En el día mundial de la filosofía, presentamos en este espacio de El Espectador, algunas reflexiones del filósofo colombiano Miguel Antonio Fonseca Martínez sobre la inteligencia artificial y los retos que plantea a la filosofía.
En el día mundial de la filosofía, presentamos en este espacio de El Espectador, algunas reflexiones del filósofo colombiano Miguel Antonio Fonseca Martínez sobre la inteligencia artificial y los retos que plantea a la filosofía.
Presentamos en el día mundial de la filosofía el siguiente texto del profesor Miguel Antonio Fonseca Martínez. Él es profesor Investigador de la Universidad La Gran Colombia asociado al Doctorado en Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación. Profesor invitado al Doctorado en Estudios Políticos y Jurídicos de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Profesor invitado a la Facultad de Filosofía de la Konstanz Universität. Doctor en Filosofía por la Universidad Santo Tomás. Su actuación en el campo de la filosofía se refiere principalmente a las áreas de la lógica, la epistemología, la filosofía del lenguaje , la inteligencia artificial y la filosofía de la música. Entre sus principales publicaciones figuran: Belief & Society (Bogotá, UGC, 2023), Agencia eidética (Bogotá, Ediciones USTA, 2020), Discurso sobre los límites del lenguaje (Bogotá, Ediciones USTA, 2007), Filosofía de la música (Bogotá Ediciones Unisalle, 2012), además de artículos especializados y de divulgación científica.
Cuestiones filosóficas en torno a la inteligencia artificial
Por: Miguel Fonseca.
Cada año, el tercer jueves del mes de noviembre, la UNESCO lidera la celebración del Día mundial de la Filosofía. Dicha efeméride busca resaltar la importancia de esta disciplina y práctica cotidiana para el desarrollo del pensamiento y la construcción de sociedades libres, a través del uso de la razón. Por ello, este Día recuerda que, más allá de conmemorar y venerar antiguas arquitecturas de la razón, es tarea de la filosofía el ejercicio del pensamiento con respecto a los desafíos de nuestro tiempo. La crítica a los problemas que emergen en este momento histórico propicia horizontes para la construcción y consecución de los ideales que formamos en tanto humanidad.
El acaecimiento de la denominada inteligencia artificial es uno de esos desafíos relevantes y, quizá, el más importante de lo que lleva el siglo XXI. La denominada revolución digital constituye un hito que vincula un conjunto borroso de oportunidades y riesgos. Estos se hacen patentes, sobre todo, en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (en adelante, IA) como un hado, como un misterio que señala por medio de su desarrollo un destino ineluctable para lo humano.
En el aparente misterio que formula, se dan respuestas que constituyen un péndulo que va de lo utópico a lo trágico. Esto deriva en la necesidad de establecer una posición ante cómo vivimos con y en la tecnología. Por ello, frente al misterio, la pregunta y la meditación serán la posición original humana; puesto que ante la IA cabe principalmente el pensamiento. Podríamos decir, siguiendo a Hölderlin, que: “donde hay peligro crece también lo que nos salva” (1977, p. 395). Ante la tecnología y sus riesgos, el pensamiento se constituye en una forma de contención, de ir con denuedo, tanteando con mesura y sensatez la relación que tenemos con la IA. Pensar la IA es, entonces, una relación de serenidad que permite acotar no tanto qué es la IA, sino dejar ser lo que es humano, cuando se piensa su relación con el uso de este tipo de herramientas.
El gozne en el cual confluyen el pensamiento y la IA es el lenguaje. La construcción de la realidad social en todas sus dimensiones es inherente a nuestro uso del lenguaje. Así, en el marco de los productos culturales que estructuran nuestra experiencia vital, la IA es uno de los desarrollos más sofisticados. La IA puede ser definida como:
El campo dedicado a la construcción de animales y personas artificiales, o al menos que en ciertos trasfondos, son creaturas artificiales que parecen ser animales o personas dependiendo de su desempeño agencial” (Bringsjord & Sundar, 2018, p. 1).
En un primer momento, la disciplina, o más bien el conjunto de disciplinas que la constituyen, asumió el reto de la singularidad, es decir, de crear entes que simularan de forma indiscernible la inteligencia humana.
No obstante, tal empresa ha ido menguando, sobre todo por elementos pragmáticos y por límites epistémicos casi que infranqueables, tales como la idiosincrasia de la conciencia intencional humana y la diferencia entre semántica y sintaxis lingüística, la cual ha señalado repetidas veces Searle (1983, 1995, 2004).
