Si hace casi 150 años atrás le hubieran dicho a Charles Frederick Worth, el pionero y padre de la Haute Couture, que las pasarelas de París serían recorridas en tenis y acompañadas por rodilleras, coderas y cangureras, posiblemente no lo hubiera creído. Hoy, sin embargo, estos pensamientos vanguardistas son una realidad. Realidad que preocupa a algunos, fascina a otros y desconcierta a la gran mayoría.
Desde el domingo 19 de enero hasta el viernes 24, los amantes de la moda disfrutamos de las colecciones Haute Couture y Couture (Las primeras son pertenecientes a la Chambre de Commerce et D’Industrie de Paris), para la temporada primavera-verano 2014, presentadas en la ciudad de la luz. Algunos reafirmaron que la elegancia y la esencia de este oficio artesanal se impermeabilizan contra el tiempo, mientras que otros, en su afán de conquistar nuevos mercados, se aventuraron en la búsqueda de nuevas directrices que informalizaron este arte llamado alta costura.
Dejando a un lado la pasarela inaugural a manos de Versace Atelier – quien a estas alturas no se que hace presentando una colección de alta costura- Christian Dior y Chanel fueron los más arriesgados con sus propuestas, a un punto en el que el vanguardismo extremo se percibía como el pilar de las colecciones de las clásicas casas de modas.En el primero, Raf Simons reinventó los cortes clásicos de la firma con siluetas y materiales vanguardistas. Crepé, calados y organza, le dieron vida a trajes cortos, faldas, vestidos asimétricos y conjuntos de pantalón y camisa, en tonos pasteles, blanco, negro y algunos estampados.La sorpresa de llegó cuando las modelos pisaron la pasarela en tenis bordados e inundados en piedras.
El segundo, fue más allá. Karl Lagerfeld, director creativo de Chanel, trajo a la pasarela la versión actual de las piezas clásicas de la maison: chaqueta tweed, trajes de tres piezas y pantalones, pero esta vez redondeo las mangas y afinó la cintura con un corsé. Su desesperación por posicionar a Chanel como una casa versátil lo llevó a hacer lucir a sus modelos, como unas mujeres espaciales: en tonos metálicos o a juego con las telas de los diseños las adornó con rodilleras, coderas, riñoneras y tenis, estos últimos confeccionados por Massaro. Ambas colecciones se alejaron de la vieja alta costura, acercándose a modelos más informales.
Los vestidos encantados y románticos modelos llegaron –como es costumbre– firmados por el libanés Elie Saab. Con una escalera de color que va desde el negro hasta colores y estampados de flores, el diseñador rindió homenaje a las pinturas del holandés Lawrence Alma-Tadema, creando trajes preciosos, en su mayoría largos, inundados en piedras y bordados.
Coquetas y muy románticas lucieron las ninfas del jardín encantado de Giambattista Valli. A pesar de que a mi parecer los trajes fueron muy ready to wear para una pasarela Haute Couture, el trabajo artesanal de cada una de las piezas fue impecable. Mini vestidos, faldas péplum, trajes largos completos o en conjuntos se tiñeron con los colores del arcoiris y con los tonos neones del pantone.
No muy lejos de ese frenesí de gasas y joyas, encontramos las colecciones de dos grandes: por un lado a Valentino y por el otro, Zuhair Murad – este, a pesar de no estar reconocido como modisto de haute couture por la Cámara Sindical de alta costura de parís, presenta sus colecciones como modisto de Couture-.
Desde notas musicales hasta un safari romántico que toma como punto de partida el dramático mundo de la ópera, Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli y su colección para Valentino nos decantaron con vestidos dignos para ser admirados. La lana, la seda, el tul y el encaje fueron algunos de los materiales escogidos por los diseñadores para confeccionar los trajes, que en todos sus largos que rompen los paradigmas de la seducción.
Zuhair Murad por su parte, logró acaparar cada uno de mis suspiros. Cada puntada me enamoraba más que la anterior. Trajes, conjuntos de dos piezas y enterizos imperaron en la colección de este modisto que utiliza la sutileza de sus transparencias, para hacer una invitación directa a hedonismo.
La alta costura se está reinventando. Cada vez más la fantasía y el fetichismo por piezas de arte imponibles, se está archivando en la mente de sus más sinceros amantes, para darle paso a la nueva era y la búsqueda de la aceptación por parte de nuevas generaciones. Esta semana de la moda que materializa los deseos y caprichos más profundos de los amantes de este arte pierde más y más su fuerza con cada temporada, y entonces resurge la pregunta: ¿podrá la alta moda impermeabilizarse contra el paso del tiempo?.
