Embrollo del Desarrollo

Publicado el Gudynas Eduardo

Las contradicciones entre crecimiento y ecología, otra vez

crecimientoverdeRecientemente un grupo de organizaciones interesadas en temas ambientales presentó unas propuestas orientadas a la sostenibilidad. Incluye un marco denominado “Nuevos Modelos de Desarrollo” y programas para ordenamiento territorial, cambio climático, deforestación y agua. Ese tipo de esfuerzos son bienvenidos, y deben ser repetidos. Pero en este caso, la propuesta no es muy “nueva” ya que al priorizar las metas de crecimiento económico queda otra vez inmersa en una perspectiva economicista que ha sido incapaz de revertir la crisis ambiental.

Iniciativas de este tipo deben ser aplaudidas, por la enorme utilidad que tiene ofrecer propuestas concretas comprometidas con el ambiente que vayan más allá del slogan, y brinden planes e instrumentos de gestión, y hasta cronogramas. Todo esto fortalece la información ciudadana y permite reflexiones que nutran, a su vez, otras iniciativas.

Asumiendo ese desafío es apropiado analizar los contenidos de esos “nuevos” modelos de desarrollo y del resto del programa. En ese sentido, es fundamental evaluar cuán “nuevo” es este plan, y si las medidas previstas realmente aseguran la sustentabilidad.

Las metas del crecimiento económico

En este caso se otorga un papel central al crecimiento económico, presentándolo sobre todo como “crecimiento verde”, junto a otras variedades, tales como “crecimiento sostenible”. Se asume que ese crecimiento no sólo compatible, sino necesario para la sustentabilidad. Es una fórmula que se ha repetido desde por lo menos los últimos treinta años, y que obviamente no es posible. Existe en ello una contradicción esencial, ya que cuando se asegura ese crecimiento se vuelve imposible atender simultáneamente otras metas, tales como la igualdad o la protección de la Naturaleza. Más tarde o más temprano se sacrifica al ambiente o a la equidad para sostener el crecimiento económico. Contamos con una abrumadora evidencia de esto, que parecería que aquí no se ha considerado.

A su vez, la insistencia en el crecimiento también es imposible por una crítica todavía más vieja de las ciencias ambientales: es ecológicamente imposible. Los recursos naturales son limitados, las capacidades de amortiguación de los ecosistemas también son limitadas, y por ello ninguna economía puede crecer por siempre.

Se ha advertido sobre esta última contradicción desde fines de la década de 1960, y las limitaciones de asociar crecimiento y sustentabilidad se debaten desde la década de 1980. O sea que es una problemática muy conocida.

Me apresuro a aclarar que estas advertencias no implican afirmar que la solución sería un anti-crecimiento o un decrecimiento en América Latina en general, o Colombia en particular. En el caso de las propuestas de transiciones post-extractivistas se postula una desacoplamiento del crecimiento como criterio primario, sea para aumentarlo o para reducirlo. Siguiendo esa mirada, como los post-extractivismos presentan como metas la protección de la Naturaleza y la calidad de vida, podría haber sectores que tendrían un crecimiento económico (por ejemplo, aumentar los servicios de salud pública), pero otros se deberían reducir (como es el caso de los extractivismos).

En cambio, el programa de los “Nuevos modelos de desarrollo” defiende al crecimiento como un elemento destacado, y además lo presenta como “crecimiento verde”. No es una novedad para Colombia ya que el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno Santos para 2014-2018 también postulaba un “crecimiento verde”. El asunto fue retomado por el Departamento Nacional de Planeación bajo una “misión de expertos”, que esta propuesta electoral hace suya como uno de los dos objetivos centrales en gobernanza.

Mercantilizando la Naturaleza

Toda esa propuesta inmediatamente remite a la “economía verde” promovida por los países industrializados en plena crisis financiera, y que buscaba atender algunas metas ambientales mientras simultáneamente esperaba generar importantes ingresos económicos.

Sea de un modo o de otro, son posturas que implican una mercantilización de la Naturaleza, creándose bienes y servicios ambientales, los que a su vez pueden ser vendidos, tributados, etc. Mientras que la conservación tradicionalmente identificada que el desmembramiento de la Naturaleza en mercaderías era una de las causas de la crisis de biodiversidad, la “economía verde” era una remake de la visión neoliberal que entendía que la solución estaba en colocar a la Naturaleza dentro del mercado. A partir de una constatación correcta, ya que el deterioro ambiental impactaría negativamente sobre las economías nacionales, se volvió a caer en el economicismo del crecimiento como solución.

