Ese extraño oficio llamado Diplomacia

Publicado el Asociación Diplomática y Consular de Colombia

ENTRE DRAGONES Y CÓNDORES: LO QUE COLOMBIA PUEDE CONOCER DE CHINA*

Made in China, es lo que se lee en la etiqueta de una consola Xbox One, un equipo de computador Hewlett Packard (HP), una chaqueta de marca Adidas, una batería de un Samsung Galaxy y otros artículos de uso cotidiano. Para pensar algunas referencias que el colombiano de a pie tendría acerca de China, cabría recordar los restaurantes de comida oriental establecidos en las principales ciudades de Colombia, o los temas de entretenimiento como las actuaciones de las viejas estrellas de Hollywood, Jackie Chan y Jet Li.

Cualquiera que sea la imagen que tengamos de China, el contexto internacional revela que esta adquiere una relevancia cada vez mayor en el mundo. Una muestra de ello fue la visita oficial del presidente Duque a ese país a principios de agosto. Desde la década de los 2000, nuestras relaciones han aumentado en términos de diálogo político, cooperación, inversión y comercio. De hecho, el Observatorio de Complejidad Económica indica que China es el país que más productos exporta a Colombia, después de Estados Unidos.

China, es lugar de desarrollo de una cultura milenaria que ha marcado la forma en la que sus habitantes actúan y perciben la realidad. Una primera aproximación a dicha cultura, que resulta comparable a la de Colombia y otros países bajo influencia occidental, puede apreciarse en la comida: los chinos perciben la mesa de comida como un espacio de igualdad y profundización de relaciones interpersonales. Un colombiano, por lo general, a la hora del desayuno, el almuerzo o la cena, se ubica frente a la mesa, en un espacio físico separado de los demás participantes, y espera la llegada de su plato individual; sin embargo, en la sociedad asiática se entiende que la mesa y los platos se comparten entre todos. Así, es posible encontrar un grupo de comensales sentados alrededor de una mesa redonda en cuyo centro se ubican los platos; la mesa es giratoria de manera que cada uno la mueve y toma lo que desea.

Lo anterior no es un detalle menor. Participar en la comida, dentro de ese contexto, implica involucrarse en un proceso de construcción de confianza que es vital, por ejemplo, en escenarios de negocios. Entre más situaciones de cercanía se presenten, más estructurada será la confianza; lo cual resulta mucho más concreto que la mera intuición sobre las demás personas que suele ser la base de la confianza desde una perspectiva latinoamericana. No obstante, hay que reconocer que un punto en común entre latinoamericanos y chinos es que las verdaderas negociaciones pueden darse en escenarios de esparcimiento como los bares, los juegos y otros entornos en los que es posible hablar con más franqueza y determinar soluciones.

La percepción del tiempo, por otra parte, constituye una diferencia importante entre el colombiano y el chino. Ello se puede ver reflejado en el hecho de que los tiempos de planeación son distintos: mientras que, por lo general, en las instituciones colombianas se estima que un largo plazo se concentre entre 5 a 10 años, los chinos contemplan por lo menos 50 años para fijar objetivos. Esto también se refleja en las negociaciones con los asiáticos. Su estrategia, más que concretar una negociación rápida, opta por un proceso prolongado que les permita desgastar al adversario para lograr una ventaja.

Otro aspecto que merece ser resaltado es la meritocracia y la experiencia. Durante más de un milenio los chinos que deseaban servir como funcionarios imperiales tenían que participar en concursos de alta dificultad basados en el mérito, de manera que la dirección del Estado estuviera en las mejores manos. La experiencia es altamente valorada en China, pues los dirigentes y altos funcionarios deben contar con años de trayectoria para poder desempeñar de manera adecuada sus funciones. El actual canciller chino, Wang Yi, por ejemplo, ha trabajado en el área de relaciones exteriores desde 1975.

En Colombia, el proceso para ingresar como funcionario público a través del sistema de méritos ha estado en constante evolución. Sin desconocer que todavía hay un largo trecho por recorrer, hoy resulta gratificante que por lo menos el 30% de Embajadores en nuestras misiones diplomáticas en el mundo pertenezcan a la carrera Diplomática y Consular, sistema al que se ingresa a partir de un concurso de méritos.

Como todo grupo humano, los chinos no se encuentran exentos de conflictos ni de contradicciones. La sociedad perfecta no existe. Este sencillo abrebocas es una invitación a ahondar en otros temas que requieren mayor profundidad y discusión. Quienes tengan un mayor interés en China encontrarán, por ejemplo, que hay fundamentos filosóficos como el confucianismo y el taoísmo que ayudarían a explicar los grandes contrastes entre lo chino y lo occidental, el concepto de Dios, la relación entre el bien y el mal o lo cíclico y lo lineal.

Esta reflexión es necesaria porque la realidad actual indica que China mantiene, cuando no aumenta, su protagonismo dentro del sistema internacional. Se pueden realizar aproximaciones a su manera de pensar que nos permitan adoptar algunas de sus mejores prácticas, sin rechazar, por supuesto, nuestras propias capacidades. Entonces, sería llamativo, en un entorno de diálogo intercultural, generar espacios para abordar los elementos que compartimos y las diferencias que nos enriquecen.

*JUAN PABLO LEÓN ARISTIZABAL. Internacionalista de la Pontificia Universidad Javeriana. Estudiante del curso de formación para diplomáticos que aspiran a ingresar como Tercer Secretario a la Carrera Diplomática y Consular de Colombia, en la Academia Diplomática “Augusto Ramírez Ocampo” del Ministerio de Relaciones Exteriores.

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