El jueves 29 de octubre Israel y el Líbano firmaron el acuerdo marítimo que demarca un área en disputa entre los dos Estados y que comprende derechos de exploración y explotación de gas. En estricto sentido no es un acuerdo político, no es un tratado de paz, ni un acuerdo de normalización entre los países, sino de demarcación marítima y explotación de recursos. Así dicho, no habría nada de especial, sin embargo, el valor de este acuerdo es alto y fuera de lo común, tanto por la forma en la que se ha logrado como por su fondo.
Primero y fundamentalmente, porque Israel y el Líbano, son enemigos declarados. De ahí que todo el proceso de negociación haya sido un trabajo de filigrana en el cual el papel de los Estados Unidos como mediador resultó esencial. Un trabajo que cerró en un marco no tradicional en cuanto a las ceremonias y usos acostumbrados en el derecho de los tratados para la conclusión de los acuerdos.
En efecto, el presidente del Líbano, Michel Aoun firmó oficialmente el acuerdo temprano el jueves. Luego el mismo día, el primer ministro israelí, Yair Lapid, hizo lo propio en Jerusalén. Firmaron textos separados. El enviado de energía de los Estados Unidos, Amos Hochstein, visitó Beirut y Jerusalén para ambas firmas. En la tarde del mismo día, los equipos negociadores de ambas partes se encontraron en las oficinas principales de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano -UNIFIL- (Por sus siglas en inglés) en Naqoura, en la frontera entre los dos países, pero cada delegación estaba en un cuarto separado, ya que las negociaciones nunca fueron directas, para entregar los textos firmados al representante de las Naciones Unidas.
El acuerdo ya había sido ratificado por el gabinete israelí el 12 de octubre, y por el presidente libanés, Michel Aoun, el primer ministro, Najib Miqati, y el presidente del parlamento, Nabih Berri del Líbano, el 11 de octubre. Debe mencionarse, que la Corte Suprema de Israel había dado su espaldarazo al procedimiento cuando determinó que el acuerdo no tenía que ser votado para su aprobación por la Knesset (Parlamento israelí).
Ya que Israel y el Líbano no tienen relaciones diplomáticas y están oficialmente en guerra, no se vio entonces un protocolo de firma tradicional para este tratado histórico. Los dos Estados habiendo informado al mediador, los EE. UU., de su aprobación, enviaron las nuevas coordenadas de demarcación fronteriza a las Naciones Unidas. El acuerdo ha entrado en vigor.
Todos ganan
No hay foto de manos estrechándose ni elegantes ceremonias de firma del acuerdo, pero si existen suficientes razones para sonreír.
Se trata de un acuerdo histórico que afecta las turbulentas aguas del Mediterráneo Oriental y allana el camino para que Israel explote el yacimiento de gas natural de Karish en alta mar. Incluso, el miércoles, un día antes de la firma, ya Israel había confirmado el inicio de la producción en Karish con la compañía británica Energean.
Líbano por su parte tendrá todos los derechos de exploración y explotación del campo Cana, ubicado más al noreste, parte del cual se encuentra en aguas territoriales de Israel, pero Israel recibirá el 17% una vez se determine el valor y ganancias del yacimiento según el gas que se pueda producir, por parte de Total Energy, la empresa francesa que lo operará.
Israel, obtiene con el acuerdo, réditos políticos y financieros, especialmente al lograr superar dos aliados libaneses tradicionales (el presidente Michel Aoun y Hezbolá que es un partido con asiento en el parlamento libanés), logra también deshacerse por el momento de una bomba de tiempo en su frontera norte y obtendrá ingresos de «Total Energy». Además, Israel tiene todas las garantías estadounidenses para su seguridad dadas por escrito en una carta adicional.
El primer ministro de Israel, Yair Lapid, y el ministro de defensa, Benny Gantz, han sumado una victoria diplomática para Israel. El país obtiene buenos negocios, que incluyen la exportación del gas a Europa en un momento de crisis por la guerra en Ucrania, sin poner en juego la seguridad de Israel, se reducen posibles escenarios de conflicto con el Líbano y se definen fronteras. El Mossad y todo el establecimiento militar y de seguridad de Israel, han manifestado que el acuerdo es favorable a Israel y no comporta riesgos de seguridad. Y para completar el buen panorama, la mayoría de los israelíes apoya el acuerdo: según una encuesta reciente, casi el 47 por ciento de los encuestados por el Canal 12 en Israel considera que la firma del acuerdo representa la decisión correcta, mientras que el 36 por ciento se opone (https://www.i24news.tv/en/news/israel/1665836225-majority-of-israelis-support-maritime-deal-poll-shows).