Estas son posturas de la llamada sustentabilidad débil, y por ello han sido cuestionadas desde su inicio, tanto desde la academia como desde los movimientos sociales, e incluso algunos extremos fueron resistidos por gobiernos sudamericanos. Su mayor problema es la debilidad en políticas y gestión para asegurar una verdadera protección de la biodiversidad; en ella hay mucho economicismo y poca ecología.

En esta nueva versión colombiana, en los “nuevos modelos de desarrollo” el crecimiento es revestido de toda clase de adjetivos para suavizarlo: puede ser “verde”, “sostenible” e incluso “resiliente”. La terminología y los instrumentos económicos invaden la política ambiental, y los ecosistemas son “capital natural” o “bienes y servicios ambientales”. La gestión ambiental queda enfocada en asuntos como productividad, eficiencia, generación de ingresos económicos y valoración económica. Toda esta reconversión debe ser sopesada con precaución ya que no es neutra ni ingenua.

Esta perspectiva tiñe todos los demás componentes de la propuesta, tales como el ordenamiento territorial o cambio climático y energía, donde una y otra vez aparecen, por ejemplo, instrumentos financieros como la aplicación de incentivos o cobro de tasas o impuestos. Esto no puede sorprender ya que el Departamento Nacional de Planeación (DPN) deja muy en claro que la “misión de crecimiento verde” debe aumentar la productividad y competitividad del país.

A su vez, el aporte del DPN se basa a su vez en el Global Green Growth Institute (GGGI) y en ideas de la organización para los países desarrollados, OCDE. En ese caso, el “crecimiento verde” se compone a su vez de otros crecimientos: el crecimiento eficiente en uso de recursos, el crecimiento ambientalmente amigable, el crecimiento resiliente con el clima, y el crecimiento socialmente inclusivo. Todo está muy claro: es una plataforma política para asegurar el crecimiento económico, lo que es una visión totalmente tradicional del desarrollo.

Persisten tensiones y contradicciones

El razonamiento de los defensores del crecimiento entiende que como el Estado falla repetidamente en proteger a la Naturaleza, asume que si recauda dinero o se envían señalas económicas, los agentes económicos arribarán a una convivencia sostenible con el ambiente. Pero medidas como los esquemas de cobrar dinero por “servicios ambientales” son en sentido estricto recaudaciones y no necesariamente protegen un ecosistema. En algunos casos, instrumentos de ese tipo han quedado estancados solamente en eso, y en otros casos han sido inadecuados para la protección de la biodiversidad. Esto no quiere decir que no se puedan usar instrumentos económicos, pero debe quedar muy en claro sus limitaciones y peligros.

Es así que entre los planes específicos que se proponen en distintas cuestiones, como deforestación, aguas y ordenamiento del territorio, hay componentes muy compartibles, y algunos de ellos son muy necesarios para el país. Pero una vez más, todo ello está contenido en un marco conceptual y político economicista que limita sus alcances.

Se llega así a una tensión llamativa en esta propuesta y que es la ausencia de un destaque a la problemática de los extractivismos. Cualquier alternativa sustantiva para Colombia es incompleta sino ofrece opciones para superar la dependencia extractivista, ya que allí se genera un enorme drenaje de recursos naturales hacia la globalización. Podrá argumentarse que en esos “nuevos modelos del desarrollo” hay componentes que afectarán a los progresismos, pero también es cierto que estos no aparecen como un tema central, ni se incluye un programa económico para desmontarlos. Pero, a su vez, esa visión tradicional es resistencia a revertir los extractivismos ya que los considera esenciales para mantener el crecimiento.

Más allá de todo esto, este tipo de propuestas ofrece un modo de abordar la sustentabilidad que es muy valioso al plantearse el desafío de pensar medidas específicas y cronogramas. Todo ello puede ser discutido, reformulado y ampliado a otros temas, tales como los extractivismos, y por supuesto, revisados, para no quedar atrapados en los economicismos.

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Referencias

#ColombiaVotaSostenible. Documentos e informaciones se pueden acceder en:
https://www.mundotnc.org/nuestro-trabajo/donde-trabajamos/america/colombia/colombia-vota-sostenible.xml?src=r.v_colombiavotasostenible&redirect=https-301

Departamento Nacional de Planeación (DPN), Misión de Crecimiento Verde: https://www.dnp.gov.co/Crecimiento-Verde/Paginas/Misi%C3%B3n-de-crecimiento-verde.aspx

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