Por lo antedicho, han surgido propuestas moderadas que pueden ser consideradas teorías débiles sobre la IA. Una versión débil de la IA busca proponer un conjunto de modelos de actitudes del entendimiento y de modelos de razonamiento como el núcleo de un desarrollo de artefactos de IA. En esta perspectiva, la IA está fuertemente vinculada al diseño de modelos de razonamiento e inferencia. No se refiere tanto a una imitación del modo de razonamiento humano, sino a modelos ideales de racionalidad y lenguaje adecuados a sujetos específicos y agencias particulares (Huber, 2016).
Desde este marco, el propósito general de la IA consistiría en desarrollar modelos conceptuales, procedimientos de reescritura formal de dichos modelos y la construcción de estrategias de programación de máquinas físicas que puedan, con eficiencia y la mayor exhaustividad, reproducir o constituir tareas cognitivas análogas a los sistemas biológicos inteligentes (Marín y Palma, 2008).
En definitiva, la IA es un conjunto de modelos que requieren usos de lenguajes artificiales que se enganchan a las formas de pensamiento humano y el uso del lenguaje natural como una extensión altamente eficiente (Fonseca, 2020; 2023).
Sin embargo, todas estas definiciones y perspectivas nos llevan a enfrentar el reto de reconocer que nuestra capacidad privilegiada de realizar procesos lingüísticos sofisticados que devienen del aprendizaje histórico, también llamado ratchet effect, o efecto trinquete (Tomasello, 2019), por medio del desarrollo del dispositivo cultural de la educación, está siendo adquirido por mecanismos de razonamiento artificial que comparten gradualmente algunas capacidades epistémicas de animales y humanos.
Comprender esta situación particular nos debe conducir a una revisión de la consistencia y propósito de ciertas tareas de la filosofía, en tanto que permite la formación libre del carácter humano a través del uso de herramientas lingüísticas para la comprensión de la experiencia humana. La IA sería una más entre este conjunto de herramientas y, así, pensar la IA es concomitante a repensar diferentes tareas actuales de la filosofía.
El objetivo consiste en hermanar, alinear y dirigir la IA a su corrección necesaria con la inteligencia humana y a establecer una relación con sus fines, valores y objetivos agenciales; con la comprensión de su utilidad y de su condición de medio tecnológico, pero no como fin en sí mismo.
Los principales retos derivados a partir de un encuentro sereno y meditativo con la IA, como apertura a los supuestos misterios que encarna son, entre otros:
determinar cuáles son las capacidades compartidas y los diferenciales a nivel epistémico, por ejemplo, en procesos de aprendizaje, predicción, automaticidad, etc., entre humanos y máquinas; cuál es el tipo de interacción con este tipo de máquinas, es decir, qué debemos hacer con ellas y qué deberían hacer ellas con respecto a nosotros, o una ética de la IA; cuál es el carácter ideológico (sesgo) que asumen vicariamente las máquinas; en qué sentido la proporción de grado entre las disposiciones humanas y las de las máquinas permiten comprender que las últimas pueden sufrir de inhumanidad; cómo salvar nuestra forma idiosincrática de saber, en tanto no una mera suma de conocimientos; considerar la posibilidad de que las máquinas extiendan las barreras del conocimiento; determinar qué habilidades deberían ser enseñadas tanto a humanos como a máquinas.
Todos estos retos, entre tantos más, requieren que las nuevas generaciones comprendan que pueden pensar y conducir la tecnología y la IA; no simplemente recibirla sin reflexión como un destino impuesto, como un paternalismo tecnológico que erosiona la libertad humana en los individuos y en la especie.
Ante el problema de la alta velocidad que se está dando en la integración de la IA en el mundo de la vida, sin contemplar regulaciones, normatividad ética y políticas de la inclusión de estas tecnologías, se requiere plantear la discusión pública y la revisión de los intereses realmente humanos en el uso de la IA.
Por ejemplo, se deberá propender por la protección y desarrollo del aprendizaje humano con especial prioridad protegiéndola de los riesgos del uso irreflexivo de la IA (Giannini, 2023, p. 5). La educación requerirá la investigación y reconocimiento interdisciplinar de la IA, para la posterior capacidad de regular, detener y adecuar la IA a los propósitos humanos. Las herramientas de la IA deberían ser investigadas y evaluadas, primero, desde el ámbito científico, privilegiadamente por las disciplinas especializadas, para su ulterior normalización en las políticas públicas.
