
La emoción de las mujeres por esta fecha en especial es algo indescriptible, pero a diferencia de años atrás ya no hay que desvivirse por crear el disfraz perfecto ya que por encima del “dulce o truco”, prevalece la famosa frase de Lindsay Lohan en Mean Girls: “Halloween es la única noche del año en la que las mujeres podemos disfrazarnos de unas completas %&##@+ y ninguna puede decir algo malo al respecto”.
Halloween – que traduce «All hallow’s eve» (víspera de todos los santos) y es la noche en la que los países anglosajones, principalmente EEUU, Canadá, Irlanda y el Reino Unido, rendían tributo a todos sus santos- ha llegado a todos los rincones del mundo moderno, hasta el punto en que se le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas, los fantasmas y de la “hipersexualidad” de la mujer.
Comencé a disfrazarme desde que tengo conciencia, y antes de eso mi mamá lo hacía por mí. Fui hada, pirata, bailarina, princesa de Disney y hasta árabe, pero con el paso de los años fui comprendiendo el nuevo significado que ha adquirido esta celebración del 31 de octubre, en la que los dulces que pedíamos se convirtieron en alcohol, y nuestros creativos disfraces pasaron a ser un prostíbulo andante.
Esta tendencia consumista que se apodera de nosotros, sigue llegando todos los años como las ediciones “sexys” de disfraces comunes que no dejan nada a la imaginación, y que más que un disfraz, es esa lencería que nunca debió salir de la privacidad de su habitación, y solo debió ser vista por su novio, esposo o amante. Las mujeres conviven como en la guerra de los clones de mal gusto: la “gatita sexy”, “enfermera sexy”, “policía sexy”, “colegiala sexy”, hasta de “monjas sexys”, ya no más por favor. No es un problema religioso, creo que pasó hasta de ser moral, ahora simplemente es aburrido y poco original.
Esta bien que con el paso de los años no queremos ser unas momias o una mamá zombie, pero en lugar de buscar llamar la atención caminando cuasi desnudas por la calle, hagámoslo con un poco de creatividad e imaginación. Salgamos del estereotipo del “sex shop ambulante” y afrontemos con estilo y comedia esta fecha que tanto nos gusta.