Ese extraño oficio llamado Diplomacia

Publicado el Asociación Diplomática y Consular de Colombia

LA DIPLOMACIA Y EL EQUILIBRIO DE NASH*

La diplomacia es negociación y la negociación va de la mano con la estrategia y todas ellas: diplomacia, negociación y estrategia como en un juego interactúan en un sistema en donde dos o más agentes optimizadores de relacionan; configuran un sistema racional y matemático en donde las decisiones conscientes o inconscientes de tales agentes tienen consecuencias sobre su evolución.Esos agentes optimizadores, ya sean individuos, grupos empresariales, partidos políticos o estados soberanos pretenden, dentro del sistema constituido, alcanzar los objetivos más favorables para sus intereses o recibir el menor perjuicio posible. Unos y otros apuntalan sus estrategias con el fin de obtener siempre cualquier ventaja posible, aunque sea mínima. Unos, actuando más en función de la estrategia mediática para reducir los márgenes de negociación que su oponente pueda tener y de esa manera obtener la mayor ventaja; y otros trabajando en función de la negociación discreta con el fin de consolidar y mejorar, por la vía diplomática, de manera cualitativa o cuantitativa, sus intereses estratégicos.

Y es que la diplomacia y los intereses, ya sean estos egoístas o altruistas, caminan juntos. Y, en la búsqueda de preservar los intereses egoístas, es en donde la Diplomacia puede verse como el camino para establecer relaciones entre los Estados, y en esa dinámica de relación, de manera sutil y calculada, poner siempre en primer lugar a través de la negociación, los intereses nacionales. En ese sentido, la diplomacia podría percibirse como una ciencia inexacta, siempre en negociación permanente e inclaudicable en la búsqueda del difícil equilibrio político entre los Estados, equilibrio que es siempre delicado e infinitamente frágil.

La Diplomacia también puede verse como un puente de unión entre los pueblos, y fundamentalmente, como catalizadora de las dificultades que entre ellos pudieran presentarse.

Visto de esa forma, el quehacer diplomático se convierte en el manejo de ese especial arte constructivista, primario y básico tal vez, en el que el altruismo desplaza a los intereses egoístas y es la búsqueda sin matices, sea esta negociada o consensuada, del sagrado derecho a la convivencia pacífica, lo que se convierte en el principal motor de su función.

Llega a ser entonces la Diplomacia, una expresión de amor, en tanto busca la paz y se constituye en un perfecto juego matemático en busca del punto de equilibrio, y con él, denota la importancia estratégica necesaria para defender los intereses nacionales que representa, siempre enfrentando a cualquier agente bajo cualquier tipo de negociación.

El arte de la diplomacia conlleva entonces, “tras bambalinas”, un componente matemático implícito que permite explicar su función en la búsqueda del equilibrio político, una forma básica de lo que en matemáticas se llama el “equilibrio de Nash”, en la que todos los agentes optimizadores, conociendo lo que otros han hecho, buscan una estrategia en el desarrollo mismo de la negociación, de tal manera que maximice sus intereses.

La diplomacia se centra entonces, junto con una estrategia de Estado, en la búsqueda por medio de la negociación, de fortalecer y defender los intereses del mismo. Conocer las estrategias de los otros y tener definida una estrategia con base en ellas y sin incentivo alguno para que esta pueda ser modificada en la línea de tiempo, convierte a Nash en un personaje central de este arte, de esta ciencia inexacta.

John Forbes Nash es un fascinante personaje al cual me referiré en otras entradas de este blog, especialmente en los aspectos que relacionan su teoría matemática con ese extraño oficio llamado diplomacia.

 

*Geovanny Ángel Guillén Mendoza, es Matemático y Consejero de Carrera Diplomática. Actualmente presta servicio en la Embajada de Colombia en Moscú.

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