Los estudiosos de las relaciones internacionales y materias afines saben bien que siempre ha sido muy difícil definir el término diplomacia. Personalmente me agrada la definición que la signa como un híbrido entre arte y ciencia, pues es una combinación de diferentes ramas del saber humano con aptitudes y habilidades no ajenas a la sensibilidad, para manejar situaciones delicadas e intentar prevenir o remediar las causas y efectos de la guerra. Así como se dice que la política es el arte de lo posible, diría que la diplomacia es el ejercicio de la paz.
Nos encontramos con otro concepto general que tampoco tiene una definición unívoca. En efecto, la paz es un término tan abstracto y etéreo que sólo se materializa cuando las diferencias se llevan a una mesa de negociaciones, en un ambiente diplomático. Sin embargo, la diplomacia, esta noble actividad que realza la naturaleza humana, es vista en ocasiones como algo engañoso, sinónimo de cobardía o falta de decisión.
Es la impresión que se recoge luego de encontrarse con algunas frases, de personas célebres en mayor o menor grado (generalmente una frase célebre es la única manera de salir del anonimato). Más como una contribución a crear sonrisa, pues en la mayoría de los casos no concuerdo con los autores (aunque no niego que ciertos personajes históricos puedan encarnar estas acepciones), me permito dejar el siguiente registro sobre algunos de los significados paralelos de la palabra diplomacia y otros términos semejantes.
- Diplomacia: Es el camino más largo entre dos puntos. (Adrien Decourcelle).
- Los diplomáticos son personas a las que no les gusta decir lo que piensan. A los políticos no les gusta pensar lo que dicen. (Peter Ustinov).
- La oveja es diplomática con todo el mundo, porque es la comida. (Anónimo).
- La diplomacia nace, cuando empiezan a existir los cobardes. (Anónimo).
- La diplomacia te saca de un problema, que el tacto te hubiera evitado cometer. (Brian Bowling).
- El diplomático es un hombre que piensa dos veces antes de no decir nada. (Anónimo).
- Los Estados, para la diplomacia, no son los pueblos, sino los reyes que los dirigen o los esclavizan. (Juan Donoso Cortés).
- Yo he descubierto el arte de engañar a los diplomáticos. Digo la verdad y nunca me creen. (Camillo Benso, conde de Cavour).
- Cuando el diplomático dice sí, quiere decir quizá; cuando dice quizá, quiere decir no, y cuando dice no, no es diplomático. (Anónimo).
- Si falla la diplomacia, recurrid a la mujer. (Carlo Goldoni).
- Diplomacia: habilidad necesaria para conseguir que los demás se salgan con la tuya. (Anónimo).
- Los diplomáticos ven con las orejas; el aire es su elemento, no la luz. De ahí que prefieran la calma y la oscuridad. (Ludwig Börne).
- Un embajador es una persona honesta que se envía a mentir al extranjero, para el bienestar común. (Henry Wotton).
- Algunos de los diplomáticos que intervienen en los negocios de estado, lo llevan a la bancarrota. (Carlos Marx).
- Entre diplomáticos el arte de no decir nada ha sido elevado a la perfección. Cuanto más vacío es un discurso, más maravilla a los expertos por su finura. Los que se quejan por falta de precisión en un tema son sus enemigos, que le quisieran coger una imprudencia para combatirlo. (Oscar Wilde).
- En lo que a la vida política se refiere, el problema fundamental de los diplomáticos estaba en la oportunidad de tomar parte de ella. (Lucio Anneo Séneca).
- En ocasiones en las cancillerías, una cuestión aplazada ya está medio resuelta. “Es urgente esperar”, decía un diplomático. (André Maurois).
- Jamás he visto a nadie que hable tanto como los diplomáticos y que se le entienda tan poco. (Henri Barbusse).
- Cuando la diplomacia se duerme, sólo la despierta el estado de guerra. (Lenin).
- Los diplomáticos son los últimos representantes de una tribu nómada a la que el mundo moderno todavía permite ir de un lado a otro con plumas en la cabeza. (George Bernard Shaw).
- El buen diplomático es el que soporta los insultos de su oponente con una sonrisa en la cara. (Bertrand Russell).
- Un diplomático es un hombre que siempre recuerda el cumpleaños de una mujer, pero nunca su edad. (Robert Frost).
El célebre escritor estadounidense Ambrose Bierce, consigna en su inteligente y divertido “Diccionario del diablo” (“Devil dictionary”, titulado inicialmente “The cynic’s world book”), varias definiciones que me permito incluir:
- Cónsul. En política norteamericana, se da este nombre a quien después de no haber logrado cargo público por voto popular recibe uno de la administración con la condición de que abandone el país.
- Diplomacia. El patriótico arte de mentir acerca del país natal.
- Plenipotenciario. El que tiene poder absoluto. Un ministro plenipotenciario es un diplomático que tiene una total autoridad, con la condición de que nunca la ejerza.
Por último, como integrante de la Carrera Diplomática, no puedo evitar intentar una definición sobre este cuerpo de servicio exterior:
- Carrera Diplomática: En el mundo del atletismo, carrera que junto a la de obstáculos y resistencia, exige de su practicante ser casi perfecto para no salir eliminado por otros competidores menos talentosos, pero con mejores puntos de apoyo (obviamente hablo de ciertos saltadores de garrocha).
- Diplomático de carrera: funcionario que, a fuerza de preparación, exámenes continuos y evaluaciones permanentes, debe demostrar que no es un “diplomático a la carrera”.
Si el amable lector, no está de acuerdo con estas definiciones, le recomiendo dirigir sus críticas o quejas a los autores originales, pues yo sólo puedo responder por las dos últimas, de las demás sólo he sido su fiel transcriptor.
*Dixon Moya Acosta es embajador colombiano de carrera. Escritor por vocación, autor de varios libros, entre otros el de ficción “Relatos Diplomáticos: Apuntes imaginarios desde San Carlos” (2019), que firma con su nombre literario Dixon Acosta Medellín.
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