George o nomics

Publicado el

Una perla más del “todo vale” en esta campaña electoral.

Sin importar porque candidato vamos a votar en esta segunda vuelta presidencial, hay un aspecto en el que me atrevo a asegurar coincidimos la mayoría de colombianos: jamás habíamos presenciado un espectáculo de tan baja categoría en una campaña electoral; Infiltraciones, publicidad engañosa, debates que en lugar de promover ideas se centran en ataques personales convirtiéndolos en algo se parece más a un episodio de “Laura en América” que a un contraste de posiciones, alianzas oportunistas de último momento que quien sabe que compromisos conllevan, son solo algunos de los innumerables lunares que sin duda nos tienen agotados a los colombianos que no vemos la hora de terminar este proceso y suplicar que mentes más serenas predominen en el futuro.

Estos procesos políticos tan agresivos tienen una cantidad de consecuencias negativas, el más claro es la polarización, las sociedades terminan dividas en bandos cada uno satanizando al otro, en nuestro caso se terminará lapidando a los seguidores de Zuluaga como guerreristas y a los Santistas de querer para Colombia una suerte idéntica a la de Cuba o Venezuela, no creo que ni lo uno ni lo otro se ajuste a la verdad, pero esa división es consecuencia de la línea que han decidido tomar más los estrategas de campaña que los mismos candidatos.

Debo confesar que siento particular tristeza por el tono que tomo la campaña, al principio pensé que sería una competencia de alto nivel en la arena política entre dos hombres que, independiente de lo que se piense de ellos, han tenido una trayectoria interesantísima: en el caso de Santos manejó los ministerios de comercio exterior (participando de primera mano es la estructuración de los tratados  comerciales más relevantes que ha firmado el país), de defensa (en pleno proceso de consolidación de la seguridad democrática) y de hacienda (en momentos en que Colombia estaba al borde de una cesación de pagos y su deuda parecía algo más que chatarra financiera), y por el otro lado Zuluaga, quién por años formó parte del legislativo con proyectos inteligentes y sin sombra de corrupción (algo que tristemente se convirtió en la excepción en los parlamentarios locales), y quién como ministro de hacienda logro sobrellevar la peor crisis del capitalismo desde la gran depresión sin sufrir deterioro alguno en la salud macroeconómica del país, ninguno de los bancos del país tuvo que ser rescatado por la calidad de sus activos y los niveles adecuados de aprovisionamiento y capitalización, hecho que fue reconocido por los mercados y calificadoras de riesgo globales otorgando el tan anhelado “grado de inversión” en los primeros meses de la administración que le sucedió.

Lastimosamente lo que pudo ser una campaña respetuosa plagada de buenas ideas, y que en una atmósfera de respeto pudo haber derivado en que el vencedor recogiera las mejores iniciativas del derrotado, se ha convertido en algo que parece una pelea en el célebre bar de Moe de los Simpson.

Quisiera referirme a un aspecto en particular que me preocupa de este “todo vale”, uno que en medio de tan escandalosos ataques puede pasar desapercibido. En el furor por atraer votos los candidatos tienden a caer en la trampa populista de hacer promesas que cautivan al electorado, sin tener en cuenta de donde van a salir los recursos para su financiación, ya conocemos la historia de naciones como España que entre otros legalizó subsidios altísimos de desempleo que pensó financiar eternamente con deuda, Grecia, que sostenía un número escandaloso de empleados públicos que terminaron por secar las finanzas del país teniendo que ser rescatados por la Unión Europea.

Desmontar ese tipo de prebendas tiene un costo político que pocos gobiernos se pueden dar el lujo de afrontar, ¿qué ha sucedido en Bolivia cuando se ha intentado disminuir el subsidio a la gasolina? Por poco tumban a Evo Morales, en Brasil cuando se ha intentado reducir el subsidio al transporte ¿Qué sucedió?

Siendo ministro de hacienda Oscar Iván Zuluaga se la jugó con temas tan sensibles como la reducción del pago de las horas extra o la remuneración de las madres comunitarias, ambas medidas supremamente impopulares, todos quisiéramos que los trabajadores ganaran más y que la noble labor de estas mujeres reciba una retribución atractiva, sin embargo todo eso tiene un costo, y la única forma de subir salarios sin disparar el desempleo o elevando los niveles de deuda es con productividad y al menos en esta campaña no se ha presentado evidencias concluyentes que esta se halla elevado.

La verdad es que el paquete de reformas laborales implementadas en el pasado ha sido de una u otra manera responsable por los índices de desempleo de un dígito que con orgullo exhibe la economía colombiana. El pago de horas extra en Colombia hacía que en ocasiones para un empresario resultara más atractivo contratar un trabajador temporal que pagar el tiempo extra de su plantilla existente, deteriorando la calidad del trabajo.

No estoy asegurando que restituir este tipo de beneficios sea una locura, ni estoy uniéndome a las filas de un candidato; pero tengo la certeza que esos ofrecimientos están siendo producto del desespero por enamorar a un electorado apasionado, y no el resultado de una revisión sería de los impacto de esas medidas, puede ser que en 4 años tengamos beneficios laborales comparables con los de Suecia pero con 3 de cada diez colombianos en la calle buscando como pagar el mercado.

Creo que sera un buen ejercicio para los académicos en el futuro determinar como los procesos d elección popular pueden alterar las convicciones, haciendo que personas muy formadas con excelentes ideas de alto impacto y visión de largo plazo, hagan a un lado sus creencias en pro de los votos.

Cuidado, ya en el pasado el gobierno de turno asumió el costo político de esas decisiones, pensémoslo dos y tres veces antes de desmontarlas, puede que una administración futura no esté dispuesta a asumirlo nuevamente, y determinaciones apresuradas, tomadas en medio de una pelea verbal de debate terminen por poner en riesgo todo el camino recorrido por una nación que hace dos décadas sonaba como candidato para ingresar al club de estados fallidos del mundo.

Imagen: http://elcuy.wordpress.com/2010/05/14/debate-politico-por-carlos-el-baterillero/

 

 

Comentarios