Por su lado, el presidente libanés, Michel Aoun, puede sentirse satisfecho con el acuerdo, ya que fue él quien estuvo al frente del equipo negociador, y pronto se verá si eso influye en las posibilidades para que su yerno, Gibran Bassil, lo suceda como presidente, teniendo en cuenta que el mandato de Aoun expira este mes. Hezbolá, como partido presionó el logro del acuerdo como condición a la explotación del gas, de modo que han dicho que se dan por bien servidos, aunque no obtuvieron todo lo que pidieron (como la línea fronteriza marítima sur) ni lograron luz verde de los líderes políticos libaneses, incluidos sus aliados tradicionales (como el presidente libanés y presidente del Parlamento) que justifique seguir adelante con más amenazas contra Israel por la explotación del gas. No obstante, aparte de los intereses y balances políticos internos, lo que sí es tangible, es que el Líbano tendrá unos ingresos significativos por la exploración de gas, y estos ingresos pueden ayudar a mermar la tremenda crisis económica que sufre el país.
Sin embargo, el gran ganador resulta ser Estados Unidos en general, y el presidente Joe Biden en particular, pues han cumplido un papel impecable de mediadores y facilitadores y con ello lograron aumentar su influencia en la región y particularmente en el Líbano. Amos Hockstein, el mediador estadounidense nacido en Israel fue protagonista y su papel lo catapulta en temas relacionados con la energía.
El asesor israelí de seguridad nacional Eyal Hulata y el libanés Elias Bou Saab (vicepresidente del parlamento) también son percibidos luego del éxito para lograr el acuerdo, como negociadores serios y capaces.
Francia, aunque jugó un papel secundario pero esencial en la conclusión del acuerdo y la empresa francesa «Total Energy», así como la empresa británica,van a verse también beneficiados.
Conclusiones
Visto lo anterior, en términos generales, particulares y geopolíticos, el acuerdo marítimo entre Israel y el Líbano es altamente positivo para todos, no obstante, será interesante observar los desarrollos y la ejecución en el futuro para medir su verdadero impacto, y habrá que ver cómo se resuelven algunos interrogantes, a saber:
¿Cómo se implementará el acuerdo en el mediano y largo plazo, tanto por parte del Líbano como por parte de Israel, teniendo presente que expira el mandato del presidente libanés e Israel tendrá elecciones el 1 de noviembre? ¿Israel y el Líbano entablarán en el futuro cercano conversaciones para poner fin a la disputa bilateral sobre la frontera terrestre [especialmente con respecto a Sheba Farms]? ¿Es posible que Estados Unidos, Francia y/u otros actores avancen en un plan para reducir la influencia de Hezbolá en el Líbano? ¿Se beneficiará el Líbano, como Estado y su población, en términos pecuniarios, o más bien serán algunos jugadores libaneses y extranjeros los que obtendrán las principales ganancias? ¿Este acuerdo ayudará al Líbano a reducir significativamente su actual crisis económica en pos de lograr su estabilidad y beneficiar a su gente?
Ya el futuro nos dará las respuestas, pero en el presente este acuerdo es sin duda una historia de éxito para todos los actores involucrados, para la diplomacia y para el derecho internacional. Diplomacia y derecho que han encontrado vías y métodos recursivos para lograr un acuerdo entre enemigos; diplomacia inteligente y persistente, y derecho internacional que se fortalece cuando existe voluntad y se identifican intereses comunes en beneficio de los Estados, en una región que merece seguridad, estabilidad y prosperidad.
*Margarita Eliana Manjarrez Herrera es abogada de la universidad de los Andes con maestría en asuntos políticos, económicos e internacionales de la universidad Externado de Colombia. Es funcionaria de carrera diplomática y actualmente embajadora de Colombia en Israel.
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