por el libro ‘The Soul of a New Machine’, dijo alguna vez: “…Nuestros informes toman meses, y ustedes (periodistas de noticias) tienen tres horas para conseguir una historia y escribirla, y deben hacer dos más antes de terminar el día. Un periodista privilegiado podría tomarse unas cuantas semanas para escribir un artículo”.
Aunque en su momento, esa declaración enfureció a muchos periodistas jóvenes, es una verdad irrefutable. Él se ha dedicado al periodismo literario (escritor americano) y como lo ha confesado en repetidas ocasiones, desde su trabajo como reportero y escritor puede tardar meses en construir una historia, porque la labor del periodista en ese entorno debe ser de inmersión, de conectarse con los personajes, con el escenario, descubrir y re-descubrir una y otra vez.
Es ahondar en verdades que a simple vista están disfrazadas, quitarse las máscaras y concebir la realidad tal cual es, eliminar lo idílico, exponer la franqueza, lo malo, lo bueno, la fragilidad, los detalles, la pomposidad, las alegrías, los relatos; es dejar evidencia de lo que están hechos los seres humanos: de carne y hueso. Pero para llegar a ese grado de compenetración, no bastan horas, ni días, tal vez semanas y meses.
El problema que deja la inmersión en Google es una discusión que no tiene hilos para cortar, porque resulta interminable y reincidente. Aquella verdad que lanzó Kidder, es tal. Y eso es lo que han hecho las comunidades en línea, así como el buscador de la gran ‘G’. El periodista digital de cierta forma pierde contacto con el mundo físico, a pesar de estar en contacto con él a través del universo virtual. Las noticias llegan segundo a segundo mediante las plataformas sociales y la opinión pública en menos de lo que canta un gallo, tiene en sus manos cientos de fuentes de información sobre un hecho determinado.
Desde mi empatía con esa clase de periodismo que alguna vez bautizaron como ‘Nuevo Periodismo’, siento que la autopista de la información está desdibujando el valor real del oficio. Y puede que en momentos tan importantes como revoluciones, revocatorias de mandatos, leyes, políticas, sirva como canal de movilización, sin embargo el periodista no debería perderse de aquellas historias que se encuentran en las ciudades, pueblos, municipios, carreteras, comunidades. Eso no lo dan las nuevas tecnologías y mucha gente aún no logra entender que estas solo son canales de difusión que le dan acceso a los individuos para informarse sobre X temas. No son más nada. No vienen a suplir el cerebro del ser humano, ni mucho menos a generar conocimientos, es el hombre quien lo desarrolla y lo perfecciona a través de ellas.
Sí, el periodismo desde hace mucho está pasando una época de transiciones y cambios. Es solo ver como la mayoría de los diarios tienen una versión web, a fin de acercarse a mayores lectores. Pero vuelvo y digo, no todo debe traducirse a la inmediatez que en algunas ocasiones es satanizada. Hoy, siguen faltando más historias.
Eliana Álvarez Ríos
Directora de Contenidos – Periodista
Colombia Digital
@anaylerios