Dado que la IA genera con alta plausibilidad la automatización de múltiples trabajos, ¿qué tipo de educación profesional se requeriría entonces?, ¿cómo este tipo de decisiones pueden determinar divisiones sociales, desigualdad? y ¿qué papel tiene la filosofía como agente de tales consecuencias? En definitiva, por qué no debemos identificar al ser humano solamente como su mera profesión u oficio, y por qué la filosofía, en tanto formación, va más allá de los retos del mercado y la utilidad (Ordine, 2013, p. 81).
Además, si la IA tiene el potencial de manipular a los seres humanos, la educación tendrá que asumir la enseñanza del pensamiento crítico y la autodeterminación como fundamento de la equidad, la justicia y la democracia.
A manera de conclusión, podemos decir que aún es más importante cultivar hombres que leen y escriben sobre máquinas que leen y escriben. Más allá del auge de la IA, apenas estamos en su amanecer. Ante este estado de cosas, podemos elegir entre una IA centrada en lo humano o una esclavitud irreflexiva sobre un tótem un poco más sofisticado. Así, corremos el riesgo de vivir en “un mundo de autómatas privado de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: salir de sí mismo para mudarse en otro” (Vargas Llosa, 2010, p. 1). Parafraseando a Keynes (1928), estamos en un momento crítico en el cual es mejor preferir lo bueno sobre lo útil.
Las tecnologías de punta no son siempre la solución a los retos de los diferentes contextos en los que se desarrolla lo humano. Buenos colegios, profesores preparados y suficientes, buenos salarios, investigación de base, inversión más allá de la lógica del beneficio son elementos más relevantes que el desarrollo ciego de IA, sobre todo en sociedades emergentes donde esto puede propiciar, por el contrario, inequidad y pobreza, especialmente, espiritual.
Es preferible, y más asombroso, un humano o una sociedad alfabetizada, que una máquina que parece leer y escribir. Es preferible, como enunciaba Platón (1986, 536d-e), un hombre libre que nunca aprende las disciplinas a la manera del esclavo, que el florilegio de conocimientos de ciertas bases de datos. En esta forma de pensar que deja ser a lo humano deberíamos fundar los fines de la humanidad, su porvenir y, a su vez, el uso afortunado que podemos hacer de la IA para lograrlo.
Referencias
Bringsjord, S., & Sundar, N. (2018, 12 July). Artificial intelligence. The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2018 Edition). E. N. Zalta (ed.). https://plato.stanford.edu/archives/fall2018/entries/artificial-intelligence/.
Fonseca, M. (2020). Agencia Eidética: agencia material, artefactos y agentes eidéticos, En J. C. Moreno (ed.), Tecnología, agencia y transhumanismo (pp. 41-56). Ediciones USTA.
Fonseca, M. (2023). Belief and Society. Universidad La Gran Colombia. https://omp.ugc.edu.co/index.php/catalagoeditorial/catalog/book/1
Giannini, S. (2023). Generative AI and the future of education. UNESCO. https://doi.org/10.54675/HOXG8740
Hordelin, F. (1977). Hölderlin: poesía completa. Ediciones 29.
Huber, F. (2016). Means-End Philosophy. En W. Freitag, H. Rott, H. Sturm & A. Zinke, Von Rang und Namen. Philosophical essays in honour of Wolfgang Spohn (pp. 173-198). Mentis Verlag.
Keynes, M. (1928). Las posibilidades económicas de nuestros nietos. Taurus.
Marín, R. L. y Palma, J. T. (2008). Inteligencia artificial. McGraw Hill.
Ordine, N. (2013). La utilidad de lo inútil. Editorial Acantilado.
Platón. (1986). La República. Gredos.
Searle, J. R. (1983). Intentionality: An essay in the philosophy of mind. Cambridge University Press.
Searle, J. (1995). The construction of social reality. Oxford University Press.
Searle, J. R. (2004). Mind: A brief introduction. Oxford University Press.
Tomasello, M. (2019). Una historia natural de la moralidad humana. Ediciones Uniandes.
Vargas Llosa, M. (2010). Banquet speech. The Nobel Prize. https://www.nobelprize.org/prizes/literature/2010/vargas_llosa/25172-banquet-speech-spanish/.
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