ASODIPLO

La verdad es que a la Carrera Diplomática y Consular de Colombia aún le falta diversidad. 

Esta es una verdad incómoda de la que a veces se prefiere no hablar porque quienes tocan el tema usualmente no lo hacen con el ánimo de abordar el problema, sino de usarlo como excusa para desmontar la Carrera.

Uno de los aspectos en los que se hace evidente la falta de diversidad es en la brecha de género, que sirve como ejemplo perfecto para ilustrar la diferencia entre el enfoque técnico y el enfoque politiquero para abordar este tipo de sesgos.

La brecha de género en el ingreso es evidente. En 2023, el 60 % de los diplomáticos de carrera eran hombres. Esta diferencia se agravó en los últimos años y se redujo sustancialmente mediante medidas técnicas (no políticas) recientes que abordaron los problemas estructurales que la generaban.

La brecha de género se profundizó en los concursos celebrados entre el 2014 y el 2022. En los años anteriores a este lapso, las diferencias entre el número de hombres y mujeres que pasaban el concurso no eran significativas y se alternaban entre uno y otro género. Cuando se empezó a constatar la tendencia, se realizaron varios diagnósticos y se estudiaron alternativas para reducir la brecha, sin resultados exitosos.

Algunas de las propuestas que se presentaron para superar esta brecha fueron: enfocar la publicidad del concurso en mujeres, asignar cuotas de ingreso, etc. Esto, sin embargo, significaba no reconocer los problemas estructurales que dificultaban la paridad de género en el concurso. 

En el año 2023 se realizó un estudio científico a profundidad que permitió identificar las causas de este sesgo. El primer hallazgo fue que en el año 2014 se modificó el formato de las pruebas de ingreso con un cuestionario enfocado en preguntas de carácter memorístico-enciclopédico. Es decir, se formulaban preguntas de selección múltiple con única respuesta sin contexto y limitadas a nombres propios, fechas específicas, datos puntuales que había que recitar de memoria. 

Se ha documentado que los cuestionarios que omiten el análisis y se limitan a la memoria enciclopédica aumentan los sesgos, no solo de género, sino también los socioeconómicos, disciplinares, regionales, raciales, etc. El sesgo de género era el más evidente, pero no el único. Como resultado de este estudio, se realizó una primera modificación del formulario para incluir lecturas y realizar preguntas que implicaran cognición. Además, se tomaron otras medidas como establecer lineamientos y capacitaciones para los entrevistadores. Como resultado, el concurso realizado en el 2023 fue el primero en 8 años que contó con paridad de género en el ingreso sin necesidad de medidas populistas. Desde entonces, este modelo se ha seguido implementando con éxito.

El estudio y las medidas tomadas fueron realizadas por iniciativa y ejecución de funcionarios de carrera que son los primeros y más interesados por contar con una diplomacia fortalecida por la diversidad. Pero este interés no se queda allí. 

Como ya se mencionó, los sesgos no se limitan al género. Otro de los sesgos más notorios es el regional. A 2024, el 54% de los diplomáticos de carrera son de Bogotá. Si bien en ocasiones anteriores como en el año 1990 el concurso de muy pocas plazas (5 de terceros secretarios) se llevó  a cabo en cinco ciudades del país, es destacable, que la iniciativa para sacar el concurso de Bogotá, de forma sostenida a partir del 2011, haya nacido en el seno de la Asociación Diplomática y Consular (ASODIPLO) y que el concurso ahora esté disponible en las 32 capitales de departamento haya surgido, también, de una propuesta de ASODIPLO. Igualmente, que la presentación de pruebas fuera de Colombia, solicitada por años desde la Asociación, finalmente se haya logrado gracias a la inclusión en el pliego de condiciones de la Unión de Diplomáticos de Carrera (UNIDIPLO) y que se implementara en el concurso de 2024. 

Existe, indudablemente, un sesgo socioeconómico al interior de la Carrera, pero decir que todos pertenecen a élites es desconocer el esfuerzo de muchísimas personas que logramos acceder a la carrera desde los orígenes más humildes sin necesidad del favor de ningún político (lo cual es justamente lo más inconveniente desde su lógica). Este sesgo se ha venido reduciendo sustancialmente desde hace muchos años precisamente gracias al esfuerzo de los mismos diplomáticos de carrera. 

Vale la pena recordar que, después de presentar las pruebas del concurso, los aspirantes seleccionados deben pasar un año estudiando en Bogotá. Durante mucho tiempo, los aspirantes no recibían remuneración alguna durante este año de formación. Por lo tanto, debían contar con una situación financiera que les permitiera pasar un año sin recibir salario o hacer toda clase de malabares para encontrar un salario cuyos horarios se acomodaran a los del curso de formación. Este es un mecanismo que indudablemente generaba desequilibrios económicos y es el tipo de problemas que se deben abordar para ampliar el acceso a la Carrera Diplomática y Consular. 

Es por eso tan llamativo descubrir que, mientras para muchos políticos la inclusión no ha sido más que una excusa para nombrar a dedo diplomáticos sin requisitos, la Asociación Diplomática y Consular de Colombia (ASODIPLO) logró que en el año 2013 se pagara por primera vez un modesto ingreso a los estudiantes del curso de formación, ingreso sin el cual para muchos de nosotros habría sido insostenible participar, y en el 2024 solicitó su aumento hasta casi duplicarlo para el 2025. También fue la Asociación Diplomática la que instauró las Becas ASODIPLO en el 2024 destinadas a la población más vulnerable para facilitar su acceso a la diplomacia, también UNIDIPLO y el Fondo de Empleados de Carrera diplomática y Consular (FEMDI) han ofrecido auxilios.

En el ámbito del concurso de ingreso a la Carrera Diplomática y Consular de Colombia se han escuchado toda clase de propuestas en nombre de la inclusión: celebrar concursos paralelos para ciertos grupos, eliminar requisitos básicos, crear rutas alternativas discrecionales… Propuestas, todas, que parten de un enfoque asistencialista (en el mejor de los casos) según el cual estas poblaciones carecen de las capacidades para ingresar. Como colombiano negro, de raíces indígenas, guajiro de origen campesino considero insultante este enfoque que, además, pretende desconocer los mecanismos estructurales de exclusión en nuestro país. Son estos mecanismos los que los mismos diplomáticos de carrera han venido abordando a lo largo de los años.

No hay que romantizar tampoco a la Carrera Diplomática y Consular, precisamente porque no somos un cuerpo homogéneo. Cuando la Asociación Diplomática y Consular intentó realizar una encuesta sobre el origen socioeconómico de sus afiliados, muchos participaron con entusiasmo y algunos se incomodaron tanto con la iniciativa que se desafiliaron. En parte porque es común que las personas se sientan incómodas cuando se cuestiona su privilegio y en parte porque se suele confundir cuestionar el privilegio con cuestionar el mérito, esto es lo que muchas veces los políticos hacen, no siempre de forma ingenua. El mérito de quienes han ingresado a la diplomacia de carrera es incuestionable: superamos las pruebas y hemos demostrado nuestras capacidades. Es el privilegio lo que sí se debe cuestionar, siempre, en todos los espacios. Hay personas que también cuentan con las capacidades, pero no tienen acceso a muchos espacios por razones diferentes. 

En La Carrera Diplomática y Consular hay muchos orígenes y muchas formas de pensar, de eso se trata la diversidad y nuestra carrera es diversa. Aún le falta diversidad, como también falta en todos los órganos del Estado, como falta también en el sector privado. Es algo en lo que tenemos que trabajar como sociedad. En el caso de la diplomacia, estamos avanzando con medidas concretas que fortalecen la Carrera Diplomática y Consular. 

Necesitamos un Servicio Exterior más profesional, no menos profesional. La Carrera Diplomática y Consular ha recibido ataques por parte de todos los gobiernos por la misma razón: el deseo de hacer nombramientos a dedo, de saltarse los requisitos, de desconocer el mérito. En esto no se diferencian las ideologías políticas. Este interés, por supuesto, nunca se reconoce en forma explícita; se usan diferentes excusas para tratar de imponerlo. Usar la inclusión para desmontar el mérito es de las más preocupantes porque crea una falsa dicotomía entre ellos. El mérito no es un privilegio, es justamente la forma de democratizar el acceso a cargos públicos (que de otra forma se asignan a dedo).

La inclusión requiere de políticas públicas estructurales que faciliten el acceso a cargos por mérito, que garanticen las condiciones de participación para reducir los sesgos socioeconómicos. Cualquier hijo de obrero, como cualquier colombiano, debería poder ser diplomático, pero no por un favor político, sino porque puede presentarse al concurso de ingreso de la carrera diplomática, asistir al curso de formación y ser nombrado por su propio mérito.

  • Carlos Arturo García Bonilla es Primer Secretario de la Carrera Diplómatica y Consular. Actualmente, Consul General de Colombia en Sao Paulo, Brasil. Ingeniero químico de la Universidad Industrial de Santander con maestría en Educación de la Universidad tecnica de las Americas